El consumo de alcohol en la adolescencia viene en aumento y se está consolidando un hábito que preocupa a especialistas de todo el mundo. Por eso, el surgimiento del binge drinking enciende una nueva alerta a nivel mundial. Según el informe Health Behaviour in School-aged Children (HBSC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad de los jóvenes de 15 años (57%) ya probó alcohol alguna vez, y casi el 40% reconoció haberlo consumido en el último mes. En ese contexto, esta modalidad de ingesta rápida y excesiva aparece como una tendencia especialmente riesgosa.
Qué es el binge drinking
El psicólogo español Raúl Izquierdo explica que el binge drinking consiste en ingerir grandes cantidades de alcohol en muy poco tiempo, generalmente en entornos colectivos como los botellones. Lo que en principio parece un juego o un desafío entre pares se convierte en una práctica peligrosa por la velocidad y el volumen del consumo.
Concretamente, implica tomar cinco o más bebidas alcohólicas en un período aproximado de dos horas. Lo más problemático, aclara Izquierdo, es que para muchos adolescentes el foco está puesto en superar retos o “competir”, y no en la bebida en sí. Esa lógica incrementa la posibilidad de episodios críticos como comas etílicos, desmayos, intoxicaciones severas o emergencias médicas que pueden requerir internación.
Aunque el coma etílico es uno de los efectos más inmediatos, las consecuencias del binge drinking pueden volverse crónicas. Las personas que lo practican tienen hasta seis veces más riesgo de desarrollar cirrosis, advierte Manuel Romero, presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado.
El especialista subraya que cuanto antes se inicia el consumo, mayor es la probabilidad de desarrollar adicción y daño hepático. Hoy, ese deterioro ya comienza a manifestarse en jóvenes que combinaron ingestas abusivas con factores como la obesidad o el síndrome metabólico, lo que acelera la aparición de cirrosis o hepatitis asociada al alcohol.
A medida que el binge drinking se instala como una práctica normalizada entre jóvenes, especialistas insisten en reforzar la información, la prevención y el acompañamiento familiar para evitar consecuencias que pueden ser graves tanto a corto como a largo plazo.
