Los perfumes "salados" son una de las tendencias más intrigantes y sensoriales del mundo de la perfumería actual. A diferencia de las fragancias acuáticas, más frescas y limpias, que remiten al rocío o al agua pura, las saladas evocan sensaciones específicas: una tarde en la playa, el mar secándose sobre la piel y las vacaciones.
Aunque el término “nota salada” aparece en muchas pirámides olfativas, no se refiere a un ingrediente en sí, sino a una impresión creada por moléculas como la calona, descubierta en los años 50, que aporta un efecto mineral y acuático. Estas fragancias combinan lo marino con lo gourmand (vainilla, praliné, chocolate) o con notas amaderadas, generando un aroma profundo, envolvente y adictivo, pero sin dejar de ser ligero.
Según la beauty blogger Verónica Frágola (@fruticienta), son versátiles, atemporales y genderless: ideales para cualquier estación y momento del día. Además, tienen un carácter relajante que las convierte en aliadas perfectas para instantes de introspección.
Algunos destacados del género son Le Sel d’Issey (Issey Miyake), Acqua di Gio (Armani), Millésime Impérial (Creed) y Fleurs de Sel (Miller Harris). Fragancias que equilibran lo marino con lo cálido, y lo mineral con lo dulce, ideales si buscás un aroma original y sofisticado.
Cómo elegir el perfume adecuado para cada piel
Elegir el perfume adecuado es una experiencia profundamente personal, ya que el aroma que usamos habla de nuestra identidad, estilo y estado de ánimo. Para encontrar la fragancia ideal, es importante conocerse: pensar qué tipo de olores nos atraen si frescos, dulces, amaderados, cítricos o especiados y en qué contextos la usaremos (trabajo, salidas nocturnas, verano, invierno).
Una buena estrategia es probar el perfume directamente sobre la piel, ya que cada fragancia reacciona de forma única con el pH, el tipo de piel y la temperatura corporal. Al aplicarlo, esperá unos minutos para que se desarrollen las notas de fondo, que son las que perduran.
También se puede pensar el perfume según la personalidad: los cítricos suelen asociarse a personas enérgicas y optimistas; los florales, a quienes buscan elegancia y romanticismo; los amaderados o especiados, a perfiles intensos y sofisticados. Las fragancias gourmand o dulces, por su parte, suelen transmitir calidez, juventud y ternura.
Por último, es clave no dejarse llevar únicamente por modas o packaging. Lo importante es cómo te hace sentir el perfume y si te representa. Elegir una fragancia es, en definitiva, encontrar una extensión invisible pero poderosa de uno mismo.