Pablo Pérez relanza El mendigo chupapijas: la novela que empezó en un cine porno, su historia con el BDSM y cómo llegó a una "subasta de esclavos"

El escritor Pablo Pérez dialogó en un mano a mano con El Destape sobre la reedición de su novela de culto El mendigo chupapijas, a 20 años de su