Empezó octubre pero las elecciones del 26 de octubre todavía quedan demasiado lejos. Tres semanas y media hasta el día en que, ya todos descuentan, el pueblo argentino, con su veredicto, va a definir algo más que la composición del Congreso. Un verdadero plebiscito para el gobierno nacional, que buscará el respaldo necesario para reconstruir la confianza que hoy le falta o encontrará el rechazo que ponga fin al experimento libertario. El camino estará plagado de obstáculos: Javier Milei deberá afrontar una batalla tras otra, durante 25 días, con poco margen de error y menos herramientas en la cartera, para demostrarle al mundo, como siempre quiso hacer, que están todos equivocados menos él.
Durante dos años Milei se dedicó a abrir frentes y dejarlos abiertos, creyendo que la inercia misma del poder iba terminar inclinando cada uno a su favor. El cálculo salió mal y ahora su imperio parece haber extendido demasiado sus fronteras a base de conflictos que no puede solucionar y que ahora que el presidente está débil amenazan con el colapso a todo lo que construyó en este tiempo. Las bases del poder libertario en la Argentina siempre fueron delegadas. Por los capitalistas, de fortuna legal o ilegal, que lo financiaron a cambio leyes pret a porter, negocios e información privilegiada; por gobernadores timoratos; por potencias extranjeras y por el antiperonismo de siempre, que le prestó votos, voceros y legisladores.
Esos préstamos de confianza suplen la incapacidad del gobierno de generar por su cuenta tan preciado insumo, y cada vez se renuevan por plazos más cortos (día a día, desde el 7 de septiembre) y a cambio de intereses y condicionalidades cada vez más costosos. Por eso a la pregunta lógica a esta altura del partido, que es si el gobierno puede ganar las elecciones de medio término, se le adhirieron otras dos, que resuenan en todas las conversaciones de la política y el círculo rojo: ¿Llega Milei a las elecciones? En cualquier escenario razonable la respuesta obvia es que sí, pero no estamos en un escenario razonable. La segunda: ¿Si llega, y eventualmente logra un papel decoroso, a qué costo, pensando en el día después?
De todas las batallas abiertas por este gobierno la más costosa para ellos es la financiera, porque es el termómetro que la propia narrativa que el presidente y su equipo establecieron como vara. De acuerdo al credo neoliberal que profesan, todas las variantes e indicadores deben subordinarse siempre al resultado financiero. Si, como en este caso, después de dos años de liquidación de la economía real, de las alianzas políticas y hasta del contrato social en nombre de los numeritos verdes mágicos el tablero sigue empecinado en teñirse de rojo, a pesar del respaldo del Tesoro norteamericano, a pesar de la liquidación adelantada de divisas, a pesar de todo, eso sólo puede leerse como un fracaso tan profundo como difícil de revertir.
Y eso afecta de forma lineal el segundo frente de batalla, que es el de las expectativas. Milei tiene el raro talento de defraudar a todos sus interlocutores. Y se vuelve cuesta arriba desandar ese camino. Incluso el gobierno de Estados Unidos le está reclamando casi a los gritos que empiece a cumplir lo que le pidieron. Lo escribió hace pocas horas Román Lejtman para Infobae, desde Washington: “El debate técnico entre Bessent y Caputo encalló porque aún la Casa Rosada no puso en marcha las reformas políticas y geopolíticas que solicitó Washington”, escribió: “que se fortalezca el gabinete nacional para llegar a un acuerdo sólido con la oposición y que se reduzca la influencia de China a la mínima expresión”.
Lejos del radar de los funcionarios y gobernantes argentinos, la batalla de la economía real es otro desastre de magnitud. El regreso de la brecha y un CCL que ya toca los 1600 pesos están empujando a la remarcación de precios. El gobierno llegará a las elecciones con la inflación al alza, mientras la recesión se profundiza. A los productores rurales no les está yendo bien. La industria está en su peor momento en décadas. Las grandes empresas argentinas que cotizan en bolsa perdieron a veces la mitad o más de su valor. La morosidad de las familias argentinas está en valores récord, al igual que la caída del consumo de productos básicos. Con esos parámetros, la batalla electoral también es una gran incógnita.
