Hacer el juego de los paralelismos del 2018 de Mauricio Macri con el 2025 de Javier Milei es inevitable.
* Los dos corrieron desesperados a los brazos del FMI por una corrida cambiaria que estaba vaciando las reservas del Banco Central, expresando de este modo el fracaso de los respectivos programas económicos.
* Mientras Macri pidió “enamorarse” de Christine Lagarde, la directora gerente del FMI que habilitó el crédito, Milei no ahorró halagos a Kristina Georgieva, la número uno del organismo. También eligieron la cadena nacional para comunicar a la población la satisfacción de haber conseguido el acuerdo.
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* Buscaron los dólares del FMI porque se quedaron sin fuentes de financiamiento voluntario del mercado local e internacional de capitales.
* Ambos consiguieron un préstamo extraordinario del FMI por un monto desproporcionado, violando cualquier criterio prudencial en la administración de una cartera crediticia, además de desafiar los límites establecidos en el estatuto del organismo sobre los márgenes crediticios respecto de las cuotas de los países miembros.
* Recibieron el salvataje financiero a cambio de una devaluación de la moneda nacional para posteriormente disponer un régimen de flotación cambiaria entre bandas de cotización del tipo de cambio oficial.
* Utilizaron los dólares del FMI en el Banco Central para allanar el proceso de desarme de la bicicleta financiera (carry trade, en jerga de la city). En el caso de Macri, con fondos de inversión del exterior como principales protagonistas de la bicicleta, mientras que con Milei son los exportadores, importadores y fondos locales, como han empezado a hacer desde hace varias semanas (el presidente del Banco Central, Santiago Bausili dijo, en la conferencia de prensa de presentación del acuerdo con el FMI, que los inversores extranjeros representan el 1% del total).
* Tuvieron el trato privilegiado de Estados Unidos de Donald Trump, a través de los recursos del FMI, por la decisión política de apoyar a un gobierno de derecha que tiene la misión de frenar el retorno al poder de una fuerza política “populista” (el kirchnerismo).
* El rescate financiero del FMI es el aporte para la campaña política en un año electoral: con Macri fue la presidencial del 2019, y con Milei la de medio término de octubre del 2025.
No se puede adelantar cuál será el resultado de esta segunda versión porque recién empieza, pero el antecedente de la primera no es alentador: Macri perdió por paliza las elecciones, los dólares del FMI se esfumaron y aumentó considerablemente la deuda externa argentina, quedando el Fondo como principal acreedor.
¿Cuál será el saldo de esta renovada aventura política del Fondo? Vale mencionar una diferencia sustancial entre ambos momentos: Milei está en una posición más delicada porque ahora se está desplegando una crisis internacional provocada por la guerra comercial declarada por los Estados Unidos de Donald Trump.
El régimen de administración de divisas escasas
La historia reciente ilustra que, después de dilapidar unos 100 mil millones de dólares entre créditos del mercado local e internacional y del Fondo Monetario, Mauricio Macri reinstaló el régimen de administración y control de acceso a los dólares del Banco Central, al final de su mandato.
Sin esa holgura de financiamiento en dólares de fondos de inversión y organismos internacionales, y pese a la abultada compra de divisas durante 14 meses de gestión y el extraordinario ingreso de unos 23.000 millones de dólares por el blanqueo de capitales, hasta ahora Javier Milei no había podido eliminar el régimen de administración y control de acceso a los dólares del Banco Central.
Este régimen cambiario, con más o menos dureza desde el momento de su instalación, en noviembre del 2011, fue distorsionado en el debate público con la denominación “cepo”.
Con el nuevo acuerdo con el FMI, los 15.000 millones de dólares del organismo a lo largo de este año (de ese total, 12.000 millones se desembolsarán de forma inmediato) vienen de la mano del relajamiento del “cepo” para las personas y para la remisión de utilidades del 2025 de las empresas.
Para el stock acumulado en esta última cuenta, el Banco Central está trabajando en el diseño de una nueva serie de Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal). Estos títulos podrán ser adquiridos en pesos, para afrontar obligaciones con el exterior relacionadas con deudas o dividendos previos al 2025, y deudas comerciales con fecha previa al 12 de diciembre de 2023.
La colisión entre deseo y realidad
La definición “cepo” fue y es la forma de desacreditar la necesaria gestión del mercado cambiario de la economía argentina, que tiene la particularidad de ser bimonetaria.
Mientras economistas, políticos y analistas no comprendan en su total dimensión la existencia de esta característica específica de cómo funciona la economía nacional, habrá una permanente colisión entre deseos y realidad.
Resulta obvio que es mejor (deseo) un régimen cambiario abierto, pero los instrumentos de política económica se tienen que adaptar a las condiciones propias (realidad). Cuando esto no sucede, se cae primero en generar una falsa ilusión y después en la frustración.
