Encontraron fósiles de un conjunto de aves de hace siete millones de años

Y también de una nueva especie de dinosaurio saurópodo de hace entre 93 y 91 millones al que bautizaron Cienciargentina sanchezi en honor al sistema científico local

05 de mayo, 2025 | 23.34

Así como entre los ejemplares más codiciados de filatelistas y bibliófilos se cuentan los más difíciles de ubicar, la estampilla de una tirada que se imprimió al revés o el tomo de una primera edición completamente agotada, para los paleontólogos esas “figuritas difíciles” son las aves, cuya delicada estructura soporta mal el paso de las eras

Son de los ‘bichos’ más raros –explica Federico Agnolín, investigador del Conicet en el Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) y de la Fundación Azara–. Por dos aspectos. Los huesos son muy frágiles, huecos, entonces siempre se rompen. Es muy difícil encontrar un hueso entero y más, un esqueleto. Así que cuando damos con cualquier pedacito siempre es una gran alegría, porque son las figuritas más difíciles de todas, más raras que los mamíferos, que ya son raros de por sí. Y cuando aparecen, siempre son muy ‘mezquinos’, porque es un trocito nada más. Encontrar varios huesos que más o menos te  hablen de un conjunto, de un ensamble faunístico de aves, es un hallazgo para celebrar”. 

Todo esto explica el entusiasmo de Agnolín y un grupo de investigadores del MACN, la Fundación Félix de Azara y la Universidad Nacional de San Juan cuando se encontraron con restos de aves de hace siete millones de años, un momento en el que nuestro territorio estaba cubierto por extensos pastizales secos que se extendían desde el extremo norte del Chaco, hasta la provincia de Río Negro. “En ellos convivían mamíferos actualmente extintos, como los gigantes gliptodontes (parientes de los armadillos), esparasodontes (carnívoros parientes de las comadrejas) y una gran cantidad de ungulados pastadores que recuerdan a rinocerontes, hipopótamos, camellos y caballos. Todas estas formas se habían desarrollado en nuestro continente luego de la extinción de los dinosaurios, y no se encuentran en ningún otro lugar del mundo”, cuentan en un comunicado.

“Descubrimos ancestros extintos cuyos linajes condujeron a los actuales patos, gallaretas, flamencos –detalla Agnolín– y otras especies tan incompletas que ni siquiera sabemos cómo clasificarlas, pero seguro que son nuevas porque ya tienen 7 millones de años de antigüedad. La duración de una especie es variable, depende del linaje, pero está calculada en unos dos millones de años, no mucho más”.

Trozos de huesos fósiles de las diferentes especies de hace siete millones de años

Entre los fósiles, los científicos lograron descubrir tres especies previamente desconocidas para la ciencia. La primera, Hunucornis huayanen, llamada así por Hunuc, que en la cosmogonía Huarpe era una deidad amiga de los animales, era similar a los macaes, aves buceadoras que a primera vista son semejantes a los patos. Constituye el registro más antiguo para el grupo en todo el continente.

La segunda es un pato, pariente de los cauquenes, al que llamaron Zqueheanas hebe, “un homenaje a Hebe de Bonafini, la incansable luchadora por los derechos humanos y dirigente fundamental de las Madres de Plaza de Mayo”, afirman.

Y la tercera es Palaelodus haroldocontii, nombrada en honor a Haroldo Conti, el destacado escritor desaparecido en la última dictadura cívico-militar argentina. Esta forma perteneció a un grupo de aves de aspecto externo semejante a los flamencos actuales. A diferencia de estos, su pico era puntiagudo y no era filtrador de agua, pero seguramente consumía pequeños caracoles, insectos y otros invertebrados acuáticos.

Todo el conjunto se asemeja a los enjambres que pueblan las lagunas que hoy se pueden ver en planicies y ambientes áridos de la provincia de San Juan.

Todas son descendientes de los dinosaurios –cuenta Agnolín–, lo que pasa es que están ya muy modificadas. Si uno se va a las primeras, como Arquéopterix [que vivió hace entre 150 y 148 millones de años], puede ver que conserva rasgos reptilianos: pueden tener dientes y una larga cola huesuda.  De los descendientes de esos primeros van a salir estas aves. Así como nosotros somos mamíferos, pero el primer mamífero debe haber sido similar a una comadreja”.

Arqueopteryx, género extinto de aves primitivas, aparentemente con caracteres intermedios entre los dinosaurios emplumados y las aves modernas

La geografía en la que habitaban era parecida a la actual: grandes lagunas o al menos cuerpos de agua que se secaban periódicamente. “La Cordillera de los Andes ya había aflorado del todo y había empezado la gran etapa de aridez argentina –subraya Agnolín–. Cuando no existía, los vientos del Pacífico traían humedad y teníamos los bosques de la Patagonia. Al surgir, genera una aridez que llega a su punto cúlmine en la Era del Hielo. Esto es previo a esa etapa”.

