El caso que sacudió al barrio porteño de Coghlan y reabrió heridas de hace más de cuatro décadas podría sumar un nuevo capítulo judicial. El fiscal Martín López Perrando considera que, si bien no pudo determinar quién mató a Diego Fernández Lima, de 16 años, sí existen indicios sólidos de que Cristian Graf —su excompañero de colegio y dueño del jardín donde encontraron el cuerpo— intentó, durante años, garantizar la impunidad del crimen.
La revelación del hallazgo en mayo expuso no solo una trama de silencios y maniobras evasivas, sino también la persistencia de la familia Fernández Lima, que nunca dejó de buscarlo. El caso ahora enfrenta un nuevo interrogante: ¿puede un encubrimiento ser castigado si el delito proscribió?
El pedido del fiscal por el caso de la muerte de Diego Fernández Lima
El fiscal solicitó la indagatoria por los delitos de encubrimiento agravado y supresión de evidencia, contemplados en el Código Penal con penas que van de 1 mes a 6 años de prisión. En su dictamen, López Perrando aseguró que Graf, de 58 años, “practicó diversas maniobras tendientes a encubrir la averiguación de la verdad” desde el mismo momento en que se desmoronó la tierra de su jardín y salieron a la luz los restos.
Pese a que el homicidio prescribió —lo que impide avanzar contra el autor material—, el encubrimiento y la destrucción de pruebas son delitos independientes y pueden investigarse si se comprueba que ocurrieron en un período no prescripto. Para el fiscal, la conducta de Graf el 20 de mayo de 2025 y en los días posteriores es clave para sostener la acusación.
Un hallazgo que conecta pasado y presente
El 20 de mayo, obreros que levantaban una medianera en una casa ubicada en la avenida Congreso 3748 encontraron los restos. El lugar había sido alquilado en otro tiempo por el músico Gustavo Cerati, pero el cadáver estaba en la propiedad lindera, donde Graf vivió desde los ’70.
El Equipo Argentino de Antropología Forense determinó que Fernández Lima fue asesinado de una puñalada en el tórax y que luego intentaron desmembrarlo. Entre sus pertenencias, había objetos que remitían de inmediato a la época: un reloj Casio calculadora, una corbata escolar tejida, un llavero flotante y una ficha de casino. La identificación se logró a partir de una muestra de ADN de la madre de Fernández Lima, hoy de 87 años, y confirmó las sospechas de un sobrino que reconoció el caso por la difusión mediática.
Los testigos afirman que, antes de que encontrar los huesos, Graf advirtió a los obreros que no cortaran un árbol cercano a la medianera. Luego del hallazgo, ofreció explicaciones contradictorias: desde que había una iglesia enterrando personas hasta que la tierra con restos había llegado “por accidente” a su jardín. Para la fiscalía, este comportamiento, sumado a su silencio posterior y a las relaciones previas con la víctima, configuran un claro patrón de encubrimiento.