La pasión por los trenes es algo que caracteriza a muchos argentinos. Y es que este estuvo durante décadas sujeto al significado de progreso. Fue un 29 de agosto de 1857 que el primer ferrocarril comenzaría a transitar por suelo nacional, dando pie a uno de los desarrollos más importantes del siglo XIX.
Un antes y después en el desarrollo del país
El 29 de agosto de 1857 Buenos Aires vivió un momento histórico: la inauguración del primer ferrocarril del país. "La Porteña”, primera locomotora argentina, se convirtió en símbolo de modernidad y progreso, conectando la ciudad con el oeste y transformando la manera de moverse, el comercio y la vida social. Más que un medio de transporte, el ferrocarril fue un verdadero motor de cambio en el siglo XIX, acelerando la economía y abriendo nuevas posibilidades para la ciudad y sus habitantes.
Cómo nació la primera línea ferroviaria
La idea surgió en la mansión de Manuel José de Guerrico, en Corrientes 537, donde se reunía la élite porteña después de la caída de Rosas. Luego de intensos debates políticos, el 17 de septiembre de 1853 se fundó la Sociedad de Camino de Hierro de Buenos Aires al Oeste. Visionarios como F. Llavallol, F. Balbín, D. Gowland y el propio Guerrico impulsaron el proyecto, que recibió el aval oficial en 1854 con la Ley de Concesión del primer ferrocarril argentino.
El trazado partía de la Estación del Parque y pasaba por barrios como Once, Caballito, Flores y Floresta. La construcción del ferrocarril fue un desafío técnico. Participaron los ingenieros Verger, responsable de los primeros planos; Mouillard, encargado de nivelar terrenos y solucionar cruces de arroyos; y Guillermo Bragge, quien completó la obra con experiencia en líneas ferroviarias en Río de Janeiro. Además de las estaciones y las vías, se instalaron sistemas innovadores para la época: desde la primera red de agua corriente en Buenos Aires, destinada a abastecer las locomotoras, hasta el tendido de vías que atravesaba plazas y calles de la ciudad.
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Las estaciones eran sencillas al inicio, muchas de madera, con plataformas angostas, pero cumplieron un papel clave en la conectividad urbana. La estación Floresta, por ejemplo, contaba con un tanque de agua sobre pilares para aprovisionar a las locomotoras, y la cabecera, Estación del Parque, también disponía de su propio suministro, marcando un precedente en la infraestructura de la ciudad.
El viaje inaugural reunió a 200 pasajeros, entre autoridades, periodistas y protagonistas del proyecto, quienes recorrieron el trayecto de la mano de las locomotoras “La Porteña” y “La Argentina”. Así comenzó una etapa de cambios profundos: un ferrocarril que no solo acercaba puntos de la ciudad, sino que también acercaba a las personas, generaba trabajo y proyectaba un país más conectado y moderno.