Un escenario apocalíptico que está por empeorar: denuncian que Gaza se queda sin combustible

Toda la ONU sólo tiene reservas para dos semanas más. Sin nafta, no hay generadores. Sin generadores, los hospitales se quedan sin luz y las incubadoras con bebés se apagan. La alerta de Unicef.

07 de julio, 2025 | 00.05

"Un escenario apocalíptico en el que todo fue destruido" por Israel, "una catástrofe", madres que no pueden dar la teta porque están desnutridas, familias y niños hambrientos y deshidratados dentro de carpas de plásticos que, ahora en el verano, levantan temperaturas de 45 grados; enfermedades de todo tipo que se multiplican en la Franja de Gaza gracias al agua contaminada, e hacinamiento, las defensas bajas de los palestinos, la falta de medicamentos y la basura que no se puede procesar. "Los niños, los civiles, las mujeres nunca estuvieron tan mal en esta guerra", describió en una entrevista con El Destape uno de los voceros de Unicef, Ricardo Pires. Pero todo puede empeorar y muy rápido, alertó el trabajador humanitario, en un momento en que la posibilidad de una tregua pende sólo de la voluntad de Donald Trump de presionar realmente a su aliado israelí.

Después de más tres meses de un bloqueo absoluto, Pires explicó que a la ONU sólo le quedan dos semanas de reservas mínimas de combustible en la Franja de Gaza, un elemento clave desde que Israel desconectó del sistema eléctrico al territorio palestino en octubre de 2023, una de las represalias por el sangriento ataque de Hamas que el ministro israelí de Energía, Eli Cohen, reivindicó en abril pasado "desde una perspectiva moral y de seguridad". Todo lo que aún funciona en Gaza lo hace con generadores alimentados con nafta: hospitales, luz, plantas purificadoras de agua, procesadoras de basura. "Sin electricidad, por ejemplo, los bebés que están en incubadoras se morirán", advirtió en un momento en que los muertos oficiales ya superan los 57.000, los heridos los 136.000 y los desaparecidos rondan los 100.000.

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Una guerra contra una población joven: 40% son menores de 14

Hace un mes y medio, el ex número dos del ejército israelí, general de reserva y actual titular del partido centrista Los demócratas, Yair Golan, lanzó una crítica que, por ser interna, sacudió al debate público en Israel mucho más que el sinfín de condenas internacionales de la ONU, organizaciones humanitarias y múltiples gobiernos extranjeros. "Un país cuerdo no combate a civiles, no mata a bebés como si fuera un hobby y no se adjudica el objetivo de expulsar poblaciones", sentenció. Le respondía al ministro de Finanzas de Benjamin Netanyahu, Bezalel Smotrich, quien había celebrado que "Gaza será destruida completamente. Los civiles serán enviados al Sur a una zona humanitaria sin Hamas o terrorismo y, desde ahí, empezarán a salir en grandes números a terceros países."

Pese al cimbronazo interno que significaron las palabras de Golan, nada cambió en la ofensiva contra Gaza. De hecho, Israel ya no mata a bebés, niños, mujeres y civiles sólo con bombas y tanques. Ahora también usa el hambre y las condiciones insalubres en lo que la relatora especial de la ONU para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, hace tiempo llama "un genocidio en proceso".

En abril pasado, cuando la iniciativa internacional IPC -una voz autorizada en el mundo humanitario en cuestiones de inseguridad alimentaria- lanzó su última alerta, advirtió que si Israel no levantaba su bloqueo militar sobre la Franja de Gaza, medio millón de palestinos sufrirán una hambruna para finales de septiembre. El gobierno de Netanyahu sigue negándose a levantar el bloqueo y dejar entrar los cientos de camiones que hace meses esperan con comida, combustible y medicamentos en los países vecinos y, por eso, los casos de malnutrición e, incluso, de chicos muertos de hambre comenzaron a multiplicarse. Al menos 66 niños ya fallecieron por falta de alimentos, según las autoridades locales -bajo control de Hamas- y Unicef declaró que los niveles de desnutrición infantil están creciendo "a un ritmo alarmante".

"Sabemos que los niños pasan hambre ahora, no tienen suficiente comida, no consumen suficientes calorías. Cuando llegan a niveles de desnutrición no reciben tratamientos. Esto es crítico, especialmente para niños de menos de cinco años. Todavía están desarrollando sus cuerpos", explicó Pires y destacó que éste es sólo uno de los traumas que enfrentan hoy los cientos de miles de menores en Gaza. 

"Cada vez hace más calor. Está empezando el verano. Imaginate lo que es vivir en carpas de plástico, carpas que están hechas de materiales sintéticos. El calor que hace adentro. La sensación térmica puede ir hasta 45, 46 o 47 grados. (...) Los chicos son muy muy vulnerables a estas altas temperaturas, especialmente tras sufrir las privaciones que vienen sufriendo. Sus cuerpos no pueden enfrentar estos cambios de la misma manera y sus órganos responden de forma distintas, a veces fallando", alertó el trabajador humanitario y agregó: "Les falta agua, comida y, desde de 20 meses de guerra, ya sufrieron el trauma de ser desplazado de su casa varias veces, de ver morir a sus seres queridos y, claro, el trauma del hambre."

