CGT marcha para cumplir y activa el modo electoral para el resto del año

La movilización de este jueves encontrará a la dirigencia de la central obrera más ocupada en su rearme interno pautado para noviembre y en las elecciones bonaerenses y generales. Reedición de la tensión entre dialoguistas y confrontativos pero con un cambio de protagonistas. 

06 de agosto, 2025 | 08.58

La movilización por San Cayetano de este jueves se perfila como el último acto visible de protesta en 2025 para la CGT, que consumirá el resto del año en planificar su participación en las elecciones generales y, sobre todo, su renovación de autoridades pautada para noviembre. Tras amagar con una concurrencia masiva al acto que cada año convocan los movimientos sociales y que además contará con la participación de las dos versiones de la CTA, la central mayoritaria optó por una movilización más modesta a cargo de sus “cuerpos orgánicos” (las estructuras de delegados y militantes de seccionales puntuales) que aguardará en la esquina de Diagonal Sur y la avenida 9 de Julio la llegada de las columnas que cumplirán la caminata desde el templo religioso situado en Liniers.

La asistencia acotada puede explicarse en varios factores, que van desde la dificultad creciente del sindicalismo tradicional para movilizar masivamente a trabajadores más preocupados por perder el presentismo hasta el temor a una represión desatada por la participación de infiltrados. Pero en el fondo es una muestra más de parálisis que impera en la CGT en la segunda mitad de este año como consecuencia de las diferencias internas en su cúpula dirigencial, acrecentadas por la inminencia de la elección de un nuevo liderazgo y Consejo Directivo.

En lo esencial la central sindical transita un nuevo capítulo de su histórica tensión entre dirigentes más confrontativos y otros con vocación dialoguista a ultranza, sólo que con protagonistas diferentes de los que en las últimas décadas personificaron cada rol. De hecho el sector naturalmente asociado con el acuerdismo –los “gordos” de los grandes gremios de servicios- quedó a cargo de tensionar con el Gobierno. Al menos lo mostraron así Héctor Daer, uno de los triunviros y jefe de Sanidad, y el mercantil Armando Cavalieri al extender con el equipo económico los conflictos por sus respectivas paritarias en momentos en que otros sindicalistas más identificados con la confrontación, como el camionero Hugo Moyano, cerraban aumentos salariales a gusto del ministro Luis Caputo.

En el espacio de los “gordos” creen que mostrar los dientes en la previa a las elecciones bonaerenses y nacionales de medio término les permitirá apuntalar la candidatura de Jorge Sola (sindicato del Seguro) para reemplazar el triunvirato que completan Octavio Argüello (Camioneros) y Carlos Acuña (estaciones de servicio). Daer, que como anticipó El Destape fue el primero de los secretarios generales en confirmar que no iría este año por su reelección, se apuró a construir la candidatura de Sola incluso como alternativa unipersonal para salir de nueve años consecutivos de jefatura colegiada.

La mayor oposición interna a este sector quedó en manos de un grupo reducido pero influyente de dirigentes resueltos a explorar el diálogo a toda costa con Javier Milei. Lo encabeza Gerardo Martínez (albañiles, Uocra), el representante de la CGT ante el Consejo de Mayo, un estamento creado por el Gobierno para explorar una nueva reforma laboral, entre otros puntos estratégicos. También forma parte de este espacio Andrés Rodríguez (estatales, UPCN), que a pesar de haber sido uno de los mayores impulsores de la participación de la central en la marcha de San Cayetano mantiene sintonía con el ala política del Ejecutivo y firma sistemáticamente las paritarias a la baja que propone Caputo para la administración pública nacional a cambio de una reducción del impacto entre sus afiliados de la motosierra de Federico Sturzenegger. Otro que suele acudir a reuniones con funcionarios es el docente Sergio Romero (UDA), interesado en explorar vías de acuerdo con los libertarios y en sostener la Caja Complementaria de Previsión para trabajadores del rubro.

El espacio dialoguista tiene a Cristian Jerónimo como candidato para un eventual nuevo triunvirato bajo la premisa de que no habrá suficientes consensos para una jefatura unipersonal en la CGT. Jerónimo encabeza el sindicato de empleados de la industria del vidrio (Seivara) y mostró hasta ahora la ductilidad suficiente como para haber sido habitué en encuentros con el Papa Francisco, participar en reuniones en la Casa Rosada y sentar a la misma mesa a dirigentes habitualmente malquistados entre sí.

En caso de replicarse una conducción tripartita Luis Barrionuevo intentará revalidar su espacio con un reemplazante de su confianza para Acuña, el otro sobreviviente del esquema de tres secretarios generales desde su versión inicial, en 2016. Para ese lugar el gastronómico ya hizo saber que su candidato será Daniel Vila, del sindicato de Carga y Descarga con una aparición rutilante en el tablero sindical en los últimos años como protegido de Marcos Galperín en los galpones de Mercado Libre. Esa condición, de hecho, ya le valió una impugnación por parte de Hugo Moyano, el mayor afectado por ese acuerdo al excluir el convenio de Camioneros de esos ámbitos.

En tanto, los espacios históricamente más confrontativos de la CGT, ligados a Cristina Fernández, permanecen en un rol marginal en la disputa interna. Para este segmento fue un golpe por ahora sin recuperación la salida de escena por decisión propia de Pablo Moyano, desautorizado por su propio padre mientras detentaba el cargo de secretario general de la central. A pesar de contar con gremios con peso propio, dirigentes como Abel Furlán (metalúrgicos, UOM), Sergio Palazzo (Asociación Bancaria) o Ricardo Pignanelli (mecánicos, Smata) no mostraron hasta ahora un interés puntual de incidir en el rearmado de la principal organización obrera. Parece lógico, sobre todo en el caso de los gremios del sector industrial, en vista de la crisis sin fondo que atraviesan la mayor parte de los rubros fabriles.

La tensión interna trepó al tope del interés de los dirigentes sindicales luego de haber sido marginados en las mesas de negociación con vistas a las candidaturas bonaerenses para el 7 de septiembre y sin un horizonte claro de revertir esa tendencia para los comicios legislativos de medio término en octubre. No obstante la mayoría coincide en que el resultado de la votación será clave para los planes de Javier Milei de avanzar con otra reforma laboral, en este caso más lesiva para las estructuras sindicales y contraria a la legislación que consagra el monopolio de representación vigente. De ahí que un sector mayoritario de la CGT cruza los dedos por un buen desempeño de Axel Kicillof en septiembre que les permita ilusionarse para el mes siguiente y, de paso, valerse de la buena relación que construyeron con el gobernador para ganar más protagonismo en las listas de octubre.