Mientras tanto, día tras día, Milei y su equipo deben afrontar una batalla cotidiana contra los escándalos que los tocan muy de cerca. El diputado José Luis Espert, primer candidato en la provincia de Buenos Aires, no puede desmentir en cámara que recibió un pago de 200 mil dólares del narco Fred Machado, que tiene, a su vez, vínculos familiares con otra diputada y candidata en estas elecciones, la rionegrina Lorena Villaverde, de la que ahora nos enteramos que estuvo presa en Estados Unidos porque la encontraron con un ladrillo de cocaína. Espert es resistido por todos en La Libertad Avanza excepto el presidente, que los sostiene contra viento y marea. ¿Es sólo por afinidad política o personal o hay algún otro motivo?
También sigue su curso la investigación por la estafa Libra, que tuvo esta semana novedades que complican aún más la situación de los hermanos Milei. Por un lado Hayden Davis, el creador de la criptomoneda, presentó un escrito en la causa que tramita en Estados Unidos donde dice que “si los inversores confiaron en alguna declaración expresa, fueron las verdaderas declaraciones de Milei” y que “las decenas de miles de inversores que intercambiaron valiosos activos digitales por tokens $LIBRA tras la publicación de la primera publicación del presidente Milei en X aparentemente lo hicieron porque creían que el token y el proyecto Viva La Libertad estaban ‘afiliados y apoyados por la administración de Milei’”.
Por otra parte, documentación provista por Binance, una empresa que da servicio de billeteras para cripto, confirmó a los diputados de la Comisión Investigadora en el Congreso que una cuenta a nombre de Mauricio Novelli, socio de Milei, proveyó los fondos necesarios para el lanzamiento de Libra. Esa misma billetera recibió pagos por alrededor de 900.000 dólares entre la realización del Tech Forum, en octubre del 24, y dos semanas antes del lanzamiento de la estafa, en febrero de este año. De acuerdo al informe ese dinero proviene de otra billetera asociada a KIP protocol, la empresa que dio apoyo al lanzamiento y pertenece a Julian Peh, el ciudadano singapurense que ingresó al país y a Casa Rosada usando otro nombre.
Karina Milei sigue desoyendo las convocatorias del Congreso para dar explicaciones y su hermano se negó a contestar preguntas de la comisión por escrito. En esa obstrucción de la justicia no sólo hay causales para el juicio político, también delitos penales y hasta motivos para solicitar, eventualmente, una prisión preventiva. A la secretaria general de la Presidencia además van a convocarla para que rinda cuentas ante el Poder Legislativo por otros asuntos, como el fentanilo contaminado y las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad. La apuesta del gobierno en este asunto es la misma que en casi todos: tratar de que todo quede obstaculizado hasta después de las elecciones y luego quién sabe.
El Congreso va a seguir siendo fuente de problemas para el gobierno también casi a diario. Hoy volverá a sufrir duras derrotas en el Senado, esta vez para rechazar los vetos a las leyes de emergencia pediátrica y de presupuesto universitario. Si los dos tercios opositores se mantienen consistentes (en las últimas votaciones se superó con mucha holgura ese número) en el temario pueden colarse otros asuntos incómodos, como el rechazo al decreto por la privatización de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima, que controla las centrales nucleares. La semana que viene sesionará la cámara baja y buena parte de la agenda girará en torno al futuro de Espert, un tema incómodo para discutir en vísperas de una elección.
El oficialismo, mientras tanto, sigue inmerso en batallas internas, que desgastan innecesariamente a una administración que necesita con urgencia frenar la sangría. El rol de Karina seguirá siendo asunto de debate en tanto y en cuanto dure la idea de componer un gobierno más amplio con la incorporación del PRO o de algunos gobernadores. Sin embargo, la batalla más importante que tiene Milei por delante es contra sí mismo. Si decide intentar, al menos, dar el paso que lo convierta en un político profesional, y hacer lo necesario para garantizar su supervivencia, o si decidirá y al frente con las botas puestas, en cuyo caso el resultado difícilmente sea distinto al que todos le están advirtiendo.