Javier Milei viajó a Estados Unidos en busca de una foto y volvió con un bochorno. La imagen con Donald Trump —razón de ser del viaje e idealizada como símbolo de afinidad ideológica y gesto para los mercados— no se materializó. En su lugar, Trump regaló un sablazo: aranceles del 10% para todas las exportaciones argentinas. Fue el cierre de una semana que expuso las carencias de una política exterior basada en la devoción personal antes que en los intereses nacionales.
La gala en Mar-a-Lago, promocionada como un homenaje libertario a Milei, terminó en un desfile de malentendidos y facturas cruzadas. Literal: para ingresar al evento se cobraron entradas desde 750 dólares, aunque el precio para acceder a Trump -según reveló el medio The Wire- cotiza entre uno y cinco millones de dólares por una foto o una cena privada.
Natalia de Negri, la ex chica Coppola devenida en host televisiva y gestora del evento, aseguró haber cedido sin costo la mesa que ocuparon los hermanos Javier y Karina Milei, el ministro Luis Caputo y el canciller Gerardo Werthein.
Durante la gala Milei posó para las selfies con rubias pulposas, bailó al ritmo de Village People y prometió modificar la normativa argentina a gusto de Trump. Pero el anfitrión eludió todo contacto con el presidente argentino, a quien horas antes le hizo llegar una serie de exigencias que implican, en términos sencillos, abrir de par en par el país a los productos estadounidenses y cancelar el vínculo con China, verdadero objetivo de la guerra declarada por la Casa Blanca.
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Pliego de exigencias
En medio de la visita fallida de Milei a Miami el gobierno hizo saber que negociaba un listado de 50 productos libres de aranceles. Se sugirió que la lista corresponde a productos que Argentina exporta a EE.UU, pero en realidad es al revés: son exportaciones estadounidenses al país.
La lista de deseos figuran en dos documentos oficiales donde la administración republicana explica la decisión de implementar “aranceles recíprocos” con casi todo el mundo. El primero, un manifiesto de tono patriótico, denuncia “restricciones no arancelarias” que limitan la entrada de productos estadounidenses. Allí Argentina es citada como ejemplo de país que impone trabas injustificadas a bienes remanufacturados, equipos usados y productos de alto valor agregado. El segundo texto —un extenso informe sobre barreras al comercio— se detiene en detalles técnicos: dólar importador, impuestos, licencias, aranceles internos, prohibiciones aduaneras. Medidas de protección a la producción local que el gobierno de Mieli se comprometió gustoso a desmantelar.
Según el Informe Nacional sobre Estimación del Comercio de EE.UU., Argentina mantiene barreras arancelarias y no arancelarias que afectan bienes clave como maquinaria agrícola usada, equipos médicos de segunda mano, repuestos automotrices, vehículos ferroviarios, tractores, aviones, barcos y productos ópticos y electrónicos. También se cuestiona la prohibición, vigente desde 2002, de importar ganado bovino estadounidense, alegando riesgos sanitarios "infundados". El arrugue de barreras reclamado por Trump implicaría tiro de gracia para un entramado industrial que se derrumba.
A media máquina
La exigencia de EE.UU. llega en un contexto de deterioro acelerado. Según la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), el país registró en 2024 la mayor caída industrial del mundo: una contracción del 9,4% interanual. Rubros como minerales no metálicos (-24,3%), muebles y otras manufacturas (-18,6%) y maquinaria y equipo (-18,6%) lideraron el retroceso. Solo la refinación de petróleo mostró crecimiento (+2%).
El derrumbe se precipitó por múltiples factores: caída de la demanda interna, pérdida del poder adquisitivo del salario real y una fuerte recesión en sectores clave como la construcción. A esto se suma el desarme de políticas industriales, con la eliminación de herramientas de financiamiento para pymes, programas sectoriales y estímulos al desarrollo tecnológico.
En simultáneo, la apertura comercial impulsada por el Ejecutivo generó un boom de importaciones: las de alimentos crecieron 87% interanual, alcanzando un récord histórico. Las de maquinarias y equipos subieron 50%, y más del 30% en partes y piezas. La industria automotriz, con menor demanda de autopartes, continúa en retracción. Y la apreciación del tipo de cambio, sumada al aumento de costos en dólares, pone en jaque a casi todos los sectores manufactureros.
Semana negra
Al deterioro productivo se sumó esta semana la pérdida de valor de las firmas argentinas en los mercados financieros. Las acciones de empresas locales que cotizan en Wall Street registraron caídas de hasta el 13,4% el último viernes. Las entidades bancarias y energéticas fueron las más golpeadas: Banco Galicia (-9,87%), BBVA (-10,86%), Banco Macro (-9,64%) y Pampa Energía (-7,59%). Los bonos soberanos también bajaron hasta un 3,6% y el riesgo país alcanzó los 943 puntos básicos, acumulando un alza del 48,5% en lo que va del año.
El Banco Central, por su parte, volvió a perder reservas: en 13 de las últimas 14 ruedas vendió divisas, cerrando la semana con un saldo negativo de 31 millones de dólares. Las reservas brutas internacionales cayeron casi 3.000 millones en tres semanas y se ubicaron en 25.119 millones de dólares.
En ese escenario el acuerdo que el Gobierno busca cerrar con el Fondo Monetario Internacional por 20.000 millones de dólares se complica. Un despacho de la agencia Bloomberg reveló que, en el marco de confrontación global provocada por el arancelazo de Trump, los directores del organismo no lograron consenso sobre el primer desembolso, lo que podría demorar o incluso frustrar la firma del programa. La noticia profundizó la preocupación en el mercado, que considera clave el acuerdo con el Fondo para reforzar reservas y garantizar sostenibilidad financiera en el corto plazo.
A esta dificultad técnica se suma una incertidumbre política de mayor alcance: ¿puede Estados Unidos abandonar el FMI? La posibilidad surge del llamado "Proyecto 2025" impulsado por la Heritage Foundation -un think tank alineado con el Partido Republicano-, que propone retirar a Estados Unidos tanto del Fondo como del Banco Mundial. Trump ya dio el primer paso: al asumir su segundo mandato el 20 de enero, mantuvo vacantes las posiciones de director titular y suplente en el board del FMI.
Actualmente, las posiciones de Washington en el organismo se expresan a través de la subdirectora general Gita Gopinath. Sin embargo, un documento reservado del Congreso estadounidense reveló que Trump dio un plazo de seis meses al Tesoro para evaluar la viabilidad legal y financiera de una salida formal de ambas instituciones. De concretarse, sería un giro histórico: tanto el FMI como el Banco Mundial fueron creados tras la Segunda Guerra Mundial como pilares del orden económico internacional que Trump, según se vio esta semana, se propone detonar.
Lluvia ácida
Con la velocidad de los rumores malintencionados se difundió en cenáculos políticos porteños que el propio Mauricio Macri intercedió con su amigo Trump para que evadiera la foto con Milei. De ser cierto, habría sido el primero de una secuencia de "golpes" que el gobierno acusó del ex presidente. Fue Patricia Bullrich, ex candidata a presidenta del PRO, quien usó la palabra para describir la acción decisiva de Macri para voltear los pliegos Ariel Lijo y García Mansilla. "Fue un golpe institucional. (Macri) Se juntó con el kirchnerismo para voltearle un decreto al presidente Milei. Le dieron el quórum. Me dio lástima, es la vendetta. Le salió el ‘tanito’, fue una vendetta total y absoluta de una persona que está con bronca y que actúa por impulso y no por inteligencia”, repudió Bullrich, a poco de conocerse el resultado de la votación del Senado sobre los pliegos de los candidatos del oficialismo al máximo tribunal.
Glenn Parada, uno de los creadores de MACA y gestores del encuentro fallido en Mar a Lago, descargó culpas en el canciller Werthein por la foto que no fue. "Estaba todo listo para que se juntaran, pero cuando faltaban pocos minutos para concretar el encuentro, los argentinos se levantaron y se fueron. Aparentemente se enojaron”, concluyó el lobbysta de origen salvadoreño.
No es lo que muestran las selfies que Milei se sacó a montones en el ágape. En las redes hay decenas de postales que muestran a Milei posando con quien se le pusiera al lado y bailando YMCA, el hit retro que Trump usó en su campaña. El rictus festivo del presidente argentino contrasta con el relato de una comitiva ofendida por la demora del mandatario anfitrión.
Aún más: en el discurso de premiación, Milei se deshizo en elogios y promesas a la administración norteamericana con la esperanza de reducir el impacto del arancelazo y, sobre todo, lograr que Trump intervenga ante el FMI para que conceda los dólares que Luis Toto Caputo (presente en Mar a Lago) necesita para cerrar su segundo ciclo de timba, deuda y fuga. Para conceder esos beneficios, sin embargo, el gobierno estadounidense ya hizo saber que requiere mucho más que fotos y lisonjas: quiere que Argentina rompa relaciones con China.
“Queremos asegurarnos de que ningún acuerdo con el Fondo Monetario termine prolongando esa línea de crédito o ese swap que tienen con China. Si hacemos eso nos estamos tirando un tiro en el pie”, dijo el encargado de América Latina para el Departamento de Estado norteamericano, Mauricio Claver-Carone, al referirse a la negociación que intenta cerrar el gobierno con el organismo internacional. El swap, que orilla los 18 mil millones de dólares, es más que un aporte financiero de China a la Argentina: es un requisito para sostener el flujo comercial con la potencia asiática, principal destino de la producción agropecuaria nacional. ¿Mieli detonará un vínculo económico determinante de la Argentina -en particular, en las provincias del centro del país- en la antesala del proceso electoral?
Tironeado por las exigencias de su admirado Trump, las necesidades financieras de su ministro timbero, el temor de los empresarios que lo incubaron y la decepción creciente de los que lo votaron, Milei, que se ufana de pensar como matemático más que como político, se encuentra ahora frente a una ecuación compleja que solo se resuelve con la sabiduría política de un Jefe de Estado. Herramienta que, como quedó expuesto en la última semana, el presidente no posee.