En enero de 2023, el gobierno mexicano desplegó helicópteros armados y cientos de soldados en zonas rurales de Sinaloa para capturar a Ovidio Guzmán López, hijo del narcotraficante preso, Joaquín "El Chapo" Guzmán. En la búsqueda del joven capo, los arquitectos de la operación trabajaron en estrecha colaboración con un poderoso aliado estadounidense: la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Antes del operativo, la principal agencia de espionaje de Estados Unidos aprovechó su amplio sistema de interceptación para vigilar las comunicaciones de los colaboradores de Ovidio, con el fin de localizarlo en el pueblo natal de su madre en la Sierra Madre Occidental, según cuatro exfuncionarios estadounidenses de inteligencia y seguridad.
Analistas de la CIA elaboraron un expediente detallado sobre el hijo de "El Chapo", conocido como "paquete de localización". La CIA recibió apoyo con información proporcionada por un integrante del círculo cercano de Ovidio que había cambiado de bando en secreto, dijeron tres de las fuentes.
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Finalmente, para ejecutar el arresto, el Ejército mexicano desplegó una unidad de élite que fue entrenada, equipada y verificada por la CIA, dijeron una docena de funcionarios actuales y anteriores de Estados Unidos y México.
Esta investigación de Reuters revela que la CIA ha llevado a cabo operaciones encubiertas en México durante años para localizar a los narcotraficantes más buscados del país. El secreto: la agencia de espionaje estadounidense trabaja en estrecha colaboración con unidades especiales de combate al narcotráfico dentro de las Fuerzas Armadas de México.
Con el permiso del gobierno mexicano, la CIA proporciona entrenamiento y equipo a estos grupos, además de respaldo financiero para actividades como viajes. La agencia de inteligencia estadounidense también aplica pruebas de polígrafo a los integrantes del grupo, las cuales son administradas por personal de Estados Unidos, razón por la cual suelen ser conocidos como 'CIA vetted units', 'unidades CIA verificadas', en español.
Actualmente, al menos dos unidades militares mexicanas verificadas por la CIA operan en el país. Además del grupo del Ejército que capturó a Ovidio, existe una unidad de inteligencia especial dentro de la Marina, de acuerdo con ocho actuales y exfuncionarios mexicanos y estadounidenses.
En el pasado, la CIA también contó con unidades verificadas dentro de la extinta Policía Federal de México y la entonces Procuraduría General de la República, según dos exfuncionarios de alto nivel de México y Estados Unidos.
Los detalles sobre estas unidades verificadas por la CIA, que son reportadas por primera vez por Reuters, forman parte de las operaciones encubiertas de la agencia. Este tipo de actividades suelen estar clasificadas y tanto sus presupuestos como su personal se mantienen en secreto.
Para detallar las actividades de la CIA en México, Reuters entrevistó a más de 60 fuentes de seguridad mexicanas y estadounidenses, tanto en activo como retiradas, incluyendo exagentes de la CIA, diplomáticos de ambos países, agentes antidrogas estadounidenses y mandos militares mexicanos que trabajaron de cerca con la CIA. La mayoría accedió a hablar bajo condición de anonimato para poder discutir las operaciones de la agencia de inteligencia.
La CIA tiene una larga historia de operaciones en América Latina, especialmente durante la Guerra Fría, cuando colaboró con juntas militares y dictadores para contrarrestar gobiernos y guerrillas de izquierda. La agencia también contribuyó al desmantelamiento de los imperios del tráfico de cocaína en Sudamérica hacia finales del siglo XX.
Sin embargo, la lucha secreta de la agencia estadounidense contra los líderes de los cárteles mexicanos no ha sido reportada en gran medida.
Las unidades verificadas por la CIA del Ejército y la Marina han desempeñado un papel clave en la planificación o ejecución de la mayoría de las capturas de narcotraficantes de alto perfil en los últimos años. El grupo del Ejército está conformado por cientos de elementos de fuerzas especiales entrenados por la CIA y, según fuentes de seguridad, es considerado la unidad militar en México con la capacidad táctica suficiente para capturar a capos fuertemente armados que se esconden en refugios fortificados en zonas montañosas.
Eso ha convertido a la CIA en el principal filtro de las operaciones antinarcóticos de Estados Unidos en México, de acuerdo a fuentes de seguridad estadounidenses, tanto en activo como retiradas.
"La CIA es el facilitador y el coordinador en algunos de los temas antinarcóticos más importantes en México", dijo un exfuncionario de alto rango recientemente retirado de la embajada de Estados Unidos en Ciudad de México. "Esas unidades son extremadamente importantes", subrayó.
