"Quise utilizar la libertad que me da la poesía para armar una narración a través de las imágenes", asegura Laura Petrecca sobre la construcción de Piedras, su último poemario publicado por Paripé Books. La lectura de este libro fue como abrir una ventana y respirar aire fresco en día de mucho calor: las escenas están construidas con tal sutileza que lo íntimo, lo natural y lo simbólico conviven en un mundo sensorial profundo. A través de sus versos, la autora parece construir un paisaje emocional donde las piedras no son meros objetos inertes, sino soportes de memoria, tensión, imágenes y rituales.
Precisamente sobre esta área puntualizó en su diálogo con El Destape: "Me gustaba la idea de pensar, de imaginarme un show poético, un show que describa cómo se van adquiriendo distintos planos o capacidades de realidad". Y ese espectáculo decidió presentarlo en diferentes mundos que le permitieran crear entornos diferentes con recursos poéticos distintos: "Me parece que los distintos mundos así propuestos, que vayan desde esa parte quizás más abstracta o más onírica, visual, más etérea, hasta una parte que refleje la vida en en cotidianidad, las las frases, el lenguaje en común, forman una voz narradora que va como adhiriéndose cada vez más a la realidad que transita".
La metáfora de las piedras atraviesa todo el poemario, no solo en el título: son a la vez peso y estructura, lo que se sostiene y lo que podría romperse. Hay algo ritual en su presencia: la poeta las imagina como lugares seguros desde donde avanzar, pero también como restos minerales, quizá reliquias de otras historias. Esa tensión, entrelazar solidez y fragilidad, es uno de los ejes más potentes del libro. Sobre esto, la autora precisó: "Lo pensé como una ambición de materialización que tiene que ver con la piedra, como un lugar seguro. Me gustaba como idea para poder sostener un poco todo esto de las imágenes".
Naturaleza, memoria y lo doméstico: un universo donde todo convive
Un rasgo distintivo de Piedras es cómo Petrecca combina lo familiar con lo onírico. Hay poemas que evocan la vida cotidiana, los hijos, el hogar, los jardines, pero también hay una fisura hacia lo fantástico: monstruos marinos, relámpagos, presencias que parecen surgir desde otra dimensión. Todos esos detalles conviven en un universo guiado por una protagonista en común que se hace presente en cada poema, incluso, la autora aseguró que le gustaba la idea de crear un personaje que transitara "fantasmalmente" por las escenas.
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Esa fusión sugiere que la memoria no es solo personal, sino colectiva. Las piedras funcionan como testigos de ausencia, pero también como guardianes de aquello que no se puede nombrar completamente. La escritura de Petrecca tiene una elegancia visual que proviene de su formación en cine y arte. Su mirada poética es casi plástica: los poemas son como cuadros en los que la palabra configura una imagen, pero también deja espacio para la sugerencia. No todo está explícito; muchas veces la lectura exige detenerse y mirar las piedras que aparecen en el camino.
Sobre la autora
Laura Petrecca (Buenos Aires, 1985) es poeta y también escribe sobre arte para diferentes publicaciones. Publicó los libros de poemas Pensó que ya lo sabía (Huesos de Jibia), Los barcos vuelven (La propia cartonera), Aquí vivía yo (junto con Christian Anwandter, 27 Pulqui) y la nouvelle Cuento para una persona (Entropía). Realizó estudios de cine en Buenos Aires y de arte en París, ciudad en la que vivió muchos años.
