En los últimos años, el mercado mundial del acero se transformó en un tablero complejo, en el que la sobreproducción de algunos países y la caída de la demanda interna en otros generaron un escenario de precios bajos y competencia intensa. Argentina, con una industria siderúrgica históricamente relevante en la región, atraviesa ahora una etapa marcada por la contracción productiva y los desafíos de la competencia externa, particularmente de China. Las exportaciones del gigante asiático se dispararon más de 200% en los últimos 15 años en América Latina.
Según datos de la Cámara Argentina del Acero (CAA), durante el primer semestre del año se produjeron cerca de 1.900 millones de toneladas de acero crudo, un aumento del 3.1% respecto al mismo período del año anterior. El crecimiento semestral no alcanza aún para estar cerca de los 2.500 millones de toneladas de 2023.
El informe de junio reveló un aumento en la comparación interanual, pero no en la intermensual: con un total de 320.100 toneladas, la producción de acero crudo tuvo una caída del 8,6% con respecto al mes de mayo. En el comunicado de junio, la CAA destacó que “para el presente año se espera un nivel de demanda levemente superior al 2024, aunque todavía por debajo de los niveles alcanzados en años anteriores”.
Al difícil contexto de una débil recuperación de la demanda, Argentina también está expuesta a un complicado escenario regional como consecuencia de las importaciones de acero chino, que en los últimos 15 años crecieron 233% en América Latina, según un reciente informe de Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero).
Competencia desleal
“La industria latinoamericana del acero compite en un escenario global desnivelado por el comercio desleal”, señaló el informe, en donde también apuntaron una preocupación ya expuesta repetidas veces por los industriales, que es la serie encadenada de subsidios que le permite a China venderle al mundo por debajo de los costos reales de producción.
Según lo expuesto, la producción de acero crudo cayó 13% entre 2021 y 2024, mientras que el PBI industrial se desplomó un 4% desde la década del 90. En un período similar -en los últimos 15 años- las exportaciones indirectas de acero chino (de productos terminados que contienen acero) crecieron 338%. “Todo esto ocurre a partir de una industria impulsada por un entramado de subsidios en cada etapa: desde las materias primas, la energía y la logística, hasta la exportación y el direccionamiento del mercado interno”, acotó el documento.
Todos los eslabones de la cadena de valor, desde las condiciones iniciales y la producción hasta la exportación, tienen subsidios, subvenciones, exenciones impositivas y tasas de financiamiento baratas por parte de bancos estatales. En contaminación ambiental, China produce y exporta acero con una huella de carbono en promedio 18%, mayor a la media global y 25% mayor a la de América Latina, producto de bajas o nulas regulaciones ambientales en el país asiático.
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"El resultado deja un mercado regional distorsionado en el que el acero llega a la región a precios por debajo de su costo, desplazando producción, frenando inversiones y poniendo en riesgo miles de empleos de calidad", sentenció el trabajo.
El acero es un insumo clave para sectores como la construcción, la fabricación de maquinaria agrícola, la industria automotriz y la producción de bienes de capital. Cuando la actividad siderúrgica se debilita, el impacto se "extiende a toda la cadena industrial: se ralentizan obras, se encarecen productos intermedios y se reducen turnos de trabajo en fábricas que dependen de este material", evaluó el documento.