Ser joven e inquilino: el 50% no tiene casa propia como sus padres y debería duplicar sus ingresos para alquilar

Ser joven, alquilar y no llegar: la historia repetida de una generación que ve cada vez más lejano el sueño de la casa propia. Con padres ya inquilinos, los jóvenes de hoy no tienen ni ingresos ni garantías suficientes para acceder a un alquiler.

03 de mayo, 2025 | 00.05

En la semana del 1° de mayo y a 139 años de la lucha de la clase trabajadora por la jornada laboral de 8 horas, hoy las y los laburantes argentinos trabajan cada vez más horas para subsistir (hay quienes superan las 16hs diarias) y, sin embargo, cada vez tienen menos chances de acceder a un techo propio: el 50% de los inquilinos del país son hijos de padres inquilinos lo que evidencia que la imposibilidad de tener casa propia ya afecta a varias generaciones en nuestro país y explica el crecimiento acelerado de la población inquilina en la última década (+40% en grandes centros urbanos). 

Si bien el acceso a la vivienda es un problema para toda la población, afecta de manera particular a las y los jóvenes que enfrentan mayores tasas de desempleo y números más altos de informalidad y precarización laboral que hacen que, a la vez, comprar una vivienda aparezca en un horizonte más lejano, mientras enfrentan duras condiciones para ingresar a un alquiler: el valor promedio de un monoambiente en CABA demanda el 69% de un salario promedio joven, ingreso que debería incrementarse 112% para alcanzar una relación aceptable (no más del 30%) respecto al gasto del alquiler.

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

 

Las y los jóvenes son el grupo que más dificultades tiene para encontrar trabajo en Argentina: el 90% así lo sostiene. En una coyuntura de destrucción sostenida de fuentes de empleo formal y una reforma laboral que busca mayor precarización en la entrada, permanencia y finalización de un trabajo, escaló a 9 de cada 10 la cantidad de jóvenes que encuentra barreras al momento de acceder a un puesto laboral. Los datos se desprenden de una encuesta regional realizada al cierre del 2024 (Manpower) que, en el caso de nuestro país, refleja que la mayor parte de la juventud termina aceptando lo que pueda encontrar, debido a la urgencia de necesidades económicas en un escenario donde una cuarta parte de la juventud argentina vive en la indigencia.

La "odisea" de alquilar

En nuestro país la población inquilina se ubica en torno al 20% del total, y si bien el acceso a la vivienda se ha transformado en una problemática generalizada, lo cierto es que afecta con más intensidad a algunos segmentos más que a otros. Tal es el caso de las y los jóvenes que enfrentan serias dificultades para, con sus ingresos, poder acceder a un techo dónde vivir. 

“Las dificultades para comprar provocan que las y los jóvenes no puedan acceder a una vivienda como lo hacían las generaciones anteriores y deban recurrir al alquiler”, publicaron al respecto desde el Instituto de Desafíos Urbanos Futuros (IDUF) desde donde vienen siguiendo la particular situación de esta franja etaria. En relación, las barreras para lograr ingresar a un alquiler son cada vez más difíciles de franquear y combinan desde ingresos propios insuficientes, hasta recibos de sueldo inexistentes en un escenario de creciente informalidad, garantías propietarias difíciles de conseguir, seguros que duplican el gasto de alquilar, y exigencias de comisiones y pago de meses por adelantado que transforman al acceso a una vivienda en una misión casi imposible. 

Según datos oficiales en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) la tasa de hogares inquilinos subió del 16% al 18% en los últimos siete años, a su vez en el Gran Rosario la población inquilina pasó del 13% a 16%, mientras que en Gran Córdoba se expandió del 22% al 26% y en Gran Mendoza el crecimiento fue mayor al escalar de 19% al 25%. Si se tiene en cuenta solamente la Ciudad de Buenos Aires, el salto fue aún mayor: del 29% al 37%.  

