En tiempos donde la ansiedad y el estrés parecen dominar la vida cotidiana, encontrar métodos efectivos para calmar la mente se vuelve fundamental. El Yoga Nidra, una práctica milenaria que se realiza con el cuerpo acostado y guiada por un instructor, se presenta como una herramienta poderosa para aliviar estos malestares.
Julieta Van Morlegan, maestra de yoga y directora del centro Shala en Tandil, describe esta disciplina como "una hermosa práctica, muy sencilla, simple y a la vez completa y algo compleja". Proveniente de la antigua técnica tántrica llamada nyasa, el Yoga Nidra invita a un viaje integral de consciencia donde se iluminan “áreas de penumbra en todas nuestras capas con la luz de la consciencia”.
El paso a paso para practicar el Yoga Nidra
La práctica se desarrolla en siete pasos: preparación, establecimiento de intención, relajación progresiva, respiración consciente, visualización guiada, exploración de sensaciones y retorno gradual. Lorena Maggi, profesora de yoga y directora de IS Espacio de Yoga, detalla que cada etapa ayuda a profundizar la relajación y concentración, elementos clave para contrarrestar la ansiedad.
¿Cómo se realiza? Se comienza adoptando la postura de Savasana, acostado boca arriba con las piernas separadas y los brazos extendidos a los lados, palmas hacia arriba, mientras la atención se posa en la respiración. Luego, se establece una intención o sankalpa, una afirmación positiva que se imprime en la mente subconsciente para trabajar aspectos personales durante la práctica.
La progresiva relajación corporal se combina con la observación consciente de la respiración y la visualización de imágenes guiadas por el instructor. Finalmente, se exploran sensaciones físicas y emocionales sin juicio, para regresar lentamente al estado mental habitual. Julieta señala que “lo más bello... es la magia que desata el sankalpa, esa resolución en forma de afirmación muy consciente y positiva en presente y en primera persona”.
Los efectos del Yoga Nidra llegan hasta el cerebro, donde disminuye la actividad de la amígdala, responsable del estrés y emociones negativas, y aumenta la actividad en la corteza prefrontal, que mejora la atención y manejo emocional. Además, activa el sistema nervioso parasimpático, promoviendo la relajación, y eleva las ondas cerebrales alfa, asociadas con serenidad y sincronización cerebral.
Estos cambios se traducen en beneficios concretos: reducción significativa del estrés y la ansiedad, mejor calidad del sueño, mayor conciencia corporal y equilibrio emocional, aumento de la concentración y apoyo al sistema inmunológico. También ayuda a aliviar dolores crónicos y molestias físicas, algo especialmente valioso en momentos de tensión constante.
En la experiencia personal, la práctica puede resultar desafiante, ya que requiere una quietud profunda y estabilidad mental. Sin embargo, quienes la practican reportan una sensación renovadora y pacífica. Julieta comenta: "Al finalizar cada práctica que he guiado noto cómo cada practicante trabaja la paciencia, curiosidad y valentía... cambios en su corporalidad".
El psicólogo Martín Reynoso recomienda dedicar apenas tres minutos después de la cena para "dejar pasar" lo vivido durante el día, una práctica complementaria que puede potenciar los efectos del Yoga Nidra en el manejo de la ansiedad.
