Cada año la ballena franca austral vuelve a las costas de la Península Valdés, en Chubut, para reproducirse, parir y cuidar a sus crías; su llegada, que marca la temporada de avistaje, comienza a fines de mayo y se extiende hasta mediados de diciembre, convirtiendo a la región en uno de los destinos más codiciados siendo un destino turístico ideal para una escapada dentro de Argentina para un fin de semana o de vacaciones.
La temporada oficial en Península Valdés va de junio a diciembre, aunque los primeros ejemplares comienzan a llegar a fines de mayo. Para avistajes desde tierra, julio y agosto son meses ideales: madres y ballenatos nadan muy cerca de la costa y se los puede ver claramente desde puntos como Playa El Doradillo. Ya en septiembre y octubre se intensifica la actividad y las condiciones suelen ser las más propicias para salir al mar.
Puerto Madryn es la base logística principal: ofrece infraestructura hotelera, servicios turísticos y buena conectividad aérea, además de puntos de observación desde el muelle. A apenas 15 kilómetros está Playa El Doradillo, un lugar excepcional donde, en invierno, las ballenas se acercan a la orilla y pueden contemplarse sin necesidad de embarcarse, una experiencia accesible para familias y personas con movilidad reducida.
Para quienes prefieren el mar, Puerto Pirámides -dentro del área natural protegida de la Península- es el único puerto habilitado para las excursiones náuticas de avistaje. Desde junio hasta diciembre zarpan diariamente embarcaciones (semirrígidas y catamaranes) en salidas de entre una hora y media y dos horas, con acercamientos a escasos metros y guías que ofrecen información sobre biología y conservación durante la travesía.
La región ofrece además planes complementarios: snorkel seguro con lobos marinos en Punta Loma, recorridos de avistaje de aves (más de 180 especies registradas), safaris fotográficos por Península Valdés para ver guanacos, maras y elefantes marinos, y espacios culturales/educativos como el Ecocentro Puerto Madryn, que combina divulgación científica y miradores desde donde también es posible observar ballenas. Ver a la franca austral en su hábitat es, por tanto, un plan que mezcla naturaleza, emoción y aprendizaje, perfecto para una escapada inolvidable.
Las características de la ballena franca austral
La ballena franca austral es una especie imponente: puede alcanzar hasta 16 metros de largo y pesar alrededor de 50 toneladas. Su cuerpo oscuro y macizo, sin aleta dorsal, se reconoce por las callosidades en la cabeza -marcas únicas en cada ejemplar que permiten identificarlas-. Las hembras, además, son más grandes que los machos y suelen parir una cría cada tres años aproximadamente. Tras haber estado al borde de la extinción por la caza comercial, su población se ha recuperado notablemente, y las áreas protegidas de los golfos Nuevo y San José funcionan como zonas de cría usadas por estas ballenas desde hace más de mil años.