El futuro llegó hace rato…y el cambio climático también. En el mundo se discuten las mejores estrategias para migrar hacia usos de la energía más amigables con el ambiente, sin sacrificar a los países en desarrollo – y su población- que requieren diferentes niveles de inversión para resolver situaciones más acuciantes y urgentes.
Bajo este escenario global, desde la organización Fundar publicaron un informe titulado “Una ley para el hidrógeno”, una tecnología clave que podría producir energía limpia a partir de fuentes eólicas, solares y nucleares. Para su desarrollo sería clave el rol del Estado activo, algo que no es del agrado de La Libertad Avanza.
“El hidrógeno bajo en emisiones es una tecnología clave para avanzar hacia la descarbonización de la economía global. Si bien la electrificación directa de sectores como el residencial, el transporte y ciertas industrias —apoyada en una matriz eléctrica con bajas emisiones de carbono— representa la principal estrategia de mitigación del cambio climático, existen aplicaciones donde esta alternativa no es técnica o económicamente viable. Ahí es donde el hidrógeno puede cumplir un rol estratégico”, puede leerse en el trabajo de Fundar, que lleva las firmas de Elisabeth Möhle y Ana Julia Aneise.
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La Argentina podría ocupar un lugar clave en la producción de hidrógeno como fuente de energía limpia.
Los colores del hidrógeno
El uso del hidrógeno en procesos industriales no es nuevo. La Argentina ya ocupa un lugar relevante en este sector. El país produce 0,4 Mt de hidrógeno gris al año para consumo interno, que representa el 9% del mercado de América latina (4,4 Mt) y aproximadamente el 0,4% de la demanda global (94 Mt).
“Es altamente utilizado en sectores como la industria química y refinación de hidrocarburos. Lo que sí representa una novedad es su uso como vector de energía limpia, es decir, como medio para almacenar, transportar y liberar energía baja en emisiones”, indicaron desde Fundar.
De lo que se produce localmente, 33% se destina a la generación de fertilizantes, seguido por la refinación de hidrocarburos (27%), la siderurgia (16%), metanol (15%) y otros químicos (9%). Para que pueda desempeñar un rol en la descarbonización de sectores difíciles de electrificar (como la siderurgia, el transporte pesado o ciertos procesos industriales de alta temperatura), debería producirse a partir de fuentes bajas en emisiones, como la eólica, la solar, la biomasa, la nuclear o el gas natural con captura de carbono.
De allí que el hidrógeno se clasifique por color —gris, azul, rosa o verde— dependiendo del tipo de energía utilizada: el gris se genera a partir de combustibles fósiles; el azul también, pero incorpora tecnologías de captura de carbono; el rosa se produce con energía nuclear; y el verde, con fuentes renovables.
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Pero nada es tan sencillo. Así como se necesitó una ley de hidrocarburos para fomentar la industria, también se necesitaría una ley específica para este sector. Nada que no se haya intentado anteriormente, incluso durante la administración del Frente de Todos. La ex titular de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Sarquís, había destacado este tipo de tecnologías ni bien asumida en su cargo durante la administración del Frente de Todos.
“Se puede transformar el gas natural en hidrógeno, entonces en vez de quemarlo se lo utiliza generando electricidad en una reacción electroquímica que resulta más eficiente porque se emite menos C02. Es decir, se puede utilizar la actual infraestructura del gas para ir pensando en la electro movilidad o llevar este tipo de energías a los lugares más aislados del país. Todavía no es una tecnología competitiva en términos de costos pero en el país tenemos la capacidad científica para encarar proyectos de desarrollo local a mediano plazo”, había explicado la científica en una entrevista para Letra P.
Por eso el rol del Estado es clave en este tipo de desarrollos y la administración Milei se está encargado de la desarticulación de sus áreas estratégicas. Con solamente contar con un Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) no alcanza.
Un proyecto de ley
Desde Fundar señalaron la necesidad de contar con un proyecto de ley que debería incluir los siguientes lineamientos:
- Incluir todas las variantes de hidrógenos de bajas emisiones en el régimen de promoción, a fin de favorecer la competencia tecnológica y facilitar el desarrollo temprano del sector.
- No establecer un umbral mínimo de inversión para el régimen, ya que ello podría excluir proyectos viables de menor escala con alto potencial de impacto.
- Mantener abierto al menos hasta 2035 el plazo de adhesión al régimen, dado el horizonte de maduración de los proyectos.
- Incorporar incentivos que mitiguen el riesgo asociado a la inestabilidad macroeconómica local y los antecedentes de controles de capitales, de forma de competir en mejores condiciones por inversiones.
- Promover la integración de capacidades locales a través de incentivos progresivos y no mediante requisitos obligatorios, para fomentar el desarrollo de proveedores sin desalentar inversiones.
- Fomentar la creación de demanda doméstica de hidrógeno en sectores industriales sin imponer cupos, mediante beneficios adicionales y mecanismos de estímulo.
- Designar una autoridad de aplicación que defina los marcos técnicos, normativos y de certificación requeridos para el desarrollo seguro, trazable y competitivo del sector.
“Si bien existen condiciones estructurales favorables y capacidades técnico-productivas consolidadas, persisten barreras relevantes que limitan el despegue del sector. En particular, el alto costo del capital se presenta como un obstáculo estructural de peso, especialmente en una industria intensiva en inversión como el hidrógeno. Sin embargo, se trata de una restricción de carácter sistémico que excede a este sector y que solo puede ser abordada a través de reformas macroeconómicas más amplias”, agregaron desde Fundar.
La diplomacia del hidrógeno
En el texto Geopolitics of the Energy Transformation se especifica que tanto los países exportadores de hidrógeno (verde, rosa o azul) como aquellos que son importadores suelen involucrarse en una “diplomacia específica” del hidrógeno. Si bien Argentina firmó memorandos de entendimiento - por ejemplo con la Unión Europea para la cooperación en hidrógeno verde, entre la empresa coreana Posco, YPF e YPF Luz para la producción de hidrógeno y amoníaco, o el acuerdo entre el Instituto Fraunhofer e IEASA-, “su acción diplomática en este campo ha sido limitada en comparación con la de otros países de la región”, destacaron desde Fundar.
¿Cuál será el rol de La Libertad Avanza teniendo en cuenta su desprecio por el rol de un Estado nacional promotor de inversiones? El 19 de marzo de este año, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, recibió al embajador de la Unión Europea, Rico Amador Sánchez.
“Se recibió al embajador de la Unión Europea en Argentina y a representantes de empresas interesadas en desarrollar proyectos de Hidrógeno Verde, para analizar de qué manera se puede impulsar esta tecnología en el país”, informaron desde Casa Rosada.
La comitiva también había sido integrada por Juan Carlos Villalonga (Plataforma H2); Ilse Cougé, jefa de Cooperación de la Delegación de la Unión Europea en Argentina; Lucas Mendez Tronge, director de Asuntos Institucionales y Comunicación – PCR; Claudio Antognazza Fernando, gerente de la Asociación de Generadores de Energía Eléctrica de la República Argentina (AGEERA); Guillermo Seijo Carlos Alberto, director de Relaciones Institucionales - CWP Global; y Juan Pedro Agero, country Manager - RP Global.
Algunas horas antes de ese encuentro, Francos había recibido al gobernador de Chubut, Ignacio Torres, junto a Jorge Daniel Vilariño, Project manager de Green Capital SA.
Otras empresas que pugnan por meter una cuña en este negocio energético son Cargill, Genneia, Loma Negra, Pampa Energía, Profertil, Scania, Siemens Energy, Tenaris, Schlumberger, Toyota, Trafigura, TGN y TGS.