¿Qué pasará con el dólar después de las elecciones de octubre?

Con las elecciones legislativas en el horizonte, crecen las dudas sobre la continuidad del esquema cambiario actual y la permanencia de Luis Caputo al frente del Palacio de Hacienda. La economía de Milei se está estancando, y analistas especulan sobre la posibilidad de una devaluación y más ajuste económico. 

10 de agosto, 2025 | 00.05

El ministro de Economía, Luis Caputo, provocó a un auditorio de financistas diciendo que el dólar no estaba atrasado y que, si se animaban, tenían la oportunidad de ir a comprar. Desde ese momento, el dólar inició una persistente suba y, de acuerdo con el último cierre, avanzó 120 pesos, lo que significa un aumento del 10%.

En febrero de este año, disminuyó el ajuste mensual del tipo de cambio oficial del 2% al 1%, adelantando que en pocos meses iba a ser del 0% porque convergería a una tasa de inflación decreciente. A las pocas semanas, a comienzos de abril, ese régimen cambiario fue sustituido por el sistema de bandas, que implicó una devaluación, para conseguir un nuevo acuerdo con financiamiento adicional del Fondo Monetario Internacional.

En el mejor período de liquidación de dólares del complejo agroexportador, Caputo prometió que el dólar descendería al piso de la banda (1000 pesos) para, a ese precio, sumar reservas para el Banco Central. El tipo de cambio oficial nunca llegó a ese precio, y terminó el Tesoro Nacional comprando dólares en julio pasado, a un precio más elevado, para conseguir el visto bueno del Fondo Monetario y, de ese modo, obtener el desembolso de 2000 millones de dólares.

También afirmó que el Banco Central no interviene en el mercado cambiario ni en la plaza monetaria porque la tasa de interés es endógena (o sea, la define el mercado). Para neutralizar las presiones cambiarias de estos meses, el Banco Central tuvo una activa participación en operaciones de dólar futuro, para desalentar las expectativas de devaluación. Al mismo tiempo, Economía y la entidad monetaria fueron orientando el nivel base de la tasa de interés, mediante la colocación de Letras del Tesoro y la apertura de la ventanilla de pases del Banco Central. respectivamente.

En este breve recorrido queda expuesto el poco crédito de las promesas entregadas por el ministro de Economía sobre el manejo cambiario y monetario. Ahora dice que no habrá ninguna modificación del régimen cambiario luego de las elecciones de medio término, a fines de octubre, e incluso afirma que hay que escucharlo a él porque dice exactamente lo que va a hacer. Y lo dijo en un canal de streaming de libertarios fanáticos. Mayor degradación de la figura de un ministro de Economía no se consigue.

 

 

Con los antecedentes mencionados, ¿financistas y empresarios le pueden creer? Menos aún cuando existe una creciente especulación sobre si Caputo seguirá al frente del Palacio de Hacienda luego de los próximos comicios.

Dólar y elecciones de octubre: escenarios y posibles cambios en la política económica

Se viene la cuarta fase del programa económico.

Para disimular el fiasco del plan económico, en marzo pasado, el presidente Javier Milei presentó el acuerdo con el FMI como parte de su tercera fase, cuando en los hechos significó la alteración de sus lineamientos iniciales en materia cambiaria y monetaria.

Es probable que haga lo mismo luego de la apertura de las urnas, diciendo que comienza la cuarta fase del programa TMPA (Todo Marcha Acorde al Plan), para hacer lo que la mayoría de los analistas de la city está pensando: una devaluación con modificaciones del régimen cambiario.

El último informe de FIDE lo dice del siguiente modo: “Empieza a ser cada vez más visible la posibilidad de que, después de octubre, el Gobierno resetee el programa económico buscando generar condiciones más consistentes con la urgencia por acceder a los mercados financieros internacionales”. 

Señala que el reinicio de una fase de acumulación de reservas, similar a la registrada en los primeros meses de 2024, a partir de un ajuste cambiario y consecuente retracción en los niveles de actividad económica, “parece ser el horizonte más probable dentro de la lógica de la actual política económica”. 

Las tres anclas de la recesión del plan de Milei y Caputo.

Los economistas de FIDE afirman que “la posibilidad cada vez más evidente de que después de las elecciones se verifique un ajuste cambiario que suponga superar el límite superior de la banda cambiaria hace difícil pensar que el proceso de dolarización se interrumpa”.

La falta de dinamismo que caracteriza a la economía real está asociada de manera creciente a la disminución de la masa salarial, tanto por el lado de los ingresos como por el lado del empleo. En efecto, a lo largo del año la política antiinflacionaria sumó al ancla cambiaria y fiscal el ancla salarial, forzando a la baja las paritarias más importantes. 

Las tendencias contractivas de la actividad económica –con algunas pocas excepciones a nivel sectorial– y del empleo son contrapartidas inevitables de la política de estabilización que intenta garantizar el Gobierno hasta octubre. “Después de las elecciones, es previsible que el reajuste del modelo acentúe, en el corto plazo, los síntomas recesivos y regresivos sobre la economía real”, concluye.

El presidente Javier Milei. No aparecen protagonistas del sistema liberal-libertario preparados para diseñar una estrategia consistente de crecimiento.

Estancamiento económico sin rebote.

