Maestro de innumerables generaciones de físicos formados en el Instituto Balseiro (IB), falleció este lunes Francisco (“Paco, como lo conocían todos) De la Cruz, reconocido como una de las figuras más destacadas de la física local y uno de los que en la segunda mitad del Siglo XX cimentaron la historia del Instituto. De la Cruz dirigió durante décadas el prestigioso Laboratorio de Bajas Temperaturas del Centro Atómico Bariloche y formó un grupo de referencia en la física experimental latinoamericana.
“Paco era un tipo muy especial, que vivía todo con enorme compromiso y pasión. Desde el primero al último día como si estuviera descubriendo algo nuevo. Su entusiasmo a los 70 lo veo como me imagino debe haber sido cuando tenía 20. Fue uno de los más ilustres egresados del IB, un pionero incansable –comenta, entristecido, el físico Alex Fainstein, también egresado del Balseiro–, creador del Laboratorio de Bajas Temperaturas, que posicionó en el tope mundial en la época en que se descubrieron los superconductores de alta temperatura, cuando el ‘partido’ se jugaba en las más altas ligas. Y lo hizo desde el extremo Sur, en un país con incesantes crisis y conflictos.
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“Fue, junto con Mario Mariscotti el artífice de la creación de la ‘Agencia’ [Anpcyt, que distribuía los fondos para proyectos], un cambio esencial en el sistema científico nacional que se rigió por mecanismos de financiamiento que seguían las mejores tradiciones internacionales –continúa–. Esto abrió puertas a muchos que volvimos en aquella época al país, con posibles caminos para financiar, de manera competitiva y con inversiones significativas, nuestras propuestas. Aunque su trabajo estaba motivado principalmente por la curiosidad, nunca dejó de lado la perspectiva tecnológica de impacto para nuestro país. Quizás no mucha gente lo sepa, pero la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN) es producto de sus sueños y gestiones.
“Mi carrera no hubiera sido lo que fue sin su generosidad y ejemplo. A muchos nos abrió puertas, en aquel entonces en grupos que eran como ir a jugar al Barza: Bell Labs, el Instituto Max Planck en Alemania…. No fui su discípulo y sin embargo tuve esas oportunidades por sus gestiones.
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“En un momento en que era algo inusual, con una visión estratégica motorizó una evaluación internacional del área de Física del Balseiro, allá por los ochenta, para ayudar a definir cómo potenciar una siguiente etapa institucional. El grupo que yo formé surgió de esa evaluación, gracias al compromiso y apoyo continuado y totalmente desinteresado de Paco”.
Nacido en España, De la Cruz llegó al país a los 13 años. “Mi familia escapaba de la Guerra Civil y buscaba nuevos horizontes”, solía contar. Fue su madre, alguna vez considerada la maestra más joven de España, la que le inspiró el gusto por la matemática (y le permitió obviar la escuela primaria e ingresar directamente en la secundaria).
Mientras estudiaba ingeniería civil, un compañero lo convenció de ir a estudiar a Bariloche. Eran épocas en las que el propio José Balseiro –que fue su profesor en casi todas las materias de la licenciatura– iniciaba su proyecto de una institución de excelencia. Allí conoció a su esposa, María Elena Porta, también física, y nacieron sus dos hijos.
Después de ingresar como becario al entonces “Instituto de Física” en 1958, De la Cruz viajó con su esposa y sus hijos pequeños a los Estados Unidos para hacer un posdoctorado en la Universidad Brown. Luego de tres años, regresaron a Bariloche, ciudad que no volvería a abandonar y donde impulsó el recién creado Laboratorio de Bajas Temperaturas.
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Exceptuando estadías como profesor visitante en Stuttgart (Alemania), Grenoble (Francia), Trieste (Italia) y Barcelona (España), permaneció siempre en esa ciudad, donde ademas de investigar practicó la docencia durante décadas en el Balseiro. Fue un enorme formador de recursos humanos, dirigió 23 tesis doctorales y más de 30 de maestría. “Mi experiencia científica es casi totalmente argentina –subrayó en ocasión de recibir el Premio Bunge y Born–, porque tras un posdoctorado en el exterior, trabajé toda mi vida en el Laboratorio de Bajas Temperaturas. Nos impulsó un joven investigador norteamericano que nos imprimió la idea de que las cosas había que hacerlas bien, seriamente”.
Sus investigaciones se centraron en la física de la materia condensada, con una especialización en la fenomenología de los superconductores de alta temperatura. Con sus estudiantes, exploraba qué ocurre con los materiales cuando se acercan al frío absoluto (273 grados Celsius bajo cero). “Al ir enfriándose, sus átomos suelen quedarse más quietos –explicó–. Pero, en contra de lo que creía la física clásica, muy cerca del cero absoluto hay movimientos y van apareciendo nuevos fenómenos. Uno de ellos es la superconductividad, que es lo que he estudiado la mayor parte de mi vida; es decir, la capacidad que tienen algunos metales de dejar circular la corriente eléctrica sin ningún tipo de roce. Es esta característica de la materia la que dio lugar a la tomografía (en la que un imán superconductor está enfriado a –269 grados Celsius) y a trenes experimentales que en Japón circulan a 500 kilómetros por hora”. Publicó más de 150 trabajos ampliamente citados en revistas internacionales y dictó 40 conferencias en foros internacionales.
