Un estudio reciente en Brasil revela que, más allá de la pérdida de árboles, la deforestación también está dejando huella en un grupo inesperado de habitantes del bosque: las mariposas. Este estudio reveló que este tipo de insecto tiene que adaptarse al nuevo entorno natural, incluso perdiendo su color tan característico.
Investigadores del estado de Espírito Santo documentaron que la sustitución de bosques tropicales por monocultivos, como plantaciones de eucalipto, está obligando a las mariposas a adaptarse de forma drástica: sus alas pierden brillo, los colores vivos desaparecen y emergen variedades de tonos más apagados, como el marrón y el gris.
El trabajo liderado por el fotógrafo e investigador Roberto García-Roa comparó escenas de bosques nativos, donde se catalogaron 31 especies, con áreas degradadas donde sólo se identificaron 21. Allí, predominaban individuos menos vistosos en sus alas, en lo que los científicos llaman “discoloración”: una respuesta evolutiva a un entorno homogeneizado, monótono y con menos refugios.
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Por qué se da el cambio de color en mariposas
Este cambio en los patrones cromáticos no es mero detalle estético. Según el biólogo Ricardo Spaniol, de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, la pérdida del color refleja una erosión de funciones esenciales: menos polinización, alteración de las relaciones ecológicas y debilitamiento de los ecosistemas. “Los bosques están perdiendo sus colores. Es una señal de alerta sobre cómo responden al deterioro”, advierte.
La buena noticia es que la naturaleza aún puede recuperarse. Estudios de restauración forestal en la Amazonía muestran que, cuando el ambiente mejora y la vegetación vuelve, las mariposas recuperan variedad y colorido en unos 30 años. Esta evidencia ofrece una puerta de esperanza: proteger y regenerar bosques no solo salva árboles, sino también redes de vida invisibles y coloridas que la deforestación amenaza silenciosamente.