Comienza el invierno y llegan los típicos síntomas de congestión, tos, mocos o malestar general. El verdadero problema es identificar si se trata de una alergia, gripe o en realidad es un cuadro más grave como una neumonía. Cuáles son las claves para diferenciarlos, según los especialistas.
¿Cómo saber si tengo gripe, alergia, influenza o neumonía?
Con el descenso de temperatura, los ambientes cerrados y la circulación de virus respiratorios se genera un combo que afecta especialmente a niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. “En estas épocas del año se produce un aumento significativo de las enfermedades respiratorias. No solo el frío nos enferma, sino también la exposición a los gérmenes según la estación”, explica la Dra. Ana Putruele (MN 55.966), jefa de la División Neumonología del Hospital de Clínicas.
El problema es que muchas enfermedades del invierno comparten síntomas similares, pero no todas tienen el mismo riesgo, ni para todas las personas, ya que es diferente si se trata de una persona joven y sana, es un adulto mayor, un paciente inmunodeprimido o con enfermedades de base. Sin embargo, hay un síntoma que es clave para determinar la gravedad de un cuadro y su urgencia: la fiebre.
“Sin fiebre, una congestión, un poco de dolor de garganta o una tos pasajera no suelen ser urgencias ni requieren medicación ni consulta médica inmediata. Pero cuando la fiebre aparece, sobre todo si se mantiene por más de 48 horas, se enciende una alerta, el cuerpo dice que algo más serio puede estar en curso. No siempre será grave, pero sí requiere evaluación médica”, advierte la Dra. Pia Majdalani (MN 93.075), Jefa de la División Medicina Interna General.
Así, más allá de los nombres de gripe, COVID, bronquiolitis, neumonía, influenza, hay un punto en común que es crucial. "Lo importante es conocerse, prestar atención a la intensidad de los síntomas y al contexto en que aparecen. Porque no es lo mismo tener una gripe siendo una persona joven y sana, que si se tiene asma, si se es mayor de 60 o si se convive con una enfermedad respiratoria crónica”, comenta Majdalani.
Diferencias entre la gripe o alergia
Los virus respiratorios muestran comportamientos estacionales bien definidos. Los rinovirus —asociados al resfrío común— son más frecuentes en otoño y primavera, mientras que los virus de la gripe proliferan en los meses de invierno. Las condiciones de baja humedad propias del clima frío pueden resecar las mucosas de la nariz y los ojos, debilitando la primera barrera de defensa del cuerpo frente a bacterias y virus. A eso se suma que, en invierno, las personas tienden a pasar más tiempo en espacios cerrados y con poca ventilación, lo que favorece la circulación de virus como el de la influenza.
El pulmón es un órgano altamente expuesto: respiramos alrededor de 10.000 litros de aire por día. "Es sorprendente que haya una infección pulmonar cada 100 personas por año. Pero en esta época, el frío y las condiciones ambientales duplican o triplican esa probabilidad. Los grupos de riesgo son los niños hasta los dos años de vida y los adultos mayores de 55. A partir de esa edad, la mortalidad por neumonía se incrementa notablemente. Aunque la medicina ha avanzado, esta sigue siendo una de las principales amenazas para la salud de la población mayor”, destaca la Dra. Ana Putruele (MN 55.966), jefa de la División Neumonología del Hospital de Clínicas.
Cuándo hay que ir a la guardia: la diferencia entre una urgencia y una emergencia
Saber diferenciar entre una urgencia y una emergencia puede evitar colapsos innecesarios en el sistema de salud, fundamentalmente en invierno cuando las enfermedades abundan. La Dra. Sofía Luzzi (MN 178.557), de la División de Otorrinolaringología del Hospital de Clínicas de la UBA, subraya que una emergencia implica riesgo vital y requiere atención inmediata, como puede ser el caso de un sangrado nasal incontrolable en una persona anticoagulada o una dificultad respiratoria grave por lesiones o tumores.
Por otro lado, las urgencias son cuadros que deben atenderse rápido para evitar complicaciones, pero que no representan un peligro inmediato, por ejemplo, una fiebre alta persistente (más de 38°C durante varios días), dolores de garganta severos que no ceden con analgésicos comunes tras 48 a 72 horas, o sinusitis agudas.
Los profesionales remarcan que no todo síntoma invernal justifica una visita al hospital a la madrugada. "Tapones de cera, resfriados leves, sangrados nasales leves en niños y dolores de garganta moderados son ejemplos de molestias que pueden manejarse en el domicilio con medicación básica, reposo e hidratación. Muchas veces, las visitas a la guardia responden más al miedo o la ansiedad que a una necesidad clínica concreta. En esos casos, el tiempo de espera suele ser mayor y la atención puede verse diluida", remarcan desde el Hospital de Clínicas.
La saturación de las guardias no solo afecta a quienes van por casos leves, sino que compromete la atención de quienes realmente enfrentan situaciones graves. “Entender estos criterios no solo mejora la atención médica para quienes realmente lo necesitan, sino que también ayuda a mantener el sistema de salud operando de manera eficiente y efectiva”, concluye Luzzi.