En época de crisis económica, millones de argentinos se han tenido que "ajustar el cinturón" para no caerse del sistema. En la cadena de recortes, las actividades vinculadas al ocio son de las que primero se prescinde, dejando la prioridad de los consumos a la cobertura de las necesidades básicas. El cine, históricamente la salida cultural más barata, es víctima de este embate con una caída de espectadores gradual que arranca desde la post pandemia generando preocupación, y que debe ser leída como parte de la precariedad financiera de los bolsillos tanto de la clase media como de la trabajadora.
“Con Milei dejé de ir al cine", define en una oración Belén (40), cinéfila de Buenos Aires, en conversación con El Destape. Y explica: "El problema no es solamente el precio de la entrada, sino toda la experiencia del cine: yo voy con mi hijo e ir implica que también tengo que comprar nachos, gaseosas, comer antes. No son solamente los $15.000 de la entrada”. Su relato es similar al de Abril (24), de José C. Paz, estudiante y trabajadora informal, quien asegura que la gran pantalla "hoy es una salida que se ha vuelto un lujo”. La experiencia de tener que postergar una actividad porque la plata no alcanza aúna las realidades de Belén y de Abril, dos horas y monedas de salida cultural terminan complicando las cuentas para llegar a fin de mes.
Crisis en el cine: los números, las experiencias del público y las expectativas de las empresas
Los números no mienten. En el primer semestre del año se vendieron alrededor de 16.200.000 entradas, un millón menos que en el mismo período del año pasado. Esto representa una caída estrepitosa desde los 43.000.000 de espectadores anuales que se registraron en 2023 (datos de Ultracine). Y si mirásemos el período de vacaciones de invierno de 2025, que al coincidir con el receso escolar lleva a más familias a buscar salidas para compartir con los niños, podemos ver que el total de tickets vendidos fue de 2.611.865, frente al mismo período en 2024 con un millón más de tickets.
Del otro lado del mostrador el CEO de la cadena de cines Multiplex, Gabriel Feldman, quien viene de familia de distribuidores de cine, se muestra optimista en torno al informe anual de espectadores que se revelará en pocos meses. “Yo creo que el 2025 vamos a cerrarlo mejor que el 2024”, apuntó. “Este septiembre llevamos, hasta el momento, 1.884.730 espectadores. Y en el mismo mes, pero de 2024 los cines metieron 1.738.000. Es decir, es muy difícil determinar la caída en la venta de entradas en períodos tan cortos. Hay que tomar períodos más largos para poder definir realmente en qué situación está la actividad”, agregó el empresario como una crítica al período analizado en esta nota. Si nos ceñimos a esta idea de períodos más amplios, consultando información de Ultracine, las localidades de cine anuales vendidas en Argentina tienen su pico más alto en 2015 con 50.500.000 localidades, frente a los 35.000.000 del año pasado.
¿Cómo se traducen los números a los hábitos de quienes van al cine? Patricia (63), de Mendoza, jubilada, cuenta que incluso con los descuentos especiales (los famosos 2x1 que muchas aplicaciones o tarjetas promocionan) igual termina privándose del disfrute. “Tengo 5 nietos. La última vez que llevé a los de 7 y 4 años al cine por su cumpleaños gasté más de $50.000… Yo cobro un poco más de $400.000, así que $50.000 me representa más del 10% de mi sueldo. Antes del 2018, que es cuando empezó a caer mi poder adquisitivo, llevaba una vez por mes a 10 chicos al cine y de ahí nos íbamos a comer. Yo ahora eso no lo podría hacer. Es muy triste”. Los y las amantes del cine quedaron excluidos de las salas frente a la caída de los salarios y las jubilaciones. No por caso cada miércoles, a metros del kilómetro 0 del cine porteño, los jubilados son reprimidos mientras reclaman por sus haberes.
Frente a estas diferencias Feldman reflexiona: “El cine hoy tiene otra realidad porque lo que cambió es el mundo, más allá o indistintamente de si estamos bien o mal en Argentina. Las cifras (de este año) no son malas, pero no sé si vamos a llegar a los números que teníamos pre pandemia, que fueron extraordinarios”. A la vez que confesó que “el 75% de los espectadores que vienen a nuestros cines pagan con promociones”.
Si es difícil para una abuela, un drama aparte viven quienes son padres y ya no pueden disfrutar de una salida con sus hijos. “Hace años, con mi hija, iba mucho al cine, era una salida bastante habitual de 2 o 3 veces al mes. Con mi hijo más chiquito (8) se redujo abruptamente: este año, por ejemplo, solo pude llevarlo una vez al cine", relató Víctor (39), profesional del barrio de Villa Crespo. Hace pocas semanas su hijo quiso ver la película Superman y se convirtió en un dilema: "No sabía cómo decirle sin mentir que la situación económica no da como para que vayamos al cine”. ”Me es imposible plantear como una cita ir a comer y al cine. De hecho -es re feo decirlo- pero me la paso cancelando citas porque estoy contando los pesos para llegar a fin de mes", sumó. Los encuentros amorosos también son parte de los recortes, tal como lo retrató este medio días atrás.
