Las mascarillas capilares se convirtieron en uno de los productos estrella del cuidado del cabello. Aunque para muchas ya forman parte del ritual de belleza, todavía generan dudas: ¿se aplican después del acondicionador?, ¿cada cuánto conviene usarlas?, ¿son para todo tipo de pelo? Lo cierto es que, bien utilizadas, pueden funcionar como un tratamiento de shock que transforma la salud y el aspecto del pelo en pocas aplicaciones.
Cómo se aplican las mascarillas capilares que son furor
La forma correcta de aplicarlas es sencilla: primero se lava el cabello con champú, se retira el exceso de agua con una toalla y se coloca la mascarilla de medios a puntas, evitando el cuero cabelludo. Luego se distribuye con un peine de dientes anchos, se masajea suavemente y se deja actuar el tiempo que indique el envase. Finalmente, se enjuaga con abundante agua. En muchos casos, la mascarilla puede reemplazar al acondicionador una vez por semana.
La frecuencia depende del tipo de pelo y de la temporada. En cabellos normales basta una aplicación semanal, mientras que los secos o dañados necesitan dos o más. En verano, cuando el sol, el mar y la pileta resecan, se recomienda usarla hasta tres veces por semana.
Según la especialista Georgina Buscaglia, cada tipo de pelo requiere un enfoque distinto: las melenas secas precisan fórmulas nutritivas que hidraten y devuelvan elasticidad; los cabellos grasos, texturas ligeras y frescas; los procesados con alisados o keratina, versiones ultra-hidratantes; los decolorados, tratamientos reparadores intensivos; y los teñidos, máscaras protectoras con filtro UV para mantener el color y el brillo.
A diferencia del acondicionador, que solo desenreda y aporta suavidad, la mascarilla actúa en profundidad: nutre, repara y revitaliza. Por eso, sumarlas a la rutina capilar ya no es un lujo, sino una tendencia imprescindible para lucir un pelo sano y radiante.