Exclusivo: con Milei pierden hasta los bancos y la confianza en el peso no mejora

A días de las elecciones, los datos del Banco Central revelan que el sistema financiero también empieza a perder plata. Además, un estudio muestra que el salvataje de Bessent no logró alterar la desconfianza social en la estabilidad libertaria.  

22 de octubre, 2025 | 00.05

A días de las elecciones legislativas que pueden definir su futuro, la figura de Javier Milei está rodeada de indicadores negativos. Ni Scott Bessent ni Donald Trump pueden impedir que la presión dolarizadora vaya en ascenso y el dólar cruce otra vez la barrera de los 1500 pesos. Con la promesa de la dolarización arrumbada y una estabilidad que languidece a medida que los salvatajes se agotan, el presidente se acerca al 26 de octubre con una imagen que no lo favorece. La fragilidad está a la vista y perfora el mundo de las finanzas para trasladarse a la percepción social. 

Un interesante estudio de la Universidad de San Martín muestra que el operativo salvataje que lideró Bessent para beneficiar a los grandes fondos de inversión -el mundo del que proviene- no logró despejar los fantasmas ni elevar la confianza en el peso. Se trata del Índice de Confianza Social en la Moneda (ICSM), que mide en forma sistemática cómo la percepción de los argentinos sobre el peso afecta a la vida cotidiana, las expectativas económicas, la confianza en las instituciones y los vínculos interpersonales. En octubre, mientras el gobierno de Trump ensayaba el rescate público de una Argentina, la desconfianza en el peso y la estabilidad libertaria se mantuvo estable. El ICSM registró 2,95 puntos sobre 5, casi el mismo registro de agosto (2,90), lo que está en línea con un nivel de confianza crítico que no se alteró con el salvataje MAGA. La encuesta fue realizada por Opinaia en base a 1.226 casos y el trabajo destaca que en Argentina, donde la estabilidad monetaria es una excepción, la confianza en el peso constituye un barómetro privilegiado de la legitimidad política y la cohesión social.

El otro dato es tan o más revelador y surge del informe sobre bancos que publicó el Banco Central el viernes pasado. De acuerdo a la última información que difundió la entidad que preside Santiago Bausili, en agosto pasado el sistema financiero perdió 2.900 millones de pesos y profundizó una tendencia preocupante, que da cuenta de la inestabilidad creciente. Se trata de la segunda medición consecutiva en la que los bancos pierden porque el informe de julio había arrojado un saldo negativo de 300 millones de pesos La caida de agosto es la peor de los últimos 5 años o la peor de la historia, si se tiene en cuenta que fue a partir de agosto de 2020 cuando los balances de las entidades financieras comenzaron a ajustarse por inflación y permitir la comparación histórica. 

Un informe de la Gerencia de Estudios del Banco Provincia en base a las estadísticas del BCRA, aporta más precios sobre el momento que atraviesa el sector, uno de los ganadores permanentes que Milei está llevando a perder. En los  primeros ocho meses del año electoral, dice el trabajo coordinado por Matías Rajnerman, el sector financiero acumuló una ganancia de 3.900 millones de pesos. La cifra puede ser considerada elevada por sectores como la industria, el comercio y la construcción, pero es exactamente la mitad de lo que ganaron los bancos en el mismo período de 2021, cuando se registró el piso anterior y la ganancia ascendió a una cifra  equivalente a 7800 millones de pesos. El tobogán es todavía más pronunciado si se lo compara con la ganancia promedio entre 2020 y 2023, cuando obtuvieron un beneficio equivalente a 17.200 millones de pesos de hoy o se se mira en relación a los primeros ocho meses de 2024, cuando los bancos tuvieron una ganancia que escaló a los 45.000 millones de pesos de hoy. 

El dato es sintomático. Conducido por la consultora Anker y bajo la supervisión de Milei, el modelo de la extrema derecha dejó en sus primeros dos años un tendal de heridos. A la caída del poder adquisitivo, el ajuste sobre los jubilados, la salud pública, la obra pública y la educación, hay que sumarle el golpe sobre la industria, los servicios y, ahora también, el sistema financiero. 

El análisis pega en la línea de flotación de un gobierno que llegó al poder con la promesa de recuperar la estabilidad perdida. Sin embargo, hoy otro trabajo de Rubikon Intel con fecha del 20 de octubre muestra que la inflación y el aumento de precios es el principal problema de la Argentina (44,4%) seguido por el desempleo y la falta de ingresos  (44.2%).

El Índice de Confianza Social en la Moneda que elabora la UNSAM aporta otras variables que muestran un escenario adverso para el oficialismo. El 40% de los encuestados no cree que el gobierno estabilice el valor del peso y el 49% cree que la inflación será alta o muy alta los próximos meses. Además, entre los consultados, predomina el escepticismo sobre la capacidad del peso para mantener su valor y la confianza en el ahorro en pesos sigue en niveles críticos. Esos temores conviven con una paradoja: el peso sigue siendo la referencia central de precios y contratos y se mantiene plenamente funcional en la vida cotidiana. “El peso funciona, pero no se confía en él como proyección de estabilidad. Su eficacia transaccional convive con una profunda desconfianza temporal y política. El peso sigue siendo el vínculo material de la vida social, pero no logra consolidarse como vínculo de futuro”, dicen los autores del trabajo.

Si se divide por franjas, el estudio indica que la desconfianza es mayor en el AMBA que en las provincias y entre las mujeres que no apuestan a su función de ahorro futuro. A la inversa, los jóvenes le otorgan al peso algo más de crédito, un rasgo que sugiere un horizonte generacional menos marcado por memorias inflacionarias.

El relevamiento aporta datos que pueden pasarle factura a Milei el próximo domingo, sobre todo si se tiene en cuenta que llegó a la presidencia con la promesa de resolver la inestabilidad y bajar la inflación. A medida que el Índice de Confianza Social en la Moneda desciende, concluye el trabajo, caen simultáneamente la confianza interpersonal entre vecinos y desconocidos, la predisposición a cooperar con los otros, la confianza institucional en el gobierno, el Congreso y el sistema judicial y la confianza en el futuro, tanto en relación al progreso personal como a las posibilidades de que la situación de la Argentina mejore.