Además, trabajó con grupos de Argentina, América latina, Norteamérica, Europa e Israel. Su excelencia científica fue reconocida con numerosas distinciones, entre las que se cuentan el Premio Isnardi de la Academia Nacional de Ciencias; el Chevalier des Palmes Académiques, de Francia; el Premio Gans, de la Universidad Nacional de La Plata; el título de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Bariloche; los Premios Konex y Konex de Platino; el Premio Bunge y Born, uno de los más importantes de la ciencia nacional; su designación como Fellow de la American Physical Society y del Institute of Physics; y su elección como miembro de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y de la de Ciencias; y como miembro extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, una institución que reúne no sólo a la mayoría de los Premios Nobel, sino también a los más célebres científicos del mundo. Paco fue el segundo argentino en ser incorporado, después de Armando Parodi, especialista en biotecnología.
El también físico Julio Guimpel, uno de sus muchos discípulos, destaca en un comunicado del IB que De la Cruz y su mujer, María Elena, fueron los principales responsables de la existencia del grupo de Bajas Temperaturas en Bariloche. “Las innumerables anécdotas que nos contaron de la época en la que construyeron buena parte de las instalaciones quedarán para ser documentadas, pero la enseñanza fue clara. Todo tuvo que ser construido a pulmón, nada se compró hecho. Y esa fue una de las cosas que transmitió a sus alumnos. Si algo vale la pena y uno está convencido de que debe ser hecho, hay que arremangarse y hacerlo. Nos transmitió una cultura del trabajo en el laboratorio. Y lo hizo con el ejemplo”.
Y enseguida agrega: “Su capacidad docente era incuestionable. Fue uno de los profesores que recordaré para siempre, trato de imitar, pero difícilmente lograré igualar. Su capacidad de transmitir conceptos sin la necesidad de hacer las cuentas (lo que usualmente llamamos con los dedos) era proverbial. Las cuentas venían después, cuando ya habíamos entendido lo que quería enseñarnos. Fue una persona muy generosa. Nunca retaceó ni ayuda ni información. Ni se restringió al grupo de Bajas Temperaturas para ofrecer su ayuda. Fui muy afortunado de haberlo elegido para que me dirigiera en mi tesis, y de que él me haya aceptado. Él fue quien me formó como científico y le estaré siempre agradecido.”
Karen Hallberg, física multipremiada y actual secretaria de las Conferencias Pugwash para la Ciencia y Asuntos Mundiales, ella misma dedicada a desarrollar métodos numéricos para estudiar las propiedades cuánticas de materiales complejos, en particular superconductores, se formó y trabajó bajo la tutela de De la Cruz, entre otros, y trazó la historia de cómo el estudio de esta propiedad de la materia impulsó la investigación teórica y experimental en Bariloche. "El querido Paco, fue mi director en la licenciatura en el Balseiro –recuerda–. Hice mi trabajo final investigando los nuevos superconductores de alta temperatura que habían sido descubiertos hacia muy poco. Era uno de los mejores científicos argentinos y buscaba una ciencia de excelencia. Muy exigente, le agradezco todo lo que me enseñó. Siempre fue una inspiración. Hizo mucho por la ciencia argentina y dejó un enorme legado. Lo vamos a extrañar".
En 2002, cuando fue incorporado a la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, De la Cruz ya subrayaba que el reconocimiento recompensaba su trabajo personal, pero mucho más una tarea de equipo. "El trabajo científico nunca se debe a una sola persona –decía–. Siempre se realiza en colaboración y, en mi caso, la mayoría de las veces con estudiantes. Los que hicieron su doctorado conmigo tienen mucho del mérito de esta distinción. Por otro lado, también se la debo al ambiente del Instituto Balseiro, sin el cual hubiese sido muy difícil obtener estos resultados. Si no hubiese sido por esta aventura que encabezó el doctor Balseiro y de la que participé siendo estudiante, tal vez no hubiese vuelto de los Estados Unidos”.
Y cuando se lo premió con el Bunge y Born afirmó: “Siempre dije que soy pesimista, y sin embargo estoy convencido de que aquí podía hacer cosas porque si no, me hubiese ido (…) Un país que produce conocimiento original tiene muchas más posibilidades de ser libre que el que tiene que comprarlo todo y caro (…) No estoy arrepentido para nada de haberme quedado. He tenido muchas recompensas. Me duele, sí, me da congoja, ver que las dificultades que tenemos para que este país sea distinto siguen siendo las mismas con el correr del tiempo. Y no sólo las de las autoridades, que son las principales responsables, sino también las nuestras como sociedad. Si no las modificamos, por más dinero que consigamos todo va a caer en saco roto”.
Dice Fainstein: “Su partida me genera una enorme tristeza. Y un sentimiento de agradecimiento inconmensurable. Como si fuera un mandato: ojalá pudiera hacer al menos una fracción de lo que hizo Paco, por la ciencia, por la Argentina y por los jóvenes que nos seguirán”.