Los restaurantes parecen ser un lugar que existió siempre: sitios donde se prepara comida y la gente paga para consumir en el lugar. Sin embargo, por más que parezca algo común en nuestras rutinas, no siempre existieron: de hecho, el primer restaurante que se fundó en Sudamérica fue en Argentina. Sorprendentemente, este espacio marcó un antes y un después en la historia del país, y sigue funcionando al día de hoy.
En pleno centro porteño, sobre la calle Sarmiento al 1334, en el barrio de San Nicolás, se encuentra el Club del Progreso, fundado en 1852, apenas unos meses después de la Batalla de Caseros y la caída de Juan Manuel de Rosas. Desde entonces, este lugar no ha sido solo un restaurante, sino uno de los emplazamientos clave de la vida política, social y cultural argentina.
Este espacio fue punto de encuentro de figuras trascendentes como Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre y Nicolás Avellaneda, quienes lo elegían no solo para compartir una comida, sino para debatir ideas, pensar política, cultura y arte. El edificio mantiene buena parte de su encanto original: salones elegantes, lámparas antiguas, ornamentaciones clásicas y detalles arquitectónicos que transportan al visitante al siglo XIX.
Cómo se encuentra hoy el Club del Progreso
Hoy, el restaurante del Club del Progreso sigue abierto al público, conservando ese aire de distinción que lo caracteriza. Su carta combina recetas tradicionales argentinas con toques modernos, permitiendo al comensal vivir una experiencia que mezcla sabor local con historia palpable.
Visitar el Club del Progreso es mucho más que una salida gastronómica: es una manera de sentarse a la mesa en un lugar donde se tomaron decisiones que marcaron la historia del país, donde se encontraron escritores, políticos y artistas, y donde las paredes mismas parecen resonar con memorias de un pasado que sigue muy presente.