En las últimas horas, un doble femicidio ocurrido en la provincia de Córdoba estremeció por completo al país entero. Luna Garnier, una joven de 24 años, y su madre Mariel Zamudio, de 50, fueron asesinadas por Pablo Laurta, ex pareja de Garnier y padre de su pequeño hijo Pedro, a quien secuestró después de cometer los crímenes.
El hombre fue detenido en Gualeguaychú cuando intentaba cruzar a Uruguay, su país de origen, y el niño fue hallado sano y salvo. La investigación de la causa por los femicidios sigue su curso y ahora un vecino de las víctimas aportó un testimonio clave.
Un testimonio clave del doble femicidio en Córdoba
Poco después de conocerse la noticia del doble femicidio de Luna y Mariel, un vecino del barrio de la ciudad cordobesa Villa Serrana habló de lo que vivió en los instantes previos a los crímenes. Su testimonio se convirtió en una de las claves para esclarecer lo sucedido.
En diálogo con TN, el vecino dijo que Laurta actuó con total frialdad tras el ataque. "Eran las nueve de la mañana. Yo estaba trabajando en el patio trasero de mi casa cuando escuché una detonación. En ese momento no le di importancia; pensé que podía haber sido una chapa que se cayó o los perros”, comenzó su relato.
“Hoy, con el diario del lunes, uno entiende lo que pasó, pero en ese momento no imaginé nada. No se escucharon gritos ni ruidos extraños, así que seguí trabajando”, agregó el hombre, que vive en la casa de al lado del lugar donde Laurta cometió los crímenes.
Cinco minutos después de ese primer estallido “vi a este hombre pasar con Pedrito caminando de la mano, por la calle San Pedro. Iban como si nada, tranquilos, como un padre que lleva a su hijo a la plaza", contó el vecino y agregó: "Doblaron por la calle Chimu y estuvieron un rato esperando un taxi. El coche llegó a los pocos minutos, se subieron y se fueron, como si no hubiera pasado absolutamente nada”.
Lo que más llamó la atención del vecino fue la calma de Laurta: “Estaba como si saliera a comprar al almacén. Nunca imaginamos la barbaridad que había cometido”.
Violencia de género, hostigamiento y amenazas
El vecino dijo que conocía al femicida desde hace algunos meses. “Lo conocimos porque el año pasado tuvo una secuencia muy fea. Estuvo días durmiendo sobre el tanque de agua de la casa, acosándola a Luna. Mariel pedía auxilio, gritaba desesperada. Me asomé y le pregunté si era su yerno, y ella me gritó: ‘No, no, por favor, auxilio’. Entonces intervine, lo insulté y él salió corriendo. Se subió a una Toyota Hilux que tenía estacionada a la vuelta y se dio a la fuga”, contó el vecino y agregó: “Era una persona peligrosa, con una mente calculadora. Todo indica que planificó lo que hizo”.
Recién a la tarde el barrio comenzó a alarmarse: “Eran cerca de las siete cuando escuché sirenas de dos móviles policiales. Salí a la calle y un oficial me preguntó por Luna. Le dije que vivía al lado. Insistieron golpeando las manos, pero nadie salía. Les ofrecí llamar por teléfono: marqué tres veces a Luna y a su madre, pero los celulares daban apagado. Me pareció raro, porque aunque no tuvieran señal, siempre los tenían encendidos por el wifi”.
En ese momento el policía le contó al vecino que habían acudido porque el botón antipánico de las víctimas estaba desactivado: “Les dije que si sabían eso, tenían que haber entrado a la casa o asegurarse de que estuvieran bien. Pero se fueron. Cuando los móviles se retiraron, me empecé a preocupar más”.
Junto a otros vecinos, un rato después volvieron a llamar a la policía. “Entraron por el patio y enseguida vimos que algo grave había pasado. Los agentes nos hicieron retroceder. Fue entonces cuando nos enteramos de lo peor: Mariel estaba muerta en el patio, y más tarde supimos lo de Luna. Es un dolor inmenso. Eran buenas personas, muy unidas. Luna era una madre dedicada, no se separaba nunca de su hijo, lo cuidaba todo el tiempo”, cerró el vecino.