Así como la mayoría de las personas tienen una mano o un pie preferido, también existe un ojo dominante. Este ojo es el que el cerebro prioriza para procesar la información visual en tareas que requieren precisión. Aunque ambos ojos trabajan en conjunto, uno toma el liderazgo en la visión binocular.
La dominancia ocular se define como la preferencia neurológica por un ojo al momento de enfocar, alinear o apuntar. “No significa que el otro ojo esté enfermo ni que vea peor. Es, más bien, una cuestión de referencia: al enfocar, alinear o apuntar, el cerebro confía más en uno que en el otro”, explicó Germán Bianchi, jefe de trasplante de córnea, cirugía y cataratas en la Clínica de ojos Nano.
Los ojos no solo revelan detalles sobre nuestra visión, sino que también pueden indicar signos tempranos de enfermedades sistémicas como diabetes, hipertensión o ciertos cánceres. El Dr. Douglas Wisner, del Hospital WillsEye de Filadelfia, destacó que “el ojo es la única zona del cuerpo donde pueden observarse vasos sanguíneos y nervios sin recurrir a procedimientos quirúrgicos”.
Según estudios, el 65% de las personas tienen dominancia en el ojo derecho, mientras que el 35% restante en el izquierdo. Existen casos poco comunes de dominancia alternante o mixta. Esta preferencia visual se explica en el cerebro mediante las columnas de dominancia ocular en la corteza visual, un descubrimiento galardonado con el Nobel en 1981 por David Hubel y Torsten Wiesel.
Las formas para identificar tu ojo dominante
Existen pruebas simples que cualquiera puede hacer en casa para identificar cuál es el ojo dominante. Por ejemplo, la prueba de Miles consiste en formar un triángulo con las manos y mirar un objeto lejano; el ojo que mantiene el objeto alineado al cerrar el otro es el dominante. Otra es la prueba de Dolman, que usa una tarjeta con un pequeño agujero para observar un objeto. Por último, el test de apuntar y disparar se realiza en consultorio y evalúa si al cerrar un ojo el dedo sigue alineado con la vista.
Esta última prueba refleja cómo el cerebro integra la información visual para coordinar movimientos. Por eso, en deportes de puntería y precisión como tiro con arco, dardos, golf, béisbol o básquet, conocer el ojo dominante es fundamental. “Un tirador que no sabe cuál es su ojo dominante puede perder precisión al alinear el arma con el ojo equivocado”, advirtió Bianchi.
En deportes de raqueta, la dominancia ocular afecta el tiempo de reacción y la coordinación ojo-mano. En el fútbol, el ojo dominante ayuda a orientarse y calcular distancias para definir pases o tiros al arco, aspectos esenciales para el rendimiento en cancha.
En oftalmología, el concepto de ojo dominante es clave para tratamientos y cirugías. Por ejemplo, en cirugía refractiva y presbicia con técnica de monovisión, el ojo dominante se corrige para visión lejana y el no dominante para visión cercana. En implantes de lentes intraoculares por cataratas, la elección del ojo para colocar lentes premium o el orden de operación depende de esta dominancia.
En pediatría, conocer el ojo dominante ayuda a planificar terapias para estrabismo y ambliopía, además de anticipar el pronóstico visual. Por todo esto, la dominancia ocular influye en decisiones terapéuticas y quirúrgicas que mejoran la satisfacción visual de los pacientes.
En la vida cotidiana, la dominancia se manifiesta en actividades simples pero frecuentes. Por ejemplo, en fotografía o ciencia, usar el ojo no dominante para mirar por un visor puede dificultar el encuadre. Al conducir, el ojo dominante es clave para calcular distancias al estacionar o adelantar. Además, muchas personas adaptan inconscientemente su postura o inclinación de cabeza según su ojo preferido.
¿El ojo dominante siempre es el que ve mejor? No necesariamente. Puede ser dominante un ojo con menor agudeza visual. Además, en casos excepcionales, la dominancia puede cambiar según la distancia o tras cirugías oculares. Y si sos diestro con ojo izquierdo dominante, se llama dominancia cruzada, que no representa un problema y algunos deportistas la usan como ventaja.
Conocer cuál es tu ojo dominante, aunque no tengas problemas de visión, puede mejorar tu desempeño en deportes de precisión, ayudarte a elegir cómo mirar por un visor y ser información fundamental para futuros tratamientos oftalmológicos.
Bianchi propone un método simple para descubrirlo en casa: tomar una hoja con un pequeño agujero en el centro, sostenerla con ambas manos mirando un objeto lejano, y acercarla lentamente hacia la cara sin perder la vista del objeto. El ojo hacia el que se dirige naturalmente el agujero es el dominante.