La agenda oficial en favor de una mayor flexibilidad laboral empieza a expresar sus resultados incluso antes de la sanción de las reformas. El mercado laboral en Argentina muestra una tendencia a la flexibilización de hecho, tanto en los salarios como en el empleo. Lejos de las ventajas que pregonan los impulsores de la reforma, sus efectos son más desigualdad, inestabilidad laboral y deterioro de ingresos.
En primer lugar, los últimos datos laborales sugieren un debilitamiento de la negociación colectiva. La dinámica de los salarios altos muestra una tendencia positiva diferente a la de los salarios medios y bajos, más influidos por la negociación colectiva. La exigente pauta salarial del gobierno concentra sus efectos sobre los trabajadores de menores ingresos.
Los asalariados de altos ingresos, usualmente fuera de convenio, conseguirían así aumentos más importantes que la inmensa mayoría de sus pares de salarios medios y bajos. Este comportamiento estaría afectando al promedio de los salarios efectivos “hacia arriba”, debido a la mayor incidencia relativa de los salarios más altos.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Estas tendencias ponen en evidencia: (1) una pérdida de importancia de las paritarias sectoriales en los salarios altos; (2) que las negociaciones sectoriales fijan pisos, efecto que es más potente en los salarios bajos y medios y; (iii) como la negociación colectiva afecta más a los salarios bajos y medios, su debilitamiento anticipa una mayor desigualdad.
MÁS INFO
Dichas evidencias se dan en el marco de una caída histórica del poder adquisitivo del Salario Mínimo, contribuyendo a la ampliación de las diferencias salariales. El cuadro sugiere que los efectos desigualadores del debilitamiento de la negociación colectiva ya se estarían manifestando.
En segundo lugar, desde agosto de 2023 se perdieron más de 177.000 empleos privados registrados. La caída se compensa parcialmente con un aumento del trabajo independiente y no registrado, lo que implica un corrimiento hacia formas laborales más flexibles, pero también más precarias.
Aunque esta tendencia aparece en varios países -muchos de ellos desarrollados, con seguros de desempleo amplios y generosos-, en Argentina se monta sobre problemas estructurales: informalidad con baja productividad, ingresos históricamente reducidos y mecanismos de protección débiles para informales y desocupados. Hoy la mayor flexibilidad, lejos de dinamizar el empleo de calidad, tiende a retroalimentar la crisis de ingresos y la inestabilidad laboral.
Los datos de panel de la EPH confirman esta fragilidad: 8 de cada 10 trabajadores registrados suelen mantener su puesto un año después, pero entre los cuentapropistas solo 5,9 de cada 10 lo conservan y entre los no registrados 5,3 de cada 10. La expansión de estas formas de empleo, con mayores tasas de salida, incrementa la rotación y reduce la estabilidad del empleo.
En síntesis, las tendencias del mercado de trabajo expresan un proceso de flexibilización. Las ideas que moldean las propuestas de reformas del oficialismo asocian la flexibilidad al aumento de los ingresos y mejores oportunidades laborales. Lejos de estos preceptos, la creciente flexibilidad del mercado laboral viene impulsando una mayor desigualdad e inestabilidad del empleo.
La agenda desregulatoria, en lugar de revertir estos efectos, amenaza intensificarlos, especialmente si el esquema macroeconómico continúa imponiendo una tendencia al estancamiento a la actividad y los ingresos. La agenda laboral del gobierno plantea por lo tanto un elevado riesgo de frustración.