Durante décadas, la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por su sigla en inglés) ha sido la cara de los esfuerzos antinarcóticos estadounidenses en México.
La DEA y otras agencias de seguridad como la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI por su sigla en inglés) lideran las investigaciones contra presuntos narcotraficantes y reúnen pruebas que puedan ser presentadas en tribunales estadounidenses. Estas agencias también colaboran con sus contrapartes mexicanas para ejecutar operaciones complejas de captura.
Pero dentro de la embajada estadounidense, la CIA lidera la coordinación de alto nivel entre las múltiples agencias de Estados Unidos que trabajan en asuntos relacionados con el narcotráfico, dijeron las fuentes. Para algunos, la distribución de oficinas en la sede diplomática refleja esta dinámica de poder: los analistas de la CIA —junto con otros agentes de inteligencia estadounidenses— ocupan el mismo piso que el embajador. Los agentes de la DEA, HSI y otras agencias de seguridad tienen sus escritorios en el piso inferior.
"Estados Unidos y México están trabajando como socios soberanos para detener con éxito el flujo ilegal de narcóticos letales a través de la frontera y eliminar las redes de cárteles responsables", dijo la Casa Blanca en respuesta a las preguntas de Reuters.
"Gracias al liderazgo y la colaboración" del presidente estadounidense Donald Trump y la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, "la amenaza que representan las organizaciones terroristas transnacionales armadas con narcóticos ilícitos disminuye día a día, y los esfuerzos no cesarán hasta que las comunidades estadounidenses estén a salvo del tormento de las drogas y los cárteles", añadió.
Liz Lyons, una portavoz de la CIA, dijo en un comunicado que los cárteles mexicanos se han convertido en una prioridad significativa para la agencia.
"Desde el primer día, el director (John) Ratcliffe hizo de la seguridad de nuestra frontera sur y del combate a los cárteles de droga en México y en la región una prioridad para la Agencia, en apoyo a la directiva del presidente Trump de poner fin al narcotráfico", afirmó.
El gobierno mexicano no respondió a las preguntas detalladas que fueron enviadas para este reportaje.
Las nuevas revelaciones sobre las unidades verificadas por la CIA y las amplias actividades antinarcóticos de la agencia de inteligencia estadounidense surgen mientras el gobierno del presidente Trump considera una intensificación de la guerra contra las drogas en México, una medida que podría tensar la relación bilateral.
Desde hace tiempo, la CIA y las agencias estadounidenses de seguridad han operado al sur de la frontera únicamente con la autorización del gobierno mexicano, que aprueba todas las operaciones de captura y utiliza fuerzas armadas mexicanas para ejecutarlas.
Pero Trump ha declarado públicamente que Washington podría emprender acciones militares unilaterales en México si el gobierno mexicano no lograba desmantelar a los cárteles. Su gobierno ha designado a varios cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, lo que, según exfuncionarios de seguridad nacional, sienta las bases para una posible intervención militar dentro del país.
Un ejemplo reciente: la semana pasada, el ejército estadounidense mató a 11 personas en un ataque contra una embarcación en el sur del Caribe que, según informes, salió de Venezuela transportando narcóticos ilegales. Sin presentar pruebas públicamente, funcionarios estadounidenses afirmaron que los fallecidos eran miembros de un cártel venezolano que la administración Trump también designó como grupo terrorista extranjero.
En cuanto a México, en los últimos meses funcionarios militares y de inteligencia de Estados Unidos han discutido opciones para llevar a cabo ataques letales contra cárteles de droga dentro del país, según dos funcionarios estadounidenses involucrados en las conversaciones. El papel que podría desempeñar la CIA en una campaña de este tipo no está claro.
Exfuncionarios de la CIA y de fuerzas militares de élite señalaron que la CIA y las fuerzas especiales estadounidenses suelen colaborar en operaciones complejas, especialmente desde que comenzó la guerra contra el terrorismo hace una generación.
Dentro de su sede en Langley, Virginia, la CIA está reasignando personas y recursos para intensificar sus esfuerzos contra los cárteles, incluyendo la creación de un nuevo Centro de Misión para Asuntos Antinarcóticos y de las Américas, según ha informado su liderazgo.
Funcionarios de alto nivel de contraterrorismo han sido reasignados para trabajar en temas relacionados con los cárteles mexicanos, de acuerdo con tres fuentes de inteligencia. La agencia ha incrementado sus vuelos de vigilancia con drones al sur de la frontera, dijeron otros exfuncionarios de inteligencia.