De acuerdo con el paleontólogo, lo que le agrega interés al hallazgo es que prácticamente toda la información con que se cuenta proviene de la Patagonia. “La mayor parte de las evidencias sobre aves de después de la caída del meteorito,  viene del Sur –explica Agnolín–. Las superficies de rocas expuestas son tan grandes, están tan libres de vegetación que uno puede encontrar de todo. En cambio, por ejemplo en lugares como las cordillera, donde el surgimiento de las montañas plegó y destruyó tanto las rocas, es más difícil encontrar fósiles. Y en el norte pasa lo mismo. Hay, por supuesto, pero las aves siempre son escasas en todos estos lugares. Del centro, de San Juan, no había prácticamente nada. De todo lo que es Cuyo, desconocemos la historia de las aves, cero”. 

Entre otras rarezas, los científicos encontraron uno de los más antiguos ejemplares de macá, especie similar a los patos, pero no emparentada, muy escaso en el registro fósil mundial. 

El descubrimiento se da a conocer en momentos en que la ciencia local sufre una dramática asfixia de fondos. “Yo había ganado el segundo subsidio más alto que se otorga, me sentía Gardel –concluye Agnolín–. Íbamos a poder comprar computadoras, lupas, martillos… Y nunca me lo pagaron. Es tremendo lo que está pasando”. 

El trabajo se publicó en la revista Historical Biology (https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/08912963.2025.2475538?src=)

Ilustración: Gabriel Diaz Yanten

Se agranda la familia

Pero esto no es todo. Hace unos días, los paleontólogos Leonardo Salgado, investigador del Conicet en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología de la Universidad Nacional de Rio Negro (UNRN), y María Edith Simón dieron a conocer en Cretaceous Research ( https://doi.org/10.1016/j.cretres.2025.106137) otro hallazgo notable: una nueva especie de dinosaurio herbívoro que vivió hace entre 93 y 91 millones de años en lo que hoy es la provincia de Neuquén. Los científicos bautizaron a esta nueva especie perteneciente al grupo de los saurópodos, caracterizados por su cuello largo y su gran masa corporal, Cienciargentina sanchezi

La primera parte del nombre rinde tributo al sistema de ciencia y tecnología argentino, y “a la importancia que el mismo tuvo y tiene para el desarrollo de nuestro país. Sin ciencia y tecnología no hay futuro para la Argentina”, indica Salgado en un comunicado del Conicet. 

Trabajo de campo. Foto: gentileza investigador

El nombre sanchezi se le otorgó en honor a la doctora Teresa Sánchez, fallecida en 2011. Sánchez, que fue investigadora principal del CONICET, profesora titular en la Universidad Nacional de Córdoba y directora del Centro de Investigaciones Paleobiológicas (CIPAL) dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, realizó grandes aportes a la paleontología de invertebrados a nivel nacional e internacional, y se destacó por su dedicación a la formación de recursos humanos.

Bajo la dirección de Salgado y Sánchez, María Edith Simón desarrolló esta investigación como parte de su tesis de doctorado entre 2004 y 2011. Los restos se descubrieron en el yacimiento conocido como 'La Antena', a unos 2 km de Villa El Chocón y a unos 85 km de la ciudad de Neuquén y abarcan un conjunto de 44 huesos atribuidos a tres individuos diferentes. 

“No hay estimación de dimensiones o peso porque el material es fragmentario, pero estimamos que no sería muy grande, a lo sumo, unos 10 metros de longitud y unas 10 toneladas, a ojo –cuenta Salgado–. Convivía con otros saurópodos de la misma familia, los rebaquisáuridos. Estos últimos fueron muy importantes en los ecosistemas cretácicos y desaparecieron a mediados de ese período en un evento de extinción masiva que ocurrió hace 90 millones de años y en el que también se extinguieron los carcarodontosáuridos [de bracitos cortos], algunos de los mayores carnívoros terrestres conocidos. 

Bochones con los fósiles de Cienciargentina sanchezi. Foto: gentileza investigador

Como predadores hay dos candidatos: el Skorpiovenator, un abelisaurio, y los carcarodontosáuridos, como Meraxes –destaca Salgado–. Ambos terópodos vienen de los mismos niveles y más o menos de la misma localidad. No hay restos importantes de otros grupos, al menos en esta localidad”.

De acuerdo con el paleontólogo, “Lo interesante de este grupo es que hay una diversidad importante a mediados del cretácico, poco antes de extinguirse. Después, solo quedan los titanosaurios, siempre dentro del grupo de los saurópodos. Los rebaquisáuridos se extinguen a mediados del cretácico, junto con otros grupos de dinosaurios. [Esa época] coincide con un pico en el tamaño alcanzado por algunos titanosaurios, como Patagotitan o Argentinosaurus. Interesante este cretácico medio…”

En su comunicado, los científicos también informan que la relevancia de esta nueva especie “radica en que se considera uno de los últimos saurópodos diplodocoideos a nivel mundial antes del recambio de la fauna ocurrido a comienzos del Cretácico Tardío, cuando fueron reemplazados por comunidades integradas exclusivamente por otro grupo de saurópodos: los titanosaurios".