El presidente hoy aclamado por muchos, aspirante inclusive al Premio Nobel de la Paz, Donald Trump, es el mismo que envió soldados, drones, helicópteros y camiones militares a Chicago, la tercera ciudad más grande de Estados Unidos, sede original del amistoso ante Puerto Rico que la Argentina jugará finalmente este martes en Miami, la casa de Leo Messi.
La ciudad militarizada por las redadas migratorias de Trump fueron citadas extraoficialmente como el motivo del cambio de sede, aunque otras fuentes dicen también que el partido, originalmente programado para el lunes, había atraído poquísima atención y que el estadio Soldier Field, con capacidad para 61.500 personas, podía lucir vacío. La presentación de la selección campeona en Qatar con el atractivo de Messi jugando ante casi nadie podía resultar una postal poco atractiva para el país que será sede del próximo Mundial.
Son movimientos que avisan algunos de los problemas que podrá afrontar la Copa que Gianni Infantino puso en bandera a su amigo Trump, a quien propuso antes que ningún otro como Nobel de la Paz tras el acuerdo en Medio Oriente que domina los portales de todo el mundo. Un plan que, dicen los más críticos, convirtió a los verdugos en pacificadores.
Agentes federales con uniforme de camuflaje patrullando las zonas turísticas, en medio de algunas burlas, o con francotiradores descendiendo de helicópteros en un operativo en un edificio casi vacío en busca de pandilleros del Tren de Aragua. La propia secretaria de Seguridad, Kristi Noem, supervisando otro operativo que incluyó helicóptero, rifles de alta potencia y granadas aturdidoras para atacar a un hombre que solo se preparaba para ir al trabajo y realizar treintaicinco arrestos, casi todos impugnados por abogados locales. Son todas escenas de los últimos días de Chicago, parte de la Operación Midway Blitz, soldados para proteger a la policía migratoria, en una ciudad que, es cierto, tenía altos índices de delincuencia, pero que fueron reducidos drásticamente en los últimos tiempos. En cuatro años, por ejemplo, los asesinatos cayeron a la mitad.
Trump amenazó además con encarcelar al gobernador demócrata de Illinois y al alcalde de Chicago, J.B. Pritzker y Brandon Johnson, respectivamente. Resisten la militarización impuesta por el gobierno, siempre en ciudades opositoras, y bajo la excusa de la inseguridad. Son ciudades a las que Trump amenazó también con despojar de su condición de sede del Mundial. Victor Montagliani, presidente de la CONCACAF, le respondió a Trump que eso es imposible y que, además, una medida así, sería atribución de la FIFA y no de Estados Unidos. Es el primer choque entre la FIFA y Trump, el magnate cada vez más autoritario en su vuelta a la Casa Blanca. Infantino elige no cuestionar y hasta propone a Trump como Nobel de la Paz, pero casi nadie duda en la FIFA de que habrá más chispazos a medida que el Mundial se acerque.
Difícil hablar de fútbol en estas circunstancias. Porque tampoco dejan mucha tela amistosos programados más con fines recaudatorios que otra cosa, ante rivales que no sirven de medida para evaluar caras nuevas, que ayuden a Lionel Scaloni a armar una lista definitiva en la que habrá pocas sorpresas. ¿Sirvió de algo enfrentar a una Venezuela improvisada? ¿Servirá de algo jugar contra Puerto Rico? Partidos inicialmente programados en China pero que cambiaron a Estados Unidos (algo parecido sucede con parte de nuestra economía).
El partido contra Puerto Rico será en el Chase Stadium en Fort Lauderdale, no en el Hard Rock, en la casa del Inter de Messi, sorpresivamente ausente contra Venezuela para jugar en la MLS, pero con presencia asegurada para mañana. En rigor, la atención para nuestras selecciones estará puesta el miércoles en Santiago, cuando el Sub20 enfrente a Colombia por un boleto a la final del Mundial que se está jugando en Chile. Mientras Scaloni ganó credibilidad para renovar el hambre de la selección mayor cuando llegue la defensa del título, nuestras mirada estaré en Chile. En el orgullo que puede significar un nuevo título mundial. Mayores y, ojalá, juveniles.