El subdirector de la CIA, Michael Ellis, ha señalado que la agencia está aplicando las lecciones aprendidas en la guerra global contra el terrorismo a los cárteles mexicanos.
"Hemos construido una maquinaria altamente afinada en la CIA durante los últimos 20 años desde el 11 de septiembre para localizar, fijar y eliminar objetivos terroristas y ahora vamos a aplicar esa maquinaria contra los cárteles", dijo Ellis en un episodio del pódcast de la comentarista conservadora estadounidense Tudor Dixon, en mayo.
La frase "localizar, fijar, eliminar" se utiliza en círculos de seguridad nacional para referirse al proceso de identificar un objetivo y luego capturarlo o asesinarlo. La CIA declinó hacer comentarios adicionales sobre las declaraciones de Ellis.
El enfoque cada vez más agresivo del gobierno de Trump para combatir a los narcotraficantes de la región ha creado un complejo equilibrio político para la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, del partido oficialista de izquierda, Morena.
Ante la presión económica de Washington con aranceles y la posibilidad de una intervención militar estadounidense, Sheinbaum ha intensificado los esfuerzos de su gobierno para combatir el crimen organizado. Ha encabezado una ofensiva de casi un año contra el Cártel de Sinaloa y ha aprobado dos expulsiones masivas sin precedentes de más de 50 presuntos narcotraficantes hacia Estados Unidos.
Estas medidas han sido motivo de reconocimiento por parte de funcionarios estadounidenses de alto nivel. Pero Sheinbaum ha reiterado en múltiples ocasiones que una acción unilateral de Estados Unidos en territorio mexicano representa una línea roja.
"No aceptamos tampoco violación a nuestro territorio," dijo la semana pasada en una conferencia de prensa. "No aceptamos subordinación sino sencillamente una colaboración entre naciones en igualdad de circunstancias", subrayó.
Algunos veteranos de la CIA que participaron en la guerra contra el terrorismo también se muestran cautelosos ante la posibilidad de que Washington adopte un enfoque más militarista para combatir el narcotráfico en México, un país aliado, vecino y principal socio comercial de Estados Unidos.
Ralph Goff, exoficial de la CIA con amplia experiencia en operaciones encubiertas y paramilitares, señaló el riesgo de víctimas civiles, represalias por parte de los cárteles y consecuencias diplomáticas.
"Sicario es una buena película, pero una mala política estadounidense", dijo, en referencia al thriller de 2015 sobre una operación paramilitar liderada por la CIA dentro de México. "Las drogas son un problema de consumo, no de producción. No podemos resolver esto simplemente matando gente", estimó.
Hasta ahora, el historial de Estados Unidos en México ha generado dudas sobre si un papel más contundente dará los resultados esperados.
Las unidades militares verificadas por la CIA se han convertido en las fuerzas más eficaces de México para localizar a presuntos narcotraficantes. Pero la captura de capos ha fragmentado a los cárteles y desatado sangrientas luchas por el poder. Cada año son asesinados alrededor de 30,000 mexicanos, según el instituto de estadísticas, INEGI. Muchas de esas muertes están relacionadas con la violencia del narcotráfico.
Mientras tanto, la cacería de narcotraficantes ha hecho poco para frenar el flujo de fentanilo en las calles estadounidenses y el ascenso de México como principal productor mundial del opioide sintético. En los últimos cinco años, entre 50,000 y 75,000 estadounidenses han muerto anualmente por sobredosis de opioides sintéticos, casi exclusivamente por fentanilo ilícito fabricado en México.
Cabe señalar que la CIA es solo uno de varios actores en la lucha antinarcóticos. El gobierno mexicano define su propia estrategia de seguridad nacional, decide los objetivos prioritarios y aprueba las operaciones de captura. Durante décadas, agencias estadounidenses —incluida la DEA— han seguido a llamada estrategia Kingpin, centrada en rastrear y capturar a los líderes de los cárteles. Pero al operar en secreto, la CIA ha evitado en gran medida el escrutinio sobre su papel en la problemática guerra contra las drogas.
PATROCINADO POR LA CIA
A mediados de la década de 1990, Roberto Aguilera Olivera era el líder de una unidad del Ejército mexicano prácticamente desconocida llamada "Asuntos Especiales de Inteligencia". Su principal adversario eran los zapatistas, un grupo indígena de izquierda que protagonizó un levantamiento en 1994. Luego llegó la CIA, en busca de un socio local que la ayudara a combatir a los narcotraficantes.
