Esta semana, después de veinte años, culminó uno de los experimentos políticos que dieron pulso al primer cuarto del siglo XXI en la Argentina: el PRO. Como había pasado hace algunas semanas del otro lado de la General Paz, el “acuerdo” con La Libertad Avanza se pareció mucho a una liquidación o la adquisición hostil de una compañía por otra: el nombre, el color, la campaña, los candidatos y los laureles por el triunfo van a ser todos de Javier y Karina Milei. El único rastro del partido que monopolizó durante 18 años el poder metropolitano y que hace menos de diez hacía ilusionar a la clase dirigente argentina con una dinastía neoliberal destinada a durar décadas, van a ser dos lugares entrables, el quinto y el sexto, en la lista para diputados nacionales, si los nombres propuestos caen bien en la Casa Rosada.
Toneladas de tinta y papel que teorizaron sobre el surgimiento de una nueva derecha más democrática y moderna, millones de dólares invertidos en fundaciones y vocerías, un aparato mediático abocado enteramente a la impunidad de los propios y la persecución de los otros, todo quedó rápidamente sepultado por el peso de una realidad vertiginosa: el obamismo nacional, la flor y la nata de nuestra burguesía republicana, con cuadros formados en universidades de la Ivy League y una aceitada estructura de comunicación política al día con las últimas técnicas y tecnologías, terminó siendo el furgón de cola de un energúmeno que no disimula su fascismo, un rol que no es menos patético que el que jugó la UCR para el PRO durante su breve pero fatal hegemonía.
El dato, en todo caso, es que hoy ese partido, que supo proyectar hegemonía, vale menos de dos diputados en CABA, un territorio que (además) todavía gobierna. Pesan, sin dudas, los errores de Mauricio Macri, que se dedicó a traicionar linealmente a todos sus posibles sucesores convencido de que Milei era más “fácilmente infiltrable” por su estructura de poder, una proyección que se avinagró demasiado pronto. Sin embargo, esos errores, que pueden haber sido un desencadenante, no explican la velocidad vertiginosa de la devaluación del PRO. Eso sólo puede entenderse si asumimos que su crecimiento y hegemonía estuvieron estimulados y magnificados de manera artificial e interesada en una especie de burbuja especulativa de capital político.
No hay otra forma de explicar la caída del Imperio Calabrés de La Plata, una aceitada plutocracia de negocios que controló con suficiencia los tres poderes del Estado porteño durante veinte años sin que en todo ese tiempo fuera desafiado realmente por ninguna oposición, en manos de unas invasiones bárbaras encabezadas por Milei, un dirigente que carece de las aptitudes morales, intelectuales y humanas básicas para ocupar el cargo de presidente de la Nación. Una persona “corrupta”, “no muy inteligente” y/o “mentalmente inestable”, según se desprende de la reveladora entrevista que dio la excanciller Diana Mondino, alguien que conoce muy de cerca al presidente argentino, al periodista británico Mehdi Hasan, y que se emitió esta semana en Al Jazeera.
“Carlos Rodríguez fue un asesor de la campaña de Milei. Él dejó el Consejo de Asesores y dijo que el desbalance mental de Milei se volvió mucho más evidente, insultos, gestos faciales bizarros, despidos arbitrarios, peleas innecesarias, un ejército de trolls, perros en el cielo… ¿le parece un líder mentalmente estable?”, preguntó Mahdi. Después de dos intentos de eludir la cuestión Mondino respondió: “Debo decir que Carlos siempre tiene razón”. Un rato más tarde, consultada por la cripto estafa $LIBRA, la excanciller dijo que Milei “no debió haber tuiteado” la promoción de ese token. Ante el inédito desafío de la repregunta, hábito que evidentemente desconocía, esta vez tuvo que admitir que la conducta presidencial sólo se explica porque “o no es muy inteligente o es una especie de corrupto”.
$LIBRA es un asunto extremadamente sensible en la Quinta de Olivos y, sobre todo, a doscientos metros de allí, en el departamento sobre la avenida Libertador donde vive Karina, en un complejo desarrollado por el grupo IRSA, que también es dueño del hotel que lleva el mismo nombre que la avenida, donde el presidente ocupó varias habitaciones en las semanas previas y siguientes a la elección de 2023. Nadie explicó, todavía, en forma convincente, cómo se solventó ese gasto. La declaración jurada de la secretaria general de presidencia, que presentó hace dos semanas ante la Oficina Anticorrupción, blanquea apenas 10 mil dólares. El dueño de IRSA, Eduardo Elsztain, se ha beneficiado de inmensos negocios desde que asumió Milei. Son escándalos alineados como fichas de dominó. Basta un soplido.
Cada semana que pasa hay avances en la investigación sobre la cripto estafa, donde cada pieza nueva que se conoce encastra perfectamente con las demás, lo que despierta el interés de la justicia de Nueva York, de la prensa de todo el mundo, de investigadores independientes pero no de la jueza María Servini ni del fiscal Eduardo Taiano, que tramitan la causa con una parsimonia comparativamente papelonera. El personaje de esta semana fue la persona hasta ahora conocida como Julian Peh, un empresario singapurense cuya empresa, KIP Protocol, forma parte de la estafa $LIBRA desde el primer minuto, bastantes cosas que explicarle a la justicia y que también tiene selfies y reuniones con Milei, presumiblemente facilitadas a cambio de una suma desconocida de dinero.
