El boom por las plantas de interior como una decoración natural generó un claro incremento en su precio. Así, muchas plantas que antes eran económicas se volvieron mucho más caras y difíciles de pagar para las personas. Sin embargo, hay una en particular que es muy fácil de "robar" y no requiere tantos cuidados, convirtiéndose en un gran aliado para quienes busquen llenar su casa de plantas.
Se trata de la Chlorophytum comosum, conocida popularmente como "mala madre" o "lazos de amor". Este primer apodo se debe, particularmente, a que se reproduce de forma particular: sus "hijos" crecen lejos de las raíces haciendo que se mucho más sencillo que los corten para plantarlos en otra maceta, ya que estos hijuelos ya crecen con sus raíces independientes.
El paso a paso para reproducir esta planta es muy sencillo: hay que identificar a estos pequeños hijitos y cortarlos prolijamente de la planta "madre". En caso de que ya tenga su raíz formada, se puede poner directamente en tierra fértil y si aún no le creció la raíz, se recomienda poner en un recipiente con agua para dejar que crezca en cuestión de días. Para que prospere los expertos recomiendan usar un sustrato liviano y no ahogarla en riego, ya que al estar en interior nunca llega a secarse del todo como para requerir riego diario.
Cómo cuidar la "mala madre" para que de muchos hijos
Aunque si bien esta planta es bastante fácil de cuidar y no requiere mucha atención, hay ciertos detalles a tener en cuenta para garantizar que crezca sana, fuerte y de hijuelos en el futuro para seguir reproduciéndola. Lo más importante es determinar si será una planta de exterior o de interior ya que, si bien se adapta a ambos entornos, requiere cuidados diferentes en cada caso.
Por un lado, hay que tener en cuenta que a esta planta no le gusta el sol directo pero si la buena iluminación para garantizar que crezca bien, por eso es fundamental contar con un lugar de semisombra o con luz indirecta. Por otro lado, el riego también es crucial: en primavera o verano es importante regarla 2 veces por semana, pero en invierno se necesita bajar la frecuencia y solo regarla cuando la tierra esté totalmente seca. Esto se debe a que sus raíces suelen contener bastante el agua y si se excede cuando el clima está frío, se pueden pudrir las raíces.