En 1995, el Ejército mexicano convirtió al grupo en el Centro de Inteligencia Antinarcóticos. La CIA les proporcionó computadoras a prueba de hackeos y un dispositivo portátil de interceptación, según dijo Aguilera, quien ayudó a establecer la unidad antes de ser asignado a Londres como agregado militar de México.
La CIA trasladó a los oficiales de la unidad a Estados Unidos para entrenarlos en espionaje y vigilancia. Especialistas de la agencia diseñaron bigotes postizos, pelucas y cicatrices falsas para que los soldados mexicanos los usaran como disfraces en operaciones encubiertas.
Jack Devine encabezó el recién creado centro antinarcóticos de la CIA en Langley a principios de la década de 1990. Contribuyó a desarrollar la red de unidades antinarcóticos verificadas por la agencia en países clave de América Latina.
"Se tomó la decisión de crear unidades a las que realmente les proporcionaríamos equipos técnicos de última generación y capacidades avanzadas de recopilación de inteligencia", dijo Devine.
En México, el Centro de Inteligencia Antinarcóticos se consolidó rápidamente como la principal unidad de combate contra el narcotráfico en el país. Aguilera regresó a México y dirigió el grupo entre 2000 y 2006. Aguilera, quien ahora se encuentra retirado de su puesto como general brigadier, relató cómo sus agentes, que viajaban de incógnito con financiamiento de la CIA, se desplegaron por todo el país para vigilar, grabar y realizar intervenciones telefónicas a capos del narcotráfico y sus allegados. En el año 2000, la unidad fue rebautizada como Grupo de Análisis de Información del Narcotráfico (GAIN).
"La CIA ayudó bastante", dijo Aguilera.
El Ejército mexicano no respondió a una lista de preguntas sobre la historia de GAIN y su relación con la CIA.
Aun así, Aguilera dijo que él y sus hombres —no la agencia de espionaje estadounidense— estaban a cargo de la unidad y de sus operaciones, y que eran responsables de la inteligencia que recolectaban. Aunque la CIA brindó apoyo, la unidad estaba dirigida por mexicanos y Aguilera reportaba a sus superiores del Ejército. Otras unidades verificadas por la CIA que surgieron en los años siguientes siguieron el mismo modelo.
"Estoy muy orgulloso de que todo el éxito que tuve en mi época se debió a la inteligencia que nosotros produjimos", dijo Aguilera.
En 2001, los soldados de GAIN vieron por primera vez a un pequeño Ovidio Guzmán, mientras buscaban a su famoso padre, "El Chapo". Para entonces, la CIA ya había tenido a "El Chapo" en la mira por alrededor de una década. En 1993, una unidad militar guatemalteca verificada por la CIA arrestó a "El Chapo" cerca de la frontera con México, según un exagente de la CIA con larga trayectoria en América Latina. "El Chapo" fue encarcelado en México y la CIA instaló una plataforma de escucha fuera del penal con la esperanza de prevenir una posible fuga, dijo el exagente. Pero "El Chapo" fue trasladado a otra prisión y se fugó en 2001.
Fue entonces cuando los hombres de Aguilera descubrieron que Griselda, la segunda esposa de "El Chapo", vivía en un vecindario de clase alta en Ciudad de México. Los agentes de Aguilera alquilaron una casa cercana para instalar una estación de espionaje. Los soldados de GAIN siguieron a Ovidio, quien entonces tenía unos 10 años, hasta la prestigiosa escuela privada donde él y sus hermanos estaban inscritos. A mediados de 2001, Griselda y Ovidio, sin saberlo, condujeron a los agentes de Aguilera hasta el escondite de "El Chapo" en el estado Nayarit, pero los soldados no lograron capturarlo porque alguien lo alertó, dijo Aguilera.
Unos meses después, secuestradores de Al Qaeda estrellaron aviones contra las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono en Washington. La misión de la CIA dio un giro drástico hacia el combate al terrorismo. La agencia de espionaje estadounidense desvió recursos de América Latina hacia las guerras de Estados Unidos en Irak y Afganistán. La CIA reasignó a sus principales analistas del centro de antinarcóticos para que se enfocaran en la lucha contra el terrorismo, según exfuncionarios de la agencia.
Casi un cuarto de siglo después, ocurre lo contrario: analistas de alto nivel en contraterrorismo están siendo reasignados a México, dijeron exfuncionarios de inteligencia estadounidense.