KIP fue sponsor principal de Tech Forum, un congreso de tecnología celebrado en octubre de 2024 que funcionaba como tapadera de un esquema de recaudación con terminal en el primer piso de la Casa Rosada. Durante el evento, Peh se reunió a solas con el presidente y su socio, Mauricio Novelli, cara visible de Tech Forum y autor él mismo de otra cripto estafa, CoinX, de la que también participó Milei, por entonces “apenas” un diputado nacional. La noche del lanzamiento de $LIBRA, fue KIP la empresa que montó la página web vinculada a la criptomoneda, y a través de su cuenta de X se postearon mensajes sincronizados con los de la cuenta de Milei. Una de las líneas de investigación más firme por estas horas apunta a saber dónde y con quién estaba el singapurense ese fatídico 14 de febrero por la noche.
Taiano estuvo varios meses buscando a Julian Peh sin éxito. En Migraciones dijeron que nunca había ingresado ni salido del país. Esta semana, a través de Interpol, las autoridades de Singapur informaron que no existe nadie con ese nombre en sus papeles. Resulta que “Julian” es un nombre occidental que Peh Chyi Haur adoptó informalmente para hacer negocios, una información que podía chequearse fácilmente antes de hacer el pedido de información. Hay querellantes que se preguntan si se trató de un error del fiscal o si por el contrario lo hizo a propósito para ganar unos meses. Las inconsistencias, sin embargo, no se agotan allí. El número de documento con el que se registró “Julian Peh” para tener una audiencia con el presidente argentino no es el mismo que el del pasaporte de Peh Chyi Haur.
Cada vez que salen a la luz más inconsistencias se entiende mejor por qué en el gobierno hacen todo lo posible por frenar una comisión investigadora en el Congreso, que tendría la potestad de llamar a declarar a los protagonistas, incluyendo a Karina, requerir pruebas y pericias y, sobre todo, funcionar como un amplificador que exhiba la corrupción ante la sociedad. Aunque no lo digan en voz alta, de las doce votaciones que perdió el oficialismo esta semana en la cámara de diputados, la que permitirá poner a funcionar la comisión es la que más impacto puertas adentro en la Casa Rosada, porque no pueden frenarla con un decreto ni con un veto y apunta directamente al corazón de su proyecto de poder. Los Milei están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de evitar rendir cuentas por $LIBRA.
La escalada en el conflicto de poderes con el Congreso debe entenderse, también, en esa lógica. Tras la humillante derrota, el presidente eligió usar cadena nacional para anunciar un proyecto de ley para que los diputados y senadores puedan ser criminalizados por su trabajo parlamentario, algo que, por supuesto, diputados y senadores nunca van siquiera a tratar. Milei lo sabe. La cadena nacional, el discurso, el proyecto de ley son solamente sobreactuaciones que preparan el terreno para seguir desconociendo su autoridad. Extraoficialmente sus voceros ya dicen que no van a reponer organismos como el INTA, el INTI o vialidad nacional aunque el Congreso rechace los decretos con los que los disolvió, y admiten que la posibilidad de no presentar presupuesto por tercer año seguido va tomando fuerza.
Su debilidad en el Congreso y el recrudecimiento de las protestas, a pesar de la aplicación violenta y arbitraria del protocolo represivo, son síntomas de un fracaso político que también puede apreciarse en el deslucido lanzamiento de la campaña bonaerense. El presidente fue de incógnito a La Matanza por cinco minutos para sacarse una foto en puntas de pie con los candidatos y dirigentes fuertes para las elecciones del 7 de septiembre y un cartel que dice “Kirchnerismo Nunca Más”. La apelación al antiperonismo y la provocación en tono batalla cultural de la consigna son evidencia de que a La Libertad Avanza ya no le sirve hablar de economía, porque la está chocando, ni de inseguridad, porque su candidato comisario, con un prontuario significativo, ya quedó descalificado antes de empezar a correr.
Milei se juega un pleno en las próximas elecciones. No para juntar legisladores, que no le van a alcanzar nunca para tener la mayoría requeridas para implementar las reformas que promete, sino para convencer a los grandes empresarios del país, a los fondos que siguen en la bicicleta financiera, a los pocos aliados que todavía no tiraron por la borda, que sigan apostando por él para seguir al frente de la gerencia del país, en vez de dejarse tentar por los cantos de sirena del Plan V, de Victoria, o la fortaleza aparente que podría ofrecer un scrum de los gobernadores del Centrão. Que elijan seguir arriesgando en lugar de poner un freno para consolidar las ganancias y concesiones que obtuvieron hasta ahora gracias a este gobierno, cambiándolo por un gerente más confiable. Tendrá que darles cada vez más.
Lo que Milei debe intuir a esta altura por su experiencia con los mercados, incluso si “no es muy inteligente”, es que la suya también es una burbuja especulativa de poder, como la del PRO, o incluso más frágil. Que sus acciones, desde sus inicios como panelista gritón, subieron muy rápido, por lo tanto mucha gente compró y eso hizo que siguiera creciendo hasta que llegó a la presidencia y luego durante un tiempo más, generando la ilusión de una cantidad enorme de poder que realmente no estaba allí. Ahora algunos están empezando a irse, porque creen que su valor va a bajar. Quieren pasarse a otro activo que tenga un mejor prospecto para el futuro. Y si venden muchos todos juntos al mismo tiempo el precio se derrumba y no queda nada. Una parábola similar a la que trazó $LIBRA la noche del 14 de febrero.