La elección de un nuevo Papa es un acontecimiento de gran relevancia para la Iglesia católica y millones de fieles en todo el mundo. Este proceso, conocido como cónclave, se lleva a cabo en la Ciudad del Vaticano y sigue estrictas normas establecidas a lo largo de los siglos. Desde el momento en que un Papa fallece, el Colegio Cardenalicio asume la responsabilidad de elegir a su sucesor mediante una serie de votaciones secretas y la Santa Sede activa un estricto protocolo.
Uno de los cónclaves más recordados de la historia reciente fue el de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI. El mundo estuvo expectante hasta que, el 13 de marzo, el humo blanco salió de la Capilla Sixtina, anunciando la elección del cardenal argentino Jorge Bergoglio como el Papa Francisco. Este hecho histórico marcó un cambio en la Iglesia y en la comunidad católica internacional.
El protocolo inmediato en el Vaticano tras la muerte del papa Francisco
Tras la muerte del papa Francisco, el Vaticano activó automáticamente el protocolo "Sede Vacante", como parte de un proceso que finaliza con la elección de un nuevo Pontífice.
El primer paso tras el fallecimiento es que el camarlengo, que preside la Cámara Apostólica, confirma su muerte y sella el lugar donde ocurrió. En este caso, el encargado fue el cardenal irlandés Kevin Farrell, desde la capilla de Santa Marta,
En este caso, el Vaticano suspende todo tipo de audiencias y comienza a organizar el funeral, que se lleva a cabo entre el cuarto y sexto día posterior al fallecimiento. En el mientras tanto, el Colegio Cardenalicio asume la administración temporal de la Iglesia católica hasta que todos los cardenales se reúnan en un cónclave.
¿Cómo se elige a un Papa?
El proceso de selección del Papa ha evolucionado a lo largo del tiempo, desde elecciones influenciadas por la opinión popular hasta el sistema actual basado en el voto de los cardenales. Hoy en día, el cónclave sigue normas estrictas que garantizan la confidencialidad y la integridad del proceso, en un ambiente de reflexión y oración.
Cuando un Papa fallece, su trono queda vacante y se inicia el proceso de sucesión. Luego de un período de entre 15 y 20 días, los cardenales menores de 80 años se reúnen en la Capilla Sixtina para celebrar el cónclave. Durante este tiempo, los cardenales permanecen aislados sin contacto con el exterior, con el fin de evitar cualquier influencia externa en la decisión.
El proceso de votación es estricto y riguroso. Cada cardenal emite su voto en secreto y lo deposita en una urna. Para que un candidato sea elegido, debe obtener al menos dos tercios de los votos. Si ningún candidato alcanza esta mayoría, las papeletas se queman y el humo negro indica que aún no se ha llegado a un acuerdo. Las votaciones continúan hasta que se logra el consenso necesario.
El significado del humo blanco
Uno de los momentos más emblemáticos del cónclave es la fumata, el humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina. Si las papeletas quemadas generan humo negro, significa que no se ha elegido a un Papa. Sin embargo, cuando finalmente se alcanza la mayoría requerida, el humo blanco anuncia al mundo la elección del nuevo sumo pontífice. Poco después, el cardenal protodiácono anuncia la famosa frase "Habemus Papam" desde el balcón de la Basílica de San Pedro, revelando la identidad del nuevo líder de la Iglesia.
El cónclave es un proceso cargado de historia y tradición que refleja la continuidad de la Iglesia católica en el tiempo. Con cada elección papal, se renueva el liderazgo de la institución y se define el rumbo que tomará la Iglesia en los próximos años.