'SON INVISIBLES'
Incluso en los años posteriores al 11 de septiembre, la agencia seguía destinando recursos a la lucha contra el narcotráfico, que estaba a punto de intensificarse en México. En 2006, el recién electo presidente mexicano, Felipe Calderón, declaró la guerra a los cárteles de la droga del país y recurrió a Washington en busca de apoyo. El año siguiente, Calderón y el presidente estadounidense, George W. Bush, se reunieron para platicar de un amplio acuerdo de seguridad, luego conocido como la Iniciativa Mérida.
A medida que ambos países intensificaban su colaboración, la CIA ayudó a establecer centros conjuntos de inteligencia entre Estados Unidos y México, en Ciudad de México y Monterrey. Los centros tenían como objetivo a líderes de alto nivel de los cárteles y estaban inspirados en los centros de inteligencia que la CIA y el ejército estadounidense operaban en Irak, según Guillermo Valdés, quien dirigió la agencia civil de inteligencia de México entre 2007 y 2011.
"La gente que trabajaban en los centros en México fueron a Irak para capacitarse, para verlo en vivo", dijo Valdés.
Mientras continuaba colaborando con la unidad del Ejército, la agencia de inteligencia estadounidense también estableció una alianza con un grupo especial de inteligencia de la Marina mexicana, de acuerdo con funcionarios actuales y anteriores de Estados Unidos y México.
La CIA proporcionó a los oficiales navales capacitación en análisis y asistencia técnica y también aplicó pruebas de polígrafo a los integrantes del grupo, según un alto funcionario del gobierno mexicano con conocimiento de las operaciones de la unidad. Reuters omite el nombre del grupo secreto a petición de funcionarios mexicanos y estadounidenses, quienes señalaron que divulgarlo podría poner en riesgo a sus miembros.
La Secretaría de Marina mexicana dijo en un comunicado que "mantiene intercambio de conocimiento y cooperación con Armadas, Fuerzas Marítimas y otras agencias de diversos países", con el fin de fortalecer sus capacidades operativas y la colaboración en materia de seguridad regional.
En ese momento, la agencia de inteligencia estadounidense también contaba con unidades verificadas distribuidas en algunas de las instituciones civiles más importantes de México. Había unidades dentro de la Policía Federal, la entonces Procuraduría General de la República y una fuerza policial estatal en el estado nororiental de Nuevo León, dijeron exfuncionarios de Estados Unidos y México.
La Policía Federal de México fue disuelta en 2019. La fuerza policial estatal de Nuevo León no respondió a las preguntas de Reuters sobre si la unidad verificada por la CIA sigue existiendo. Un portavoz señaló que toda coordinación con gobiernos extranjeros es gestionada por autoridades federales. La Fiscalía General de la República no respondió a las solicitudes de comentarios.
Varias agencias policiales estadounidenses también operaban unidades antidrogas verificadas en México. Asimismo, la DEA desarrolló una estrecha colaboración con fuerzas especiales de la Marina mexicana.
La DEA dijo en un comunicado que su misión en el extranjero es "colaborar con contrapartes del país anfitrión y de la región", lo que incluye el intercambio de información, el desarrollo de capacidades y programas de entrenamiento.
Consultada por Reuters sobre si el enfoque de las autoridades estadounidenses en capturar a los líderes de los cárteles ha provocado un aumento de la violencia en México, la DEA respondió que son las organizaciones de tráfico las que impulsan la violencia. "Atribuirla a una sola estrategia de aplicación de la ley simplifica en exceso un desafío complejo", señaló el comunicado.
Hacia mediados de la década de 2010, la atención se centró en uno de los principales capos del narcotráfico: "El Chapo".
Desde su fuga en 2001, ascendió hasta convertirse en uno de los narcotraficantes más exitosos del mundo. Las autoridades mexicanas lo recapturaron en febrero de 2014, pero volvió a escapar en julio de 2015. La cacería comenzó de nuevo.
La agencia de inteligencia estadounidense proporcionó a la unidad de la Marina mexicana verificada por la CIA información obtenida a través de interceptaciones de comunicaciones, según un funcionario mexicano de alto nivel con conocimiento de las operaciones de la unidad. Estos datos ayudaron a las autoridades mexicanas a rastrear a "El Chapo" hasta Los Mochis, Sinaloa. La unidad de la Marina verificada por la CIA lanzó entonces una operación encubierta para confirmar la ubicación de "El Chapo", dijo el funcionario.