Los indicadores recientes de variables clave reflejan que la economía volvió a frenarse. Los datos preliminares de junio y julio confirman un escenario de estancamiento recesivo. Tras un rebote técnico en la primera mitad del año, impulsado por el aumento de la cosecha, el dinamismo de la producción de petróleo y gas de Vaca Muerta y, en especial, en la comparación a una base muy baja del año anterior, este segundo semestre comenzó con señales claras de agotamiento. No hay recuperación del consumo, no mejoró la inversión, y la industria volvió a mostrar signos de debilidad.

En junio, el Indec registró una caída de la producción industrial del 1,2% frente a mayo y del 8,4% respecto a noviembre de 2023, aunque marcó un aumento interanual del 9,3% respecto a junio de 2024, reflejo de una base deprimida. 

El mes pasado el panorama empeoró. Con excesiva prudencia, las autoridades de la UIA expresaron su inquietud por el nivel de actividad y resaltaron la importancia de generar líneas de crédito para sostener la producción y el empleo. Informaron que el sector perdió en promedio 1500 puestos de trabajo por mes en el último trimestre, acumulando alrededor de 37.000 empleos menos desde agosto de 2023. “La heterogénea recuperación iniciada el año pasado está mostrando cierto amesetamiento en los últimos 5 meses”, apuntan. 

Uno de los sectores dinámicos del primer semestre registró una reversión de la tendencia: el informe de Adefa, en julio, apunta que la producción nacional de vehículos fue de 37.112 unidades, un 13,4% menos respecto de junio; las terminales exportaron 18.225 vehículos, es decir, un 19,9% menos en comparación con el mes anterior, y 35,7% menos respecto del volumen que se contabilizó en julio de 2024; y en ventas mayoristas, se entregó a la red de concesionarios 50.186 unidades, 16,1% menos en relación al desempeño del mes anterior. 

Uno de los sectores dinámicos del primer semestre, el automotor, registró una reversión de la tendencia.

Las dos opciones de estrategia monetaria y cambiaria hasta las elecciones.

El reporte de la consultora PxQ, de Emmanuel Álvarez Agis, también enciende luces de alerta: “parece claro que el esquema macroeconómico de LLA llegó a una encrucijada: la tasa de interés que ancla el tipo de cambio y, con esto, reduce la inflación, es incompatible con una economía que crezca de la mano del crédito”. 

Dice que el gobierno "se ve obligado a mantener una tasa de interés positiva en términos reales que es (o era) suficiente para mantener el tipo de cambio dentro de las bandas de flotación (sucia)". Se sabe que el nivel de esta tasa comienza a afectar negativamente al crédito, tanto a empresas como a personas, como queda claro cuando se observa el crecimiento de la morosidad.

Menciona que si no aparece una nueva fuente de financiamiento externo que reemplace al adelantamiento de la liquidación del agro, el Gobierno se verá obligado a elegir entre dos tipos de equilibrios hasta la elección de octubre:

  1. Con altas tasas de interés, dólar anclado e inflación estable / a la baja, pero actividad económica en caída producto del encarecimiento del crédito.
  2. Con una tasa de interés más baja, un dólar más cerca del techo de la banda, pero un crédito que puede seguir siendo motor de la actividad, aunque con el riesgo de que el traslado a precios de la devaluación interrumpa la dinámica decreciente de la inflación. 

Todo indica que el equipo económico se juega por la primera opción, teniendo en cuenta que Milei le exige llegar a las elecciones con una tasa de inflación cercana al 1%. 

Milei y Caputo no saben diseñar un plan económico de crecimiento.

Los principales motores de la economía están inactivos. La inversión privada sigue ausente. La inversión pública fue desmantelada. La demanda doméstica está deprimida. Y el mercado externo no compensa: las exportaciones industriales se estancan, y la liquidación de divisas del agro perdió impulso y la proveniente del sector energético es insuficiente. 

En relación a la fragilidad de los ingresos de la población, un informe del Centro de Estudios para la Recuperación Argentina de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) advierte acerca de su debilidad, al destacar el incremento del uso de las tarjetas de crédito para comprar en los supermercados. Este comportamiento se verifica en paralelo a una caída en el uso de otros medios de pago: las tarjetas de débito retrocedieron del 34% al 27%, mientras que el efectivo disminuyó del 20% al 16%. 

Esta dinámica sugiere que una proporción creciente de los hogares estaría apelando al endeudamiento para cubrir consumos básicos mensuales como alimentos, productos de higiene y artículos de primera necesidad, lo que deja en evidencia la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos

El supuesto ordenamiento macroeconómico de Caputo se transformó en un régimen de parálisis: bajó la inflación con recesión frenando la demanda con salarios pulverizados, y estabilizó el tipo de cambio a costa de un mayor endeudamiento externo público y privado. 

Incluso analistas que respaldaron el experimento Milei comienzan a dudar. Algunos hablan de “crecimiento sin empleo”, una forma edulcorada de asumir que no habrá mejora distributiva. Otros advierten que la inflación puede reactivarse si el ajuste económico pierde fuerza.

El plan de Milei se convierte de este modo en uno de ajuste recesivo permanente. No aparecen, por ahora, protagonistas del sistema liberal-libertario preparados para diseñar una estrategia consistente de crecimiento. El estancamiento, en el mejor de los casos, o la recesión, en el peor, es el horizonte que propone el programa de Milei.