La casa del papa Francisco en el Vaticano: cómo es la residencia en la que vivía en fotos

Enterate cómo era la casa dónde vivía el Papa Francisco hasta su muerte el lunes 21.

23 de abril, 2025 | 17.34

El mundo amaneció con la triste noticia del fallecimiento del Papa Francisco, ocurrido a las 7.35 de la mañana del lunes 21 de abril, a los 88 años de edad. El pontífice argentino, nacido Jorge Mario Bergoglio, había atravesado meses de internaciones debido a una infección pulmonar crónica que finalmente deterioró su estado de salud. La noticia generó un profundo dolor entre los fieles de todo el mundo, que lo recuerdan como un líder espiritual cercano, humano y profundamente comprometido con las causas sociales.

Desde su elección como Papa en 2013, Francisco marcó un antes y un después en la Iglesia Católica. Fue el primer pontífice latinoamericano y jesuita, y se destacó por colocar en el centro de su misión temas como la pobreza, el cambio climático, la inclusión de personas LGBT y la dignidad de los refugiados. Su estilo pastoral, humilde y sin artificios, se reflejó no solo en sus gestos públicos, sino también en su vida diaria, lejos de los lujos tradicionales del Vaticano.

Cambiar de residencia: una de las decisiones más revolucionarias del Papa Francisco

Una de las decisiones más simbólicas de su pontificado fue rechazar el tradicional Palacio Apostólico —residencia oficial de los Papas— y optar por vivir en la Casa de Santa Marta, un edificio sencillo ubicado dentro del Vaticano. Esta residencia, conocida como Domus Sanctae Marthae, fue construida en 1996 por orden del Papa Juan Pablo II para albergar a los cardenales durante el Cónclave, y desde entonces funciona como casa de huéspedes. Francisco vivió allí durante los doce años de su pontificado, en una habitación común del segundo piso.

El Papa Francisco, en su despacho, que era contiguo a su habitación.

El apartamento 201, en el que vivía Francisco, estaba compuesto por una cama de madera, un perchero, una silla, un baño privado y un despacho contiguo. Nada de mármoles ni obras de arte antiguas: solo lo necesario. En su estudio, el Papa contaba con una mesa de trabajo, una biblioteca de madera clara y un gran ventanal por el que entraba abundante luz natural. Ese fue el espacio desde el cual escribió cartas, recibió entrevistas y llevó adelante gran parte de su trabajo cotidiano.

Otra de sus rutinas más humanas y queridas por sus colaboradores era el desayuno diario en el comedor común de Santa Marta. Francisco prefería compartir ese momento con los demás residentes, sentándose en una mesa más como uno entre muchos que como la máxima autoridad del catolicismo. El comedor tiene mesas redondas, manteles blancos, sillas negras y una atmósfera modesta, adornada con un crucifijo y una bóveda de cristal que deja pasar la luz del día.

La habitación de Francisco, modesta como el estilo de su papado.

La elección de vivir en Santa Marta fue coherente con la visión que Francisco sostuvo durante todo su papado: una Iglesia más abierta, austera y cercana a la gente. Su forma de habitar el Vaticano fue un reflejo de su alma pastoral. Hoy, al recordar su legado, también se recuerda la sencillez de la habitación donde soñó, pensó y rezó por millones.