En enero de 2016, fuerzas especiales de la Marina mexicana lo arrestaron. El hecho fue celebrado como una victoria para el gobierno mexicano y para las agencias policiales estadounidenses, que desempeñaron un papel crucial en el apoyo a la operación de captura liderada por México.
Pero detrás de escena, funcionarios estadounidenses y mexicanos dijeron que la CIA fue un actor importante, aunque silencioso. Un funcionario mexicano de alto nivel dijo: "Están enfocados en la misión, pero son invisibles".
La abogada de "El Chapo", Mariel Colón, no respondió a solicitudes de comentarios.
La CIA verifica a los mexicanos con los que colabora en sus esfuerzos por prevenir la corrupción. Además de una prueba de polígrafo administrada por Estados Unidos, en el pasado, la agencia ha utilizado exámenes toxicológicos, entrevistas de evaluación, verificaciones de antecedentes y, en ocasiones, vigilancia de los teléfonos y cuentas bancarias de los soldados. Los miembros de GAIN también asumen identidades falsas para evitar que los narcotraficantes utilicen amenazas contra los soldados o sus familias con el fin de obtener información.
"Durante los seis años que estuve al frente de la unidad ni siquiera se conocía mi nombre. Era un fantasma", dijo Aguilera, el exlíder de la unidad verificada por la CIA.
Durante la década de los 2000, tres soldados de una unidad verificada fueron encarcelados por presuntamente filtrar información a los cárteles, dijo Aguilera.
Pero la infiltración del narco no era exclusiva de las unidades de la CIA. Durante décadas, el gobierno de Estados Unidos ha constatado que algunos de sus socios más cercanos en México están vinculados con los mismos cárteles que supuestamente combaten.
Como Genaro García Luna. De 2006 a 2012, como secretario de Seguridad Pública de México, García Luna fue un aliado cercano de Washington. Colaboró no solo con la CIA, sino también con agencias de seguridad estadounidenses y diplomáticos de Estados Unidos. Estuvo al frente de la Policía Federal, donde la CIA tenía una pequeña unidad verificada. En 2011, Leon Panetta, entonces director de la CIA, le escribió personalmente para agradecerle por "el profesionalismo y la hospitalidad que ha mostrado hacia mí y hacia la CIA".
Luego, los estadounidenses se volvieron en su contra. En 2019, las autoridades de Estados Unidos lo arrestaron en Texas. Fiscales estadounidenses lo acusaron de aceptar millones de dólares en sobornos del Cártel de Sinaloa. En 2023, García Luna fue declarado culpable de cargos relacionados con el tráfico de cocaína. Actualmente se encuentra recluido en una prisión de máxima seguridad en Colorado, cumpliendo una condena de 38 años.
César de Castro, el abogado defensor de García Luna, quien fue contactado la semana pasada para comentar, dijo que sería imposible comunicarse con su cliente en tan corto plazo.
EL FRACASO DEL FENTANILO
Al comenzar su primer mandato como presidente en 2017, Donald Trump buscaba adoptar una postura firme frente a México. Tenía ideas ambiciosas, como lanzar bombas contra los narcotraficantes o enviar fuerzas especiales estadounidenses. "Estaba lanzando ideas para ver qué funcionaba", dijo un exfuncionario de alto nivel de la Casa Blanca.
Al final, la tarea recayó en gran medida en la CIA. La estación de la agencia de inteligencia en México recibió un aumento de presupuesto de 200 millones de dólares, según dos exagentes de la DEA que trabajaron en asuntos relacionados con México. La agencia estadounidense intensificó sus operaciones antidrogas y utilizó los fondos adicionales para adquirir nuevo equipo, capacitar a sus unidades y pagar a sus informantes, dijo uno de los exagentes. Reuters no pudo confirmar de forma independiente este incremento presupuestal.
En 2018, a la CIA le llegó una oportunidad inesperada.
Fue entonces cuando el presidente de izquierda, Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo, prometiendo reducir la guerra contra el narcotráfico y, en su lugar, atender la pobreza que lleva a muchas personas a unirse a los cárteles. De acuerdo a datos del gobierno, 13 millones de mexicanos salieron de la pobreza durante su sexenio.
Mientras tanto, dejó públicamente de lado a la DEA y relevó a la Marina mexicana y a su unidad de fuerzas especiales, que había sido el principal socio de la DEA en el país, según exfuncionarios estadounidenses y mexicanos.
