Las fábricas textiles, uno de los motores del empleo industrial en La Rioja, están utilizando apenas el 42,6% de las maquinarias disponibles para producir. El dato, correspondiente a abril de 2025 y surgido de un reciente relevamiento del INDEC publicado por Economía Riojana, refleja una leve mejora respecto al mismo mes del año pasado —cuando la cifra fue del 37,7%— pero aún está muy lejos del 59,1% que se registraba en noviembre de 2023, antes del inicio de la actual gestión nacional encabezada por Javier Milei.
La caída en la utilización de la capacidad instalada se vincula directamente con el derrumbe en las ventas del sector de la indumentaria, que arrastra a las industrias textiles a una menor producción y, por lo tanto, a un escenario de despidos y suspensiones, como ya se viene registrando en distintas provincias.
En La Rioja, la situación adquiere una gravedad mayor, ya que más del 50% de los trabajadores del parque industrial están vinculados a rubros como la confección, la producción textil o actividades relacionadas. Esto significa que cualquier retroceso en el sector impacta de forma directa sobre el empleo local.
Junto con Catamarca, la provincia concentra casi el 40% de la producción textil del país, lo que la convierte en un actor clave para entender la crisis que atraviesa esta industria a nivel nacional.
Aunque el repunte respecto al año pasado representa una señal positiva, los datos dejan en evidencia la desaceleración de la actividad industrial desde el cambio de gobierno, y alertan sobre las consecuencias sociales que puede traer aparejada una mayor contracción del sector.
Las dificultades que traen las políticas económicas de Milei
La apertura de importaciones impactó en la industria textil de La Rioja, un sector que representa la mitad del empleo industrial provincial. Según un informe reciente de la Fundación Pro Tejer, las importaciones de ropa y textiles para el hogar crecieron un 86% y 109% interanual en volumen respectivamente. Durante el primer cuatrimestre de 2025, lo que alcanzó récords históricos.
Esta situación se agrava con la entrada de tejidos a precios bajos, lo que configura una competencia desleal frente a la producción nacional, al punto de que seis de cada diez prendas en el mercado argentino tienen algún componente importado. El informe atribuye esta problemática al desmantelamiento de herramientas de control del comercio exterior, como la derogación de valores criterio de importación y la eliminación de controles aduaneros y de etiquetado, lo que afecta directamente la competitividad y la demanda de la industria local.
Desde la Asociación Obrera Textil de La Rioja, el secretario general, Juan Pablo Luján, calificó la situación como una crisis comparable a los años 90. Luján expresó su preocupación por la apertura indiscriminada de importaciones, la eliminación de aranceles y el recorte de funciones estatales en la regulación laboral, lo que se traduce en una pérdida constante de puestos de trabajo y un escenario de total incertidumbre. Además, denunció que el Gobierno nacional se niega a homologar acuerdos paritarios que superen ciertos porcentajes, lo que empobrece aún más a los trabajadores.