El “cepo” es, sin dudas, una potente restricción para el funcionamiento fluido de la economía: por la existencia de estrictos controles en el movimiento de salida, no ingresan dólares a una economía desesperada por ellos; al tiempo que no salen tantos, precisamente, por estos controles.
Es indudable que definir las condiciones del régimen cambiario es una cuestión central para el diseño de cualquier política económica, sea conservadora o progresista.
Negar la existencia de los límites existentes en el vínculo entre sistema cambiario y economía bimonetaria, como es una constante desde hace muchos años, incluso ahora, deriva indefectiblemente en una perturbadora crisis, con costos aún más elevados, como lo probó la experiencia macrista 2015-2019.
La dupla Milei-Caputo, desesperada por dólares porque fracasó en acumular reservas con el carry trade (bicicleta financiera), se lanza a los brazos del Fondo, que, de acuerdo a su repetido manual de exigencias, promueve la devaluación con liberalización del mercado de cambio para cualquier país que solicite su auxilio, sin evaluar los rasgos de cada economía.
¿Qué pasará con el dólar?
Para sumar dólares en las reservas del Banco Central, Milei-Caputo eliminó el esquema cambiario “blend” para exportadores (liquidación 80/20, oficial y CCL, respectivamente). Estos dólares que iban al mercado financiero para mantener en un rango del 10% al 20% la brecha cambiaria ahora se volcará en el mercado oficial.
Por otro lado, si el tipo de cambio supera el establecido en la banda superior (1400 pesos), el Banco Central venderá dólares y si, en cambio, se ubica en la banda inferior (1100 pesos), el Banco Central comprará dólares para sostenerlo. Este es el esquema cambiario entre bandas.
Cuando la cotización se mueva sin grandes oscilaciones entre las bandas, la autoridad monetaria no intervendrá, aunque el Banco Central explicó que, si existiesen movimientos bruscos, sí lo hará.
El impacto de las medidas sobre la inflación dependerá, en definitiva, de quien gane la pulseada: la confianza restablecida en el Gobierno por el desembolso millonario de dólares del FMI, o el temor a un salto cambiario en el marco del nuevo esquema cambiario más flexible.
Factores de inestabilidad
Los dólares financieros, tentados por bicicletas especulativas, entran y salen a una velocidad que impide constituir un marco de tranquilidad de las variables macroeconómicas clave y, por lo contrario, terminan siendo un factor de inestabilidad.
Analizar los costos del “cepo” no implica ignorar la necesidad de diseñar un programa de mediano y largo plazo para ir flexibilizando los controles y, al mismo tiempo, implementar una administración eficiente de las escasas divisas.
Es una tarea que requiere proponer un horizonte de aumento constante de ingresos de dólares, en especial los provenientes del comercio exterior (exportaciones) y de inversiones directas (locales y extranjeras) en los sectores productivos y de servicios.
El riesgo aparece cuando se está agobiado por la escasez de divisas y presionado por quien entrega dólares para aliviar, en forma precaria, la angustia provocada por la corrida, se define la flexibilización de los controles cambiarios.
El FMI exigió aflojar “el cepo” y Caputo aceptó: ¿hicieron bien las cuentas?
Caputo explicó que el equipo económico y el staff técnico del FMI estuvieron varios meses “corriendo modelos” para alcanzar el equilibrio de reservas internacionales compatible con la flexibilización del “cepo”. Este cálculo derivó en el crédito total de 20.000 millones de dólares, de los cuales 12.000 serán girados en forma inmediata y otros 3.000 en junio próximo.
La apuesta oficial para conseguir el objetivo se basa en dos premisas, según precisaron Luis Caputo y Santiago Bausili:
1. La restricción monetaria: la cantidad de pesos en el mercado será insuficiente.
2. La confianza: el ingreso de dólares por inversiones privadas alentadas por la posibilidad de retirar los dólares sin restricciones.
Desde que desembarcó en la Casa Rosada, el líder liberal-libertario ha estado prometiendo que suprimirá “el cepo”, pero la evolución de las reservas netas del Banco Central le han impuesto límites. Se encuentran en el mismo nivel que el que tenían cuando asumió la presidencia: negativo en unos 10.000 millones de dólares, monto similar dejado por la gestión económica de Sergio Massa en el gobierno de Alberto Fernández.
Ahora, con el incremento del endeudamiento con el FMI a partir de un nuevo acuerdo, avanza en abandonar restricciones cambiarias.
¿Caputo y la tecnoburocracia del Fondo hicieron bien las cuentas? No existen condiciones materiales, incluso con el desproporcionado desembolso inicial del programa con el organismo, para liberar el mercado cambiario sin riesgo de una espiralización de la cotización del dólar.