Pero la cooperación antidrogas con Washington no cesó por completo. En cambio, el papel de la CIA en estas operaciones creció después de que López Obrador colocó al Ejército mexicano al frente de la seguridad nacional. La unidad verificada de la CIA dentro Ejército volvió a ocupar un lugar central en la colaboración antidrogas entre México y Estados Unidos, de acuerdo con fuentes de seguridad actuales y retiradas.
Esa colaboración ofrecía una vía conveniente para que el mandatario mexicano calmara a Washington sin parecer que incumplía sus promesas de campaña, dijo un exdiplomático estadounidense desplegado en México en ese momento. "Si trabajas con la CIA, se supone que nadie va a saber nunca lo que hiciste", dijo el diplomático.
López Obrador no respondió a una lista de preguntas sobre su estrategia contra el narcotráfico.
Dentro de la embajada de Estados Unidos en Ciudad de México, estalló una lucha interna entre la DEA y la CIA ante el cambio en el equilibrio de poder, según media docena de funcionarios estadounidenses. Mientras tanto, fuera de las oficinas, el auge del fentanilo comenzó a transformar el mercado internacional de drogas.
Este potente opioide sintético es unas 50 veces más fuerte que la heroína, barato y relativamente fácil de producir. Al inicio del primer mandato de Trump, el fentanilo que llegaba a las calles de Estados Unidos provenía principalmente de China. Pero los cárteles mexicanos ya habían comenzado a importar los químicos necesarios para su fabricación y estaban aprendiendo a producir la droga.
Según autoridades estadounidenses, al frente de este esfuerzo estaban Ovidio Guzmán y sus hermanos. Tras el arresto de su padre en 2016, los hermanos enfrentaron a grupos rivales y lograron consolidarse como figuras clave dentro del cártel. Fueron apodados "Los Chapitos", y apostaron desde temprano por el opioide sintético. En pocos años, esa visión los convertiría en los mayores productores de fentanilo del mundo, de acuerdo con autoridades estadounidenses.
Pero la CIA tenía la mirada puesta en otro lado. Mientras los traficantes sentaban las bases de la industria del fentanilo en México, algunos analistas de drogas en la CIA estaban convencidos de que los cárteles planeaban aumentar la producción de heroína, según media docena de exfuncionarios de inteligencia y diplomáticos estadounidenses. Las autoridades de Estados Unidos presionaron al gobierno mexicano para intensificar la erradicación de amapola cultivada en zonas rurales del país. Otros dentro de la CIA estaban enfocados en frenar el flujo de cocaína sudamericana —entonces una prioridad para la administración Trump— hacia el norte.
Había poco tiempo para perseguir nuevas amenazas potenciales relacionadas con las drogas. "Lo dejamos pasar", dijo el exoficial de la CIA con larga trayectoria en América Latina.
La CIA no fue la única. Las agencias estadounidenses de seguridad y salud también fueron tomadas por sorpresa ante el rápido auge del fentanilo y su alarmante número de víctimas. Durante el primer mandato de Trump, las muertes por opioides sintéticos se dispararon a más de 56,000 en 2020, el doble que en 2017, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés). En total, cerca de 450,000 estadounidenses han muerto por opioides sintéticos en la última década.
LA CAZA CONTINÚA
En octubre de 2019, la unidad del Ejército mexicano verificada por la CIA, conocida como GAIN, encabezó el primer intento del gobierno mexicano por capturar a Ovidio Guzmán. Durante meses, sus soldados siguieron los movimientos de Ovidio y recopilaron un amplio expediente sobre sus vehículos, propiedades y rutina, según una fuente familiarizada con la operación. Finalmente, el 17 de octubre, el Ejército mexicano lanzó una operación de último momento liderada por GAIN. Los soldados lograron capturar a Ovidio. Pero la situación pronto se descontroló.
Cientos de hombres armados del cártel descendieron sobre Culiacán, la capital de Sinaloa. Los soldados mexicanos de la unidad verificada por la CIA quedaron atrapados. Los integrantes del Cártel de Sinaloa incendiaron vehículos y amenazaron con tomar por la fuerza el edificio militar que albergaba a las familias de los soldados desplegados en la zona. López Obrador ordenó al Ejército liberar a Ovidio para evitar muertes de civiles. El fiasco provocó un escándalo en México.
López Obrador reprendió públicamente a los responsables del operativo y ordenó al secretario de la Defensa Nacional revelar el nombre del líder de GAIN durante una conferencia de prensa. Fue una revelación sin precedentes, dada la amenaza de represalias por parte del crimen organizado contra soldados en esa posición. Sin embargo, ni el presidente ni el Ejército revelaron la relación de GAIN con la CIA.
