Cada 5 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Meningitis, una fecha que busca visibilizar el impacto de una enfermedad poco frecuente pero potencialmente devastadora. La meningitis puede cambiar la vida de una persona y su entorno en cuestión de horas, y aunque existen vacunas eficaces, la cobertura en Argentina sigue siendo insuficiente.
La meningitis es una inflamación de las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. Puede tener origen viral, bacteriano, fúngico o parasitario, y cada tipo afecta de manera distinta. La forma viral es la más común y suele ser menos grave, mientras que las fúngicas y parasitarias se presentan principalmente en personas inmunocomprometidas. Sin embargo, la meningitis bacteriana es la más peligrosa, ya que progresa rápidamente y puede causar la muerte o dejar secuelas irreversibles si no se trata a tiempo.
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Uno de los principales agentes de la meningitis bacteriana es el meningococo (Neisseria meningitidis), responsable de la mayoría de los brotes epidémicos. En casos graves, puede derivar en sepsis meningocócica, una forma agresiva que se manifiesta con manchas violáceas en la piel (petequias) y deterioro general acelerado.
Los síntomas más comunes incluyen fiebre alta repentina, dolor de cabeza intenso, rigidez de cuello, vómitos y somnolencia. En bebés, los signos pueden ser más sutiles: irritabilidad, llanto persistente, rechazo a la alimentación o hinchazón de la fontanela. Según el Dr. Fernando Burgos, jefe de pediatría ambulatoria del Hospital Austral, “la meningitis suele manifestarse de forma intempestiva y sus síntomas pueden confundirse con cuadros más leves. Cuando la consulta médica se retrasa, el pronóstico se vuelve mucho más complejo”.
Los más chicos son el grupo más vulnerable. Datos del Instituto Malbrán revelan que el serogrupo B del meningococo representó el 95% de los casos confirmados en menores de un año durante 2024. Además, los adolescentes, aunque muchas veces cursan la infección sin síntomas, son los principales portadores y transmisores, lo que los convierte en una población clave para el control de la enfermedad.
La meningitis puede dejar secuelas permanentes como sordera, dificultades en el aprendizaje, problemas de visión y coordinación, convulsiones o incluso amputaciones. Estas consecuencias afectan profundamente la calidad de vida de los pacientes y sus familias, tanto en lo social como en lo económico.
Meningitis: Falta de vacunación en Argentina
A pesar de la gravedad, la prevención sigue siendo una deuda pendiente. En Argentina, la cobertura de vacunación contra el meningococo está por debajo de lo recomendado: apenas supera el 60% en adolescentes de 11 años y no alcanza el 80% en menores de un año, lejos del 95% necesario para una protección comunitaria efectiva.
“No se puede concebir que un niño muera de meningitis cuando existen vacunas para prevenirla”, enfatiza Burgos. La vacunación temprana y el acceso a la inmunización en adolescentes son fundamentales para reducir la transmisión y salvar vidas.
En 2020, la Organización Mundial de la Salud lanzó la hoja de ruta “Derrotar la Meningitis para 2030”, con tres objetivos centrales: eliminar las epidemias bacterianas, reducir en un 50% los casos prevenibles por vacunación y disminuir en un 70% la mortalidad. Para lograrlo, se requiere un esfuerzo conjunto entre sistemas de salud, profesionales médicos y la comunidad.
La clave está en consultar al médico, cumplir con el calendario de vacunación y fortalecer la concientización. La meningitis puede ser mortal, pero también es prevenible. La información y la acción son nuestras mejores herramientas para enfrentarla.