Pires reconoce que no es ni el primero ni el único conflicto armado en el que hay niños que se mueren de hambre. Hoy, de hecho, se estima que Sudán atraviesa la peor crisis humanitaria del mundo por su guerra civil. Sin embargo, Gaza se ha convertido en un infierno especial para los más chicos: "Lo distintivo es la escala y la rapidez en la que mueren miles de niños, no sólo de enfermedades prevenibles, sino especialmente por bombardeos, ataques, esquirlas que vuelan tras una explosión. Está pasando muy rápido. Estamos hablando de al menos 50.000 niños fallecidos o heridos desde el 7 de octubre (de 2023). Y probablemente es una subestimación de la realidad porque no cuenta a los chicos que están enterrados bajo los escombros o los que no fueron reportados por los hospitales porque murieron en sus casas."

Una acumulación de traumas: las historias de los chicos

Pires propone bajar las cifras y las dramáticas advertencias a una historia concreta de una nena palestina de 8 años que conoció uno de sus colegas de Unicef. Apenas unos meses después de que Israel empezara la última ofensiva militar contra la Franja de Gaza, en febrero de 2024, uno de los bombardeos destruyó su casa y mató a toda su familia inmediata. Ella resultó herida, grave. La llevaron al hospital, donde la conoció el colega de Pires, y allí le tuvieron que amputar una pierna. Gaza ya es el territorio con mayor número de niños amputados per capita en el mundo.

Como sucedió con muchos niños que se convirtieron en huérfanos, se fue a vivir con su familia extendida: tíos, primos, etc. Un año después, el colega de Pires se la volvió a encontrar en un hospital, otra vez herida de gravedad. Las fuerzas israelíes habían atacado la casa de sus tíos y, nuevamente, perdió a muchos de sus seres queridos

"¿En qué parte del mundo pasa esto? ¿Qué una niña pase una y otra vez por este tipo de trauma? Y esto es sólo una historia de muchas", aseguró Pires y destacó cómo los traumas se superponen, volviendo la situación aún más catastrófica para la población palestina: "En este contexto, ahora, mis colegas me cuentan que la gente está empezando a quemar su ropa para poder hacer fuego y cocinar lo que consiguen, que muchas veces es un poco de harina mezclada con arena. ¿Se te ocurre una situación más apocalíptica para los niños que sufrir más de 600 días de guerra, de violencia constante y en estas condiciones? Realmente, después de 15 años de trabajo, no encuentro nada con qué compararlo."

Pese a la urgencia, la tregua no llega 

Lejos de reconocer lo dramático de la crisis humanitaria que enfrentan los palestinos en Gaza, Israel sigue apostando a profundizar sus ataques militares y ahora también sumó una nueva y repudiada estrategia hacia la hambrienta población civil. Habilitó a una empresa privada estadounidense a entregar una cantidad insuficiente de alimentos y agua a través de un número insuficiente de centros de distribución de la peor manera posible: los fuerza a transitar zonas militarizadas, los encierra en jaulas y, cuando la desesperación que impone el hambre y la posible muerte de sus seres queridos, desata estampidas y corridas, les dispara a quemarropa "para dispersarlos", según confesaron soldados israelíes recientemente. Ya fueron asesinados así más de 700 palestinos. Todos desarmados, todos desesperados por volver a sus familias y seres queridos con un poco de harina o agua.

Para Pires, Israel está convirtiendo a Gaza en "un campo de la muerte". "Es una tormenta perfecta para los niños ahora. Temo que, por lo que estamos viendo, se vienen unas semanas muy oscuras por delante", aseguró. El fin de semana, unos días después de esta entrevista, la oficina de Netanyahu informó que las garantías que pedía Hamas para sellar un alto el fuego "no eran aceptables", lo que pareció dinamitar las esperanzas de un fin de los bombardeos y del bloqueo que permita empezar a sanar a una población civil destrozada. Todo depende ahora de la reunión que mantenga este lunes el premier israelí con su aliado Donald Trump en la Casa Blanca.

Por eso, las palabras del vocero de Unicef mantienen toda su actualidad y urgencia: "Lo que todos pueden ver es que el mundo no hizo lo suficiente. La presión que hayan ejercido los gobiernos alrededor del mundo para mejorar la situación de los niños palestinos no fue suficiente. Hoy tenemos 50.000 chicos muertos o heridos en 20 meses. Toda la comunidad internacional falló". Y advirtió: "Hemos visto doble estándares cuando se trata del derecho internacional humanitario, que son las leyes de la guerra y que existen desde la Segunda Guerra Mundial, desde la Convención de Ginebra, para prevenir que este tipo de horror suceda de nuevo. Y ahora parece que el derecho internacional humanitario es selectivo y eso es un precedente muy peligroso. Es muy peligroso que los niños crezcan entendiendo que el derecho no es lo que define si vas a vivir o morir, sino más bien quién tiene las armas más grandes."