En el caso puntual de CABA, desde el IDUF calcularon un Índice de Emancipación (IDE) a través de analizar la relación entre los valores promedio de los alquileres de departamentos y los salarios promedio de los jóvenes de 18 a 24 años. Los resultados son contundentes: el valor del alquiler de un monoambiente ($274.482 promedio) representó el 69,6% un salario joven. A su vez, si el inquilino/a suma a otra persona como pareja o amigo para intentar amortiguar los gastos en un departamento de dos ambientes ($630.865) el gasto se lleva igualmente casi la mitad (48%) de la suma de dos salarios jóvenes. 

Con esta información sobre la mesa, el centro de investigación se preguntó, ¿cuánto les faltó a las y los jóvenes para alcanzar una relación aceptable entre sus salarios y el valor de un alquiler? Hay que recordar que las normas internacionales sostienen que lo recomendable para que un hogar goce de estabilidad habitacional es que dedique menos de un tercio de sus ingresos a la totalidad de los gastos en vivienda. 

De acuerdo con lo relevado, “para el alquiler en solitario de un monoambiente el salario que hubiera necesitado un o una joven para alcanzar una relación aceptable (30%) respecto del valor de un alquiler es de $914.941”, esto es un incremento del 112% en sus ingresos. 

Lo anterior va a contramano de la realidad de la juventud argentina. Los últimos datos del mercado laboral disponibles evidencian que el desempleo en la juventud se mantiene en niveles que duplican la tasa general: la tasa de desocupación de las mujeres jóvenes (de 14 a 29 años) en el último trimestre del 2024 fue de dos dígitos (13,8%; +0,4 puntos más que en igual trimestre del 2023), y se ubicó 7,4 puntos por arriba del nivel de desocupación total. Por su lado, los varones jóvenes registraron un nivel de desempleo del 12,5%, (+1,0 que en igual lapso del año previo) siendo este segmento el que evidenció el mayor incremento interanual. La tasa juvenil masculina quedó 6,1 puntos por arriba de la general, en este caso.

Se suma a ello que el 70% trabaja en la informalidad y el 60% es pobre. La realidad se agrava si se mira la situación de los jóvenes de barrios populares: el 43% trabajó por primera vez cuando tenía 15 años o menos y el 90% lo hace en la informalidad. 

Seguir viviendo con los padres

La problemática de la emancipación atraviesa a jóvenes de todo el mundo, aunque adquiere características puntuales según las realidades de cada país. En la Unión Europea, el 30% de las y los jóvenes de entre 25 y 34 siguen viviendo con sus padres. En países como Italia y España, la mitad de los jóvenes no han podido concretar la emancipación residencial. El número se reduce significativamente en Francia y Alemania, pero se acerca al 70% en países como Montenegro, Croacia y Albania. En el caso de Argentina el porcentaje ronda el 40%, en tanto que desde el IDUF alertaron que hoy el 50% de los inquilinos del país son hijos de padres inquilinos por lo que “de no revertirse esta situación el acceso a la vivienda será uno de los problemas más graves del futuro”. 

La imposibilidad de acceder a una vivienda va de la mano en nuestro país del tipo de trabajos a los que se accede y las condiciones laborales y salariales. 
“El 62,1% enfrenta ausencia de contratación laboral o modalidades precarias, principalmente asociadas a que sus empleadores no los registran. Por su parte, hay un 8,6% adicional que corresponde a jóvenes cuentapropistas o asalariados/as formales estables que tienen ingresos inferiores al salario mínimo, vital y móvil (SMVyM)”, indicó un informe socio-laboral del Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP). Asimismo, advirtieron que entre las y los jóvenes de 18 a 24 años el 12,6% son indigentes.

Finalmente, desde hace ya varios años el crecimiento de trabajadores monotributistas supera la creación de empleo asalariado formal en el sector privado y esto se acentuó desde fines de 2023 con el incremento de monotributistas (+284.000) en paralelo a un retroceso significativo en los puestos de trabajo asalariados registrados (-166.000 empleos asalariados) y podría agudizarse dada la reforma laboral regresiva aprobada por el Gobierno de Javier Milei que flexibiliza las formas de contratación (mayor periodo de prueba, abarata el despido y legaliza contratos como “colaboradores/monotributistas”) agravando, particularmente, la realidad de las y los jóvenes del país.