Un reciente estudio australiano arrojó luz sobre uno de los grandes beneficios de la lactancia materna: su capacidad para reducir el riesgo de cáncer de mama. La investigación, liderada por Sherene Loi en el Peter MacCullum Cancer Centre, reveló que durante la lactancia se acumulan linfocitos T CD8+ en el tejido mamario, células que actúan como una defensa local contra posibles células cancerosas.
Para llegar a esta conclusión, los científicos analizaron muestras de tejido mamario de 260 mujeres de entre 20 y 70 años. Allí detectaron que quienes habían amamantado tenían una mayor concentración de estos linfocitos, que permanecen en el tejido durante décadas, listos para atacar células anómalas que pudieran surgir.
Este descubrimiento aporta una explicación inmunológica a datos previos que mostraban que el riesgo de cáncer de mama disminuye en un 4,3% por cada año de lactancia. Además, el efecto protector parece ser más fuerte en mujeres que fueron madres a edades tempranas.
Los linfocitos T CD8+ no solo vigilan contra el cáncer, sino que también podrían ayudar a prevenir infecciones en la glándula mamaria, como la mastitis. Según el estudio, estas células pueden permanecer en el tejido mamario hasta 50 años, manteniendo una memoria inmunológica a largo plazo.
Para profundizar, los investigadores realizaron experimentos con ratones. Solo aquellos que habían lactado mostraron un aumento significativo de linfocitos T CD8+. Cuando se implantaron células de cáncer de mama triple negativo, los tumores crecieron mucho más lento en estos ratones. Al eliminar estas células inmunes, la progresión tumoral se aceleró, reforzando la hipótesis del papel protector de los linfocitos.
El análisis también incluyó datos clínicos de más de 1.000 mujeres con cáncer de mama triple negativo tras al menos un embarazo a término. Los resultados indicaron que quienes habían amamantado tenían tumores con mayor densidad de linfocitos T CD8+, lo que sugiere una activación inmunológica continua contra el cáncer. Además, tras ajustar por factores como la edad, estas mujeres mostraron una supervivencia global significativamente mayor.
Sin embargo, los autores aclararon que no pudieron determinar si la duración de la lactancia influye directamente en el grado de protección, debido a la variabilidad de los datos. También advirtieron que la relación entre embarazo y riesgo de cáncer es compleja y depende de la edad materna, aunque el efecto protector es más claro en madres jóvenes.
Investigaciones futuras
Daniel Gray, del Walter and Eliza Hall Institute of Medical Research, destacó la solidez del estudio por haber analizado múltiples grupos de mujeres. Además, señaló que estos hallazgos abren la puerta a futuras investigaciones sobre la 'memoria' inmunológica de los linfocitos T CD8+ y su rol en la protección a largo plazo contra el cáncer de mama.
Los investigadores resaltaron que, aunque estos resultados ofrecen nuevas perspectivas para la prevención y el desarrollo de tratamientos personalizados, la decisión de amamantar es personal y no siempre posible. Por eso, la lactancia no garantiza la ausencia de la enfermedad, pero sí aporta un beneficio significativo.