Elegir y descartar: por la crisis el público se volvió selectivo
Otra cuestión para pensar es qué tipo de producciones son las que se distribuyen en las grandes cadenas cinematográficas, ¿hay variedad de títulos y realizaciones o la cartelera la maneja la industria hollywoodense? Feldman apunta: “Mayo fue de excelente recaudación con el estreno de Lilo & Stitch. En cambio, los estrenos que tuvimos en julio no funcionaron como esperábamos, aunque trabajamos buenos números. La verdad es que este año los picos históricos de números de vacaciones de invierno los tuvimos en mayo (*)".
"Nosotros necesitamos que las películas recauden porque tenemos que afrontar costos fijos en los cines. De pronto, en los cines llevamos películas extranjeras a las que no viene nadie y eso genera baches importantes… Nosotros necesitamos captar espectadores y que las producciones piensen en eso. En definitiva, la industria se produce con dinero y si las películas no generan eso, está muy complicado sustentar las salas”, resaltó.
(*) Nota de autor: mayo no es mes de vacaciones de invierno para niños en edad escolar.
Pero la necesidad de captar público compite directamente con las posibilidades económicas: hay quienes se vuelven más selectivos, priorizando los tanques del año o filmes cuya espectacularidad visual aporte un valor agregado a la experiencia. "Desde que se ha ido encareciendo el precio de las entradas empecé a ir pura y exclusivamente a películas ‘tipo eventos’, como las de Marvel”, señaló Matías (43), de Mar del Plata. Otros como Agustín (42) se refugian en las plataformas de streaming: “Uso todas las plataformas con acuerdo entre familiares: de Disney+ tengo la suscripción anual y la pago un año yo y otro año mi hermano; Netflix la comparto con mi primo y Prime Video la pagamos entre 4 amigos, y así con todas”.
La imposibilidad económica, empuja en muchos casos a buscar alternativas en la piratería, una práctica tan vieja como el cobrar para ver, pero que en los últimos años también suma como contra la vulnerabilidad en la seguridad de los datos propios en la red. La gran mayoría de las personas (y entrevistados) utiliza la piratería y la descarga de películas, debido a su accesibilidad. "Veo todo en una app pirata porque es gratis", dijo Candela (24), empleada de una cafetería en Congreso, quien antes iba al menos dos veces al mes al cine y ahora, con suerte, puede ir una y solo los miércoles de promociones. De hecho, un reciente informe de la Cámara Argentina de Internet (Cabase) reveló en un estudio que 4 de cada 10 argentinos se dieron de baja de Internet por no poder afrontar el pago del servicio, y que un 63% de los hogares usa plataformas web ilegales para el consumo de películas.
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Poca variedad de películas más allá de CABA: la realidad de las provincias
Es cierto que quien transita la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma se encuentra con muchas posibilidades de acceso a propuestas y carteleras alternativas, más allá de la oferta de los grandes complejos de salas (hay museos, centros culturales, cine artes, bares y espacios INCAA con programaciones a precios más cercanos al valor de una entrada promedio fijado en $7.443, valor que rige durante septiembre y octubre del 2025), pero en el interior del país la situación es otra.
“No estoy yendo muy seguido al cine. Hay películas que me hubiera interesado ver en el cine que a Corrientes no llegaron, como por ejemplo La habitación de al lado (hace referencia al filme de Pedro Almodóvar, de 2024). Tampoco llegó a Resistencia… Eso es algo que te baja la expectativa porque directamente no tenés acceso a ver la película en pantalla grande. Yo pude ver la película recién cuando la subieron a Netflix”, contó Juan (38), de Corrientes, quien hace puntual énfasis en la poca variedad de filmes que llegan a las salas de las provincias. En el extremo sur de Argentina, precisamente en Ushuaia, Tierra del Fuego, Patricia (51) vive la misma situación: "No llegan todas las películas… Lilo & Stitch está en cartelera desde hace tres meses, no hay mucha oferta”. Pocos complejos, escasa oferta, volcada en su mayoría a los estrenos más resonantes. El cine independiente queda relegado a espacios más pequeños y no tan institucionalizados, o a la actividad de algún cineclub municipal.
¿Qué pasa cuando se vive en el interior y se depende de Netflix para ver películas?
Cuando los estrenos que llegan son tan acotados a lo mainstream, aquellos espectadores que quieren ver todo terminan casi obligados a surfear por los algoritmos que proponen las plataformas de streaming. En esos casos, la formación cinéfila se hace en casa y a través de un televisor, una computadora o un celular. "Amo el cine, pero desgraciadamente voy muy poco porque a La Pampa apenas llega el 10% de las carteleras de Buenos Aires. Solo llegan las películas pochocleras, y casi siempre en español y eso para mí es un garrón porque me gusta ver las películas en su idioma original", contó Lucas (24) estudiante de cine de La Pampa.
"Me encantaría poder disfrutar cine independiente o de autor, pero llega muy poco...", se lamentó. Para mitigar la falta, se compró un proyector y utiliza las plataformas de streaming aunque le dé "un poco de vergüenza" saber que hay películas "importantes" que vio por primera vez en su casa. Aun así, la cadena Multiplex piensa ampliarse durante el próximo año con dos nuevas sucursales. Mientras tanto hay miles de argentinos que siguen buscando la forma de ganarle, o al menos empatarle, a la crisis económica.