En Estados Unidos, el número de muertes por sobredosis se disparó mientras los cárteles mexicanos aceleraban la producción de fentanilo. Ovidio y sus hermanos construyeron una operación a escala industrial en Sinaloa. En su sede en Langley, Virginia, la CIA transformó su centro antidrogas para atajar toda la cadena de suministro del fentanilo, según el testimonio de 2023 del entonces director William Burns ante un comité del Senado estadounidense. Los líderes del Cártel de Sinaloa, en particular "Los Chapitos", se convirtieron en algunos de los principales objetivos, según dos exfuncionarios estadounidenses de alto nivel informados sobre los esfuerzos del centro antidrogas.
En agosto de 2022, aviones de vigilancia estadounidenses que sobrevolaban Culiacán interceptaron comunicaciones encriptadas del cártel y la CIA intervino para descifrar los mensajes, según un exagente de seguridad estadounidense que trabajó en el caso. Reuters omite ciertos detalles sobre la interceptación a petición de funcionarios estadounidenses, quienes señalaron que su divulgación podría poner en riesgo métodos y a fuentes tanto mexicanas como estadounidenses.
Las comunicaciones descifradas ayudaron a las autoridades estadounidenses a localizar un complejo fuertemente custodiado en el poblado montañoso de Jesús María. El 5 de enero de 2023, la unidad del Ejército mexicano verificada por la CIA, GAIN, junto con cientos de soldados, fue desplegada en Sinaloa para rodear el escondite de Ovidio. Aprendiendo de los errores del operativo anterior, el Ejército atacó en plena madrugada y desplegó helicópteros armados que dispararon desde el aire contra sicarios del cártel. En total, 29 personas murieron en la operación, incluidos 10 soldados mexicanos.
México extraditó a Ovidio a Estados Unidos más tarde ese mismo año. En julio, se declaró culpable de cuatro cargos relacionados con distribución de drogas y participación en una organización criminal. Actualmente enfrenta una posible condena de cadena perpetua. Su abogado, Jeffrey Lichtman, no respondió a las solicitudes de comentarios.
En Estados Unidos, las muertes por sobredosis vinculadas a opioides sintéticos comenzaron a disminuir drásticamente a finales de 2023, en gran parte gracias a iniciativas para distribuir el medicamento naloxona, que revierte los efectos de una sobredosis.
Desde que Trump regresó al poder este año, sus recortes al financiamiento del sistema de salud han afectado programas de tratamiento contra las adicciones, iniciativas de distribución de naloxona y estudios que monitorean el consumo de drogas a nivel nacional.
Los datos sobre sobredosis en Estados Unidos están disponibles solo hasta marzo de 2025, cuando comenzaron los recortes, por lo que aún es demasiado pronto para determinar si han tenido un impacto en el número de muertes.
Desde el regreso de Trump a la presidencia, las incautaciones de fentanilo en la frontera estadounidense han caído más del 50% en comparación con el mismo periodo del año anterior, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
La administración ha atribuido esa disminución a su ofensiva contra el narcotráfico. Sin embargo, determinar la causa de esa caída es complicado, según un funcionario estadounidense, quien señaló que los cárteles podrían estar utilizando nuevas rutas de contrabando para evadir la detección o acumulando el opioide sintético con la esperanza de que la vigilancia fronteriza eventualmente disminuya.
En México, los homicidios también muestran una tendencia a la baja a nivel nacional desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia. Sin embargo, una guerra interna que se ha prolongado por un año dentro del Cártel de Sinaloa ha dejado miles de muertos o desaparecidos en ese estado. "Los Chapitos" se enfrentan a otra facción liderada por el hijo de Ismael "El Mayo" Zambada, quien cofundó el cártel junto con "El Chapo".
Según un funcionario estadounidense, el ala de "El Mayo" está en posición de tomar el control de la producción de fentanilo de "Los Chapitos", aunque enfrenta competencia del Cártel Jalisco Nueva Generación.
La larga persecución de la CIA contra el clan Guzmán aún no ha terminado. Uno de los principales objetivos de la agencia es Iván Archivaldo Guzmán, otro de los hijos de "El Chapo", quien sigue prófugo y no pudo ser localizado para hacer comentarios.
En febrero, comandos de élite mexicanos que colaboran con la unidad del Ejército verificada por la CIA estuvieron cerca de capturarlo en Culiacán, según una fuente de seguridad mexicana.
Iván logró escapar, como solía hacerlo su padre, a través de un túnel secreto.
Con información de Reuters