En un hecho inédito, Israel habilitó la entrada a la Franja de Gaza del Patriarca Latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, y su homólogo Greco-Ortodoxo de Jerusalén, Teófilo III, luego de que la única iglesia católia en la Franja fuera atacada por el ejército de Israel el jueves pasado y murieran tres personas. Pizzaballa denunció que el asedio contínuo a Gaza, donde ya fueron asesinados más de 58 mil palestinos, no tiene "justifiación". El cardenal mandó un mensaje a la Iglesia Católica y dijo que tienen el "deber moral" de denunciar la política del gobierno israelí en la Franja.
El papa León XIV también dirigió unas diras palabras contra el ejército de Israel en su misa del domingo. La presión internacional fue tan extendida que Israel accedió a que entraran los dos patriarcas que aprovecharon a llevar ayuda humanitaria, que Israel facilita a cuentagotas desde mayo pasado.
"Quisiera aclarar una cosa: no tenemos nada contra el mundo judío y no queremos en absoluto aparecer como aquellos que van contra la sociedad israelí o contra el judaísmo, pero tenemos el deber moral de expresar con absoluta claridad y franqueza nuestra crítica a la política que este gobierno está adoptando en Gaza", declaró el cardenal Pizzaballa en una entrevista a los medios vaticanos tras su regreso.
"Nos lo preguntamos todos. No conseguimos entender las razones de todo esto y, como ha dicho justamente el Papa —y nosotros también lo repetimos continuamente—, todo esto no es justificable", agregó. En la rueda de prensa en Jerusalén, el patriarca Teófilo III denunció la inacción internacional: "A la comunidad internacional le decimos, el silencio ante el sufrimiento es una traición a la conciencia".
En tanto, Pizzaballa dijo: "La ayuda humanitaria no solo es necesaria, es una cuestión de vida o muerte, negarla no es un retraso es una condena". Ambos líderes alertaron sobre la hambruna que golpea a la Franja y reclamrron respeto al derecho humanitario y la liberación de los rehenes.
Tras el ataque, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lamentó que "una munición perdida" del Ejército impactara en la iglesia, y aseguró que "cada vida inocente perdida es una tragedia", en un mensaje que se produjo solo después de haber conversado por teléfono con el presidente estadounidense Donald Trump. Posteriormente, el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, dijo que era legítimo dudar sobre si el ataque fue un error o si hubo "una voluntad", al considerar a los cristianos "un elemento de moderación" en Oriente Medio.
Durante su estancia en Gazza, Pizzaballa visitó la parroquia católica Sagrada Familia y hospitales en los que vio, según describió, "niños mutilados, cegados por las consecuencias de los bombardeos" y "familias enteras viviendo en tiendas a lo largo del mar, sin condiciones higiénicas mínimas y sin alimentos básicos". "Lo que también impresiona, y que las imágenes no pueden transmitir, es el olor, el humo, el olor de las explosiones, el olor que queda" después de las explosiones, relató con dureza el cardenal.