El reclamo por el crecimiento del consumo empiezan a dividir a los empresarios

El sector pyme y mercadointernista reconoce que las menciones de Luis Caputo a la micro y la actividad brillaron por su ausencia en su discurso de ayer ante la UIA.

14 de noviembre, 2025 | 11.55

La industria seguirá bancando al gobierno de Javier Milei, mucho más tras la victoria electoral. Pero los reclamos de que ahora por fin arranque la etapa de la reactivación empiezan a sonar cada vez más fuerte dentro del sector mercadointernista y pyme, bajo el riesgo de generar una grieta cada vez mayor con el sector energético y el agro.

Ese es el panorama que se desprende de las repercusiones que dejó el discurso que el ministro de Economía, Luis Caputo, brindó este jueves en la Conferencia Anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), en el Centro de Convenciones de Buenos Aires.

La jornada arrancó con un recordatorio del presidente de esta edición, Martín Cabrales, sobre la situación de las pequeñas y medianas empresas. "Las pymes necesitan crédito y están mal. Necesitan de apoyo y medidas urgentes", advirtió. También señaló la necesidad de "un mercado interno vigoroso" y "un entretejido social de consumidores poderoso", además de volver a pedir por la reforma laboral y tributaria.

Pero, en su discurso inmediatamente posterior, Caputo hizo caso omiso a estos pedidos de la UIA. El ministro se dedicó a ratificar tanto el esquema de bandas como su velocidad de ampliación actual, negó que haya atraso en el dólar.

Al contrario, en ningún momento mencionó a las reformas laboral y tributaria, y mucho menos hizo guiños en favor de una recuperación de la actividad. De hecho, evitó cualquier autocrítica al afirmar que durante el gobierno de Milei "despegó el crecimiento económico". "La mayoría hubiera pensado que la recesión se iba a profundizar a niveles fuertísimos" por el ajuste, "pero el EMAE muestra que la actividad creció al 6,6%", destacó.

La conformidad de la energía y el campo

Básicamente, el discurso de Caputo buscó ratificar el rumbo de la macro, impulsado por la pax cambiaria de las últimas semanas a raíz del triunfo electoral. Sin embargo, sus palabras generaron el riesgo de que, en esta nueva etapa del Gobierno, empiece a abrirse una grieta cada vez más grande entre los diversos sectores productivos.

Se trata, por un lado, de los sectores no mercadointernistas. Un importante economista del sector minero señaló que su rubro, al igual que el energético, lo único que pide es estabilidad. Es decir, que sigan las condiciones actuales de calma financiera que arrancaron hace unos 20 días, sin importar que haya mejoras en la micro.

En este sentido, la victoria oficialista era un primer paso necesario para comenzar a asegurar la viabilidad del RIGI. Ayer mismo, Caputo precisó que por ahora hay un total de 23 proyectos aprobados, por un volumen total de 50.000 millones de dólares.

Del mismo modo, un referente de primer nivel de los productores rurales destacó que lo que el campo quiere, más que un tipo de cambio no apreciado, es que siga la unificación cambiaria que arrancó con la salida parcial del cepo en abril. Desde el mismo sector agro, otros minimizaban que el ministro de Economía prácticamente no hubiera hecho menciones a la necesidad de una mejora en la microeconomía durante su discurso.

La queja del sector mercadointernista

El problema es que estos rubros vinculados al sector externo empiezan a divergir en sus intereses respecto a los que dependen del mercado interno. Si en los primeros dos años de Milei el reclamo común de todo el empresariado era que se estabilice la macro y se aprueben las reformas estructurales, en la segunda mitad de su mandato el sector no transable comienza a impacientarse con la necesidad de que por fin llegue el momento de la reactivación.

"La industria siente el impacto: caída de la actividad, altas tasas de interés, nuevos precios relativos. Muchas empresas están resistiendo, adaptándose a una economía que cambia su lógica", lo expresó el titular de la UIA, Martín Rappallini, en su discurso de cierre. "Que las reformas avancen al mismo ritmo que la apertura, para que la estabilización macroeconómica se transforme en crecimiento productivo y social", agregó.

Un directivo de una importante alimenticia admitió que el consumo de harinas y derivados siguió a la baja en los pasados cuatro meses, agregó que esperan un último bimestre sin mejoras y reconoció que recién esperan que comience a percibirse cierta reactivación para ya entrado 2026. También se lamentó de que, probablemente, el tipo de cambio siga atrasándose, luego de que Caputo ratificara la velocidad de ampliación de las bandas al 1% mensual frente a una inflación que sigue siendo del doble.

Por su parte, un referente del sector textil advirtió que su rubro se encuentra "hundido" y añadió que no anticipan un arranque de las ventas para antes de marzo. "La sociedad hizo el esfuerzo de sostener la macro hasta ahora", recordó, en un pedido implícito de que ese esfuerzo por fin comience a dar sus frutos. Además, remarcó que siguen esperando detalles sobre las "medidas" que el ministro de Economía había anticipado el miércoles en la Bolsa de Comercio, pero que no mencionó ayer.

"Le habló al sector externo. No habló de ingresos ni de mercado interno", lo sintetizó un directivo de una importante entidad pyme. Al respecto, señaló que las pequeñas empresas ven con preocupación que el tipo de cambio pueda seguir sosteniéndose en niveles atrasados debido al swap y otras herramientas que pueda proveer Estados Unidos, pero a costa de su sector y de las economías regionales.

La discusión por los efectos de un dólar atrasado y sus consecuencias sobre la productividad deja vislumbrar una división, dentro del empresariado, que en verdad nunca se fue. A partir de ahora, el Gobierno tendrá que afrontar el dilema de seguir eligiendo la estabilidad que pide el sector externo o resignarse a que la inflación se acelere para aliviar el freno al consumo. Hasta el momento, las tibias señales a favor de esta segunda opción no parecen ser suficientes.