Para la nueva etapa, contrató los servicios del rabino uruguayo Richard Kaufmann. Renacido después del 26 de octubre, Javier Milei busca apoyo espiritual para la fase del reformismo permanente que Mauricio Macri vio volar por los aires antes de tiempo. El presidente conoció a Kaufmann en abril de 2024, la primera vez que visitó el Muro de los Lamentos. Los presentó Axel Wahnish, el rabino personal que el presidente decidió nombrar como embajador en Israel. Ahora Kaufmann entrena a Milei para dominar su polo negativo, regular el ego interior y controlar el orgullo, algo que está mal visto en la tradición del judaísmo ortodoxo y no sirve en política.
No solo Wahnish vincula al rabino uruguayo con Milei. También ACILBA, la sede de la comunidad judeo marroquí que Kaufmann elige para pasar Shabat cuando viene a Buenos Aires. Antes de convertirse en la sombra de Milei, Wahnish se desempeñaba como rabino en ACILBA, un núcleo religioso que se inspira en el sionismo revisionista de Jabotinsky, el líder del movimiento Betar que Benjamin Netanwyahu presenta como prócer nacional desde que llegó al poder en Israel.
Wahnish se mantiene en contacto con Milei y hasta puede decir que no descuida sus funciones. El martes, Milei va a recibir al canciller israelí Gideon Sa’ar en lo que sería la escala previa de otra visita. En el gobierno, deslizan que están avanzadas las tratativas para que el presidente israelí Isaac Herzog aterrice finalmente en la Argentina el año que viene. A Herzog le pueden preguntar por Diego Spagnuolo y Miguel Angel Calvete, pero su viaje será menos riesgoso que el de Netanyahu, con pedido de captura internacional.
Alineado sin fisuras con el eje Trump-Netanyahu, Milei delegó en la mesa política la táctica para aprobar en los próximos meses las reformas que le interesa exhibir en el exterior. Al esquema de su hermana, los Menem y un Santiago Caputo disminuido, se suman Patricia Bullrich y Diego Santilli, dos resentidos con Macri que se acoplaron a la extrema derecha para captar el apoyo del colaboracionismo.
Aferrados a la estabilidad que les devolvió el voto de 9 millones y medio de personas, en el gobierno hoy todo es triunfalismo. “El 26 hicimos un gol de mitad de cancha. El mérito nuestro fue patear”, dice un hombre de confianza de la hermana presidencial. Piensan que la transformación económica de Milei será irreversible y que la oposición política está derrotada por completo.
La convocatoria fallida de José Mayans a los senadores del PJ, el archipiélago de gobernadores que se predisponen a negociar en grupos y la reunión de Santilli con Gerardo Zamora los terminaron de convencer de que las leyes van a pasar. En la Cámara de Diputados, el objetivo es conformar un bloque de 93 miembros, una cifra que hubiera sonado demencial hace apenas un mes y permite pelear por la primera minoría. Sobre todo, si el peronismo en fuga sigue debilitando a Unión por la Patria.
En el frente judicial, Karina no confía en Santiago y quiere tener un ministro de Justicia que le responda directamente. Alguien de perfil bajo que replique en el área la tarea que comenzó Pablo Quirno a nivel de la diplomacia, cuando detonó el backchannel de Caputo e institucionalizó el vínculo de los Milei con Estados Unidos. En el gobierno dicen que Mariano Cuneo Libarona sobrevive a modo de transición. Los problemas que asaltan a los Milei desde Comodoro Py necesitan un hombre propio para terminar con el servicio tercerizado de Sebastián Amerio. Para la disputa con Victoria Villarruel y sus aliados, Milei asocia soberanía con moneda y designa al general Carlos Presti -hijo de un represor de la última dictadura- como ministro.
Que se alinearon los planetas queda claro cuando se ve la regresión de los voceros del gobierno. Si camino al 26-10 reclamaban cambios, casi como accionistas de LLA, ahora atacan como rottweilers de la Embajada que no sueltan a CFK. Comodoro Py les obedece.
Cerca del presidente, creen que la próxima etapa es clave para “desparasitar” la cabeza de los argentinos. Milei toma el concepto del ultraderechista Axel Kaiser, el clon chileno de Agustín Laje que escribe sobre los parásitos mentales que propaga el colectivismo. Es el hermano del libertario Johannes Kaiser, que acaba de obtener el 13,9% de los votos en Chile y ya comprometió su apoyo decisivo a José Antonio Kast para el balotaje.
Aunque Lula haya obtenido bastante más que él en el acuerdo con Donald Trump, Milei tiene tiempo para meditar y predicar porque el pato rengo lo financia, como sucedió en octubre con el pago de 872 millones de dólares al FMI que confirmó Scott Bessent. El grado de injerencia del Tesoro de Estados Unidos sobre las finanzas públicas de la Argentina confirma que la de Milei es una democracia tutelada.
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Sin embargo, el resultado de las elecciones legislativas derrumbó el riesgo país y relanzó el festival de endeudamiento privado con más fuerza que nunca. Entre el 27 de octubre y el jueves último, las Obligaciones Negociables que emitieron las grandes empresas escaló a 3277 millones de dólares. Es un récord absoluto, que supera en un 40% el boom anterior de las ON bajo Milei. “El pico anterior era mayo 2025 (2336 millones de dólares) y octubre 2024, con los dólares del blanqueo (2200 millones)”, dice el economista jefe del Banco Provincia, Matías Rajnerman. Es un revival de lo que ya se dio durante la aventura de Cambiemos y terminó mal, en especial para el Frente de Todos, que rifó el superávit comercial que tuvo para subsidiar con dólar barato la cancelación de la deuda de las empresas.
El dólar barato que disfrutan los sectores que pueden irse de vacaciones al exterior contrasta con la caída del superávit comercial. Los datos oficiales de octubre muestran que se llegó al nivel más bajo de los últimos meses y que 2025 puede cerrar con un saldo favorable de U$ 9900 millones, la mitad del que se registró en 2024 (U$18.928 millones). Es un modelo inviable pero con un efecto diferido, por el salvataje de Trump.
A la tranquilidad de superficie, que ilusiona al gobierno con cruzar diciembre y el resto del verano sin turbulencia, se suma el operativo contención de daños que la extrema derecha amplió con transferencias a los sectores vulnerables. Un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso muestra por qué la pobreza, que se situaba en 40,1% en el primer semestre de 2023, llegó al pico de 52,9% en el primer semestre de 2024, y cayó a 31,6% en el primer semestre de 2025.
El trabajo analiza tres políticas de transferencia de ingresos focalizadas en la niñez y adolescencia: la AUH, la Prestación Alimentar y el Plan 1000 Días. El caso de la AUH es el más significativo. De acuerdo a la OPC -un órgano apartidario- el valor de la asignación medido en pesos constantes está en el punto más alto desde 2009. El dato contrasta con el final del FDT, donde la AUH quedó licuada por la inflación y cayó, a fines de 2023, a su mínimo histórico.
El Plan 1000 Días se incrementó 500% en el 2024 y mantuvo a partir de entonces su valor estable. La Tarjeta Alimentar, en cambio, perdió poder de compra y quedó siempre por debajo de la inflación.
En los últimos 16 años, la cantidad total de beneficiarios de estas tres políticas pasó de 4,7 a más de 7,4 millones de personas. La conclusión del informe es contundente. “De no existir estas prestaciones, habría un 10% más de pobres y un 82% más de indigentes, fenómeno más acentuado en los hogares en los que hay menores”, dice. En otras palabras, las transferencias son cruciales para que 2.671.992 personas y 611.570 hogares queden apenas por encima del umbral de la pobreza extrema (indigencia) y puedan acceder a una canasta básica de alimentos. Para la OPC, la ampliación de la cobertura responde más a la necesidad de contener a una población creciente en situación de vulnerabilidad que a la consolidación de un sistema de protección universal.
¿Milei tiene un cheque en blanco o queda obligado como nunca a ofrecer resultados? Los datos del Banco Central de septiembre muestran que se triplicó el nivel de morosidad de las familias y llegó al nivel más alto de los últimos 15 años (7,4%). En el caso de los préstamos personales, el número es todavía mayor (9,1%). Es un relevamiento que se restringe a los sectores bancarizados: la realidad en los niveles más bajos es mucho peor.
La secretaria general del sindicato AMMAR, Georgina Orellano, contó en Radio Con Vos que los problemas con prestamistas son hoy el tema principal en los barrios populares junto con el narcomenudeo. Ante la imposibilidad de demostrar ingresos, muchas personas ya no pueden recurrir a lugares como Efectivo SI y apelan a prestamistas de barrios para obtener montos a tasas usurarias que después no pueden pagar. “Cuando se habla de deuda, no se habla de la que tenés en Mercado Pago o en la tarjeta de crédito: eso es de clase media. Acá se trata de otro sujeto más roto, más abajo”, contó Orellano. Los conflictos de dinero, las amenazas y los tiroteos en la fachada de una casa donde alguien no pagó, dijo, se convirtieron en una realidad. La agenda política y mediática está siempre a años luz de la realidad de las clases bajas, donde la pelea diaria es por sobrevivir.
Con dólar barato y respaldo supranacional, Milei ensaya su propia y desigual alianza de clases: alta rentabilidad en sectores específicos, viajes al exterior para clases acomodadas y precaria estabilidad con red social para la clase media baja y baja. ¿Alcanza para un país de 46 millones de personas?
En la superficie, el gobierno parece tener todo bajo control. Milei y Santilli tienen ya un bloque transversal de gobernadores mineros para derogar la ley de Glaciares o aprobar una nueva norma. Además, viene el debate por la reforma laboral, un tema en el que LLA aparece a la ofensiva.
En un mosaico laboral astillado, donde hay 9 millones de trabajadores registrados -6 millones en el sector privado y 3 en el estado- y otros 9 millones de informales, Milei quiere legalizar la precariedad de hecho. Hoy hasta los precarios tienen derecho a reclamar en la justicia. Con la nueva ley, se pretende desactivar ese frente.
La reforma que quiere la extrema derecha se da en el peor de los contextos, el de una segunda recesión libertaria, donde todos los días se gatillan despidos y lo único que se crea es empleo informal vía monotributo, el régimen que el gobierno también estudia dar de baja. Si antes de Milei, el mercado de trabajo ajustaba por ingreso y el poder adquisitivo ya acumulaba años de retroceso, ahora se suma el ajuste por empleo, producto de la caída de la actividad, la avalancha de importaciones y el cierre de empresas.
Así y todo, la oposición y el sindicalismo están en una encerrona. El riesgo es desconocer la expansión del precariado al que solo le habla Milei y quedar en la defensa de los incluidos en un marco en que ya hay varias generaciones que nacieron a la intemperie laboral. No todo depende de la cúpula de la CGT. El abogado laboralista Matías Cremonte dice que los sindicatos van a jugar un papel clave porque, como los intendentes en la política, son el primer mostrador al que los trabajadores llegan con sus reclamos.
Un intento interesante de abandonar la postura defensiva es el trabajo que acaban de difundir los investigadores del Centro Capacitación y Estudios sobre el Trabajo y el Desarrollo de la UNSAM, Matías Maito, Ignacio Garay y Lila Schachtel. Los autores recuerdan que la jornada tradicional de 8 horas surgió como protección frente a los tiempos de trabajo prolongados de los inicios de la industrialización y cumple todavía una función frente a los contratos flexibles y los bancos de horas, las variantes que mencionan en torno a Milei. Sin embargo, Maito, Garay y Schachtel marcan que la jornada estándar perdió atractivo entre los que aspiran a organizar sus tiempos y destacan un problema de fondo: hoy el precio para ganar autonomía es la exclusión de los derechos laborales.
Los autores aseguran que esa incompatibilidad puede ser superada y recuperan el concepto de “soberanía del tiempo”, planteado por la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de la OIT. La propuesta sostiene que la pretensión de trabajadores que prefieren organizar sus propios tiempos puede ser incorporada como parte del repertorio de derechos, algo que rige en países como Reino Unido, Australia, España, Finlandia, Brasil, Chile, Colombia. Para eso, sería necesario reformar la Ley de Contrato de Trabajo 20.744. Pero además afirman que esa autonomía, cuando responde a las necesidades de los trabajadores, deriva en beneficios para las empresas porque genera un aumento de la productividad.
Según la Encuesta nacional sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad, ya en 2018 el 23% de los trabajadores formales del sector privado declaraba tener cierto nivel de control sobre sus horarios. El trabajo de los investigadores de la UNSAM se titula “Dueños del reloj. Aportes para una ampliación de la soberanía del tiempo de trabajo en Argentina”. Es un intento de hablarle a los plataformizados que ven al peronismo extraviado en el recuerdo de un país que no existe más.
