Milei festejó en un marco de apatía que castigó al PJ y hundió al PRO

Con apenas el 53% de participación electoral, Milei conquistó el bastión histórico del macrismo en CABA. Santoro quedó segundo y retuvo la primera minoría legislativa, mientras el PRO sufrió su peor derrota desde su fundación. El ausentismo récord golpeó al peronismo y profundizó la crisis del espacio amarillo, que ahora enfrenta un posible éxodo masivo de dirigentes hacia las filas violetas. El mapa que asemeja el comicio a un plebiscito económico.

18 de mayo, 2025 | 20.56

La apatía signó la elección porteña. Apenas votó el 53,2 % del padrón, la participación más baja desde el regreso de la democracia en CABA. Y la peor afluencia en lo que va del año electoral.

El triunfo del espacio de Javier Milei sobre el partido fundado por Mauricio Macri quebró la hegemonía del PRO en CABA y ratificó el liderazgo del oficialismo nacional sobre la derecha.

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Segundo quedó Leandro Santoro, el candidato del armado pan peronista que quedó rezagado del objetivo de máxima, que era ganar las elecciones, pero aún así celebró haber recuperado territorio -ganó del centro al sur de la ciudad- y un triunfo de palacio: sumar dos legisladores y retener la primera minoría en la legislatura porteña. Como aliciente adicional, Santoro obtuvo la mejor marca porcentual -27,35%- en elecciones de medio término para el PJ y aliados desde el 2009. Al cierre del domingo el dato circulaba como inflador anímico entre la militancia del PJ porteño, cabizbaja por el contraste con las encuestas que en la previa auspiciaban un batacazo. 

Como ocurrió en las cinco elecciones locales anteriores -Santa Fe, Salta, Chaco, San Luis, Jujuy- el ausentismo restó votos a todos, pero en especial al pan-peronismo. En Caba, por caso, Santoro rozó los 440 mil votos, unos 140 mil menos que los 581.450 que cosechó en 2023. Es cierto: aquellas fueron elecciones ejecutivas, con una oferta polarizada y en el marco de un comicio presidencial. Pero aún así el drenaje de votos es un dato a tener en cuenta de cara a octubre, cuando se jugará la revancha en las elecciones legislativas nacionales, donde la ciudad será una de las 8 jurisdicciones que elegirá senador.

Ese desafío será particularmente decisivo para Mauricio Macri, que quedó obligado a jugar como candidato para intentar salvar al PRO en su tierra natal. La apuesta que se le presenta es a todo o nada: una nueva derrota sepultaría al PRO, con el agregado de que la sepulturera podría ser la enemiga íntima Patricia Bullrich, que haría escala en el Senado para presentarse luego como candidata a jefa de gobierno de la ciudad.  

Las alternativas impulsadas para restar votos a sus primos ideológicos mayores no gravitaron en el resultado final. Ramiro Marra, Ricardo Caruso Lombardi y Yamil Santoro no restaron gran cosa a Manuel Adorni, del mismo modo que Juan Abal Medina -0,5%- y Alejandro Kim -2,03%- no gravitaron en desmedro de Santoro, quién aún sumando esos votos hubiera quedado por debajo de Adorni. Algo similar ocurrió con el PRO: los 8 puntos porcentuales de Horacio Rodríguez Larreta le hicieron cosquillas a Silvia Lospenatto -15,9%-, pero ni aún sumando lo obtenido por el ex Jefe de Gobierno hubiese llegado al segundo lugar. El mal desempeño de la diputada rompió la inercia de las elecciones locales, donde los oficialismos se venían imponiendo con comodidad. No fue el caso del PRO porteño, que quedó en zona de descenso. Nota adicional para la Coalición Cívica y la UCR, dos fuerzas con historia en la CABA que ni siquiera superaron el umbral para incorporar nombres a la Legislatura.

La composición del parlamento porteño constituye una preocupación adicional para el PRO, que ahora deberá lidiar con la primera minoría peronista y La Libertad Avanza como segunda fuerza. La novedad acaso aliente la transición de Jorge Macri hacia territorio violeta, rincón abierto de par en par a la peregrinación de dirigentes del PRO. Sobre todo en provincia de Buenos Aires, donde la derrota en CABA puede gatillar un éxodo masivo de los amarillos a las listas libertarias.

El mapa del resultado electoral en CABA refleja que el comicio funcionó como un plebiscito económico de Milei. El fenómeno violeta se extendió por los barrios del norte porteño —bastiones tradicionalmente amarillos— y arrasó especialmente en Recoleta, Núñez, Belgrano y Palermo, donde la clase media alta y alta pareció decidir que Milei representa mejor sus intereses que un PRO desgastado por años de gestión. El cordón sur, de anclaje más popular, se inclinó por Santoro, que operó como vector del voto bronca de los trabajadores pauperizados que eligieron votar. Otros se expresaron con la ausencia.

La defección política que atravesó al electorado porteño pegó de lleno en las filas del pan-peronismo, que otra vez vio cómo muchos de sus votantes habituales decidieron quedarse en casa. El fenómeno replicó la experiencia de las elecciones provinciales ocurridas durante este año, en un mensaje de hartazgo que los dirigentes se niegan a digerir y, por lo tanto, a metabolizar en una renovación que se presenta tan necesaria como urgente.

Los libertarios, por su parte, celebraron lo que consideran "el primer paso de la revolución cultural" en la ciudad. En tren de suturar fisuras internas, el presidente agradeció a su hermana Karina -omnipresente como gran estratega del triunfo- y envió elogio consuelo a Santiago Caputo, con foto de familia incluida. “Se pintó de violeta el bastión amarillo” dedicó Milei a Macri en su discurso triunfal. Lógico: era el trofeo que había ido a buscar.