Despertar con el corazón acelerado y una sensación de inquietud puede ser señal de que experimentaste un sueño de ansiedad, también conocidos como sueños de estrés. Estas vivencias oníricas reflejan las tensiones y preocupaciones que acumulamos durante el día y suelen aparecer en momentos de alta presión o cambios importantes en la vida.
Especialistas de Cleveland Clínic explicaron que estos sueños se caracterizan por tener una carga emocional intensa y ser muy vívidos, aunque no siempre provocan miedo extremo como las pesadillas. Michelle Drerup, psicóloga experta en medicina conductual del sueño, señaló que “las pesadillas suelen ser más intensas, con fuertes sentimientos de miedo, terror o impotencia que a menudo te despiertan”. En cambio, “los sueños de ansiedad tienden a centrarse más en el estrés o la preocupación, como la falta de preparación o la sensación de agobio. Puede que no resulten tan aterradores, pero aun así te dejan inquieto”.
La diferencia entre sueños de estrés y pesadillas
La diferencia principal entre estos dos tipos de sueños radica en la emoción que generan: mientras las pesadillas están ligadas al miedo y la sensación de peligro, los sueños de ansiedad reflejan las preocupaciones diarias y la sobrecarga emocional. Según la clínica, estos últimos están más conectados con la forma en que el cerebro procesa tensiones no resueltas y maneja el estrés.
El estrés que acumulamos durante nuestra rutina no desaparece al dormir, sino que se filtra en nuestros sueños. La ciencia todavía no tiene una explicación definitiva sobre la función de los sueños, pero una teoría aceptada sostiene que el cerebro utiliza esta etapa para procesar emociones, almacenar recuerdos y resolver problemas pendientes. Drerup afirmó que los sueños actúan como un “sistema de clasificación mental” para organizar lo vivido, especialmente lo cargado de emociones.
Por eso, los sueños de ansiedad suelen multiplicarse en momentos de alta carga emocional, como un duelo, una mudanza, el comienzo de un nuevo trabajo o la presión de un examen importante. Además, quienes padecen trastornos de salud mental, como depresión, trastornos de ansiedad, estrés postraumático o consumo problemático de sustancias, tienen mayor propensión a estos episodios nocturnos.
Entre los temas más comunes que aparecen en estos sueños están situaciones como estar desnudo en la escuela, ser perseguido o atacado, caer desde una altura, llegar tarde a un evento clave, perder los dientes o fracasar en el trabajo. También suelen incluir discusiones con personas cercanas o presenciar lesiones o muertes. Estos escenarios reflejan inseguridades, miedos y sensación de falta de control sobre la realidad.
Las consecuencias de estos sueños no terminan al despertar. Si se repiten y provocan síntomas físicos como sudoración, palpitaciones o ataques de pánico, pueden indicar que la ansiedad y el estrés están afectando de forma significativa el bienestar y el sueño. En ese sentido, Drerup destacó que estos sueños pueden ser una señal para atender las preocupaciones pendientes y buscar formas de aliviar la tensión acumulada.
MÁS INFO
La recomendación de los expertos
Para reducir la frecuencia e impacto de los sueños de ansiedad, Cleveland Clinic recomienda implementar hábitos de autocuidado que fomenten el bienestar mental y físico. Por ejemplo, establecer una rutina relajante antes de dormir y evitar el uso de dispositivos electrónicos al menos media hora antes de acostarse favorece un descanso más profundo.
También sugieren escribir las preocupaciones en un diario durante el día para evitar que la ansiedad se traslade a la noche, y llevar un registro de los sueños para identificar patrones emocionales. Otras estrategias incluyen levantarse de la cama si no se puede dormir, practicar técnicas de relajación como respiración profunda o relajación muscular progresiva y reservar el dormitorio para actividades tranquilas.
Si el estrés y la ansiedad persisten y afectan notablemente la vida diaria o el descanso nocturno, la clínica aconseja consultar a un profesional de la salud mental. Un terapeuta puede brindar herramientas para manejar las emociones y ayudar a recuperar noches más calmadas y reparadoras.