El flequillo rizado o curly bangs dejó de ser una rareza para convertirse en uno de los estilos más buscados del momento. A diferencia del flequillo clásico, recto y lacio, esta versión apuesta por mostrar la textura real del cabello: ondas y rulos que se integran al look natural, con un aire romántico y despreocupado. Cada vez más mujeres lo eligen porque conecta con la tendencia actual de celebrar lo auténtico: menos plancha, menos brushing, más movimiento y frizz controlado que realza las facciones.
El resurgimiento del estilo tuvo un hito reciente: la aparición de Zoë Kravitz en París. La actriz y cantante llevó su pelo recogido hacia atrás, con ondas de acabado natural y un flequillo lateral abierto que enmarcaba su rostro. El detalle más inspirador fue la “imperfección estudiada”: mechones que parecían moverse con vida propia, logrando un look sofisticado pero relajado, como si se tratara de un peinado casual junto a la piscina trasladado a la alfombra roja.
Cómo llevar curly bangs en la vida real
Lejos de ser exclusivo de celebridades, este estilo es más accesible de lo que parece. Algunos consejos básicos ayudan a que funcione en el día a día:
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Cortar el flequillo ligeramente más largo de lo habitual para evitar el “rebote” de los rulos.
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Usar productos que hidraten y definan sin apelmazar.
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Evitar acabados demasiado rígidos: la clave está en el movimiento natural.
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Si las ondas son muy suaves, se pueden marcar algunos mechones con tenacillas, siempre con un efecto desestructurado.
El atractivo del curly bangs no solo reside en lo visual, sino en lo que representa: un cambio cultural en la forma de relacionarnos con nuestro propio pelo. Durante décadas, la consigna fue alisar, ocultar y domesticar la textura natural; hoy, en cambio, se premia lo auténtico, lo que fluye sin demasiada producción.
El flequillo rizado es versátil, funciona con recogidos, melenas sueltas, cortes bob o largos XL, y se adapta a distintos estilos personales. En tiempos de búsqueda de identidad y autoaceptación, este look se convierte en una herramienta de expresión, validando que la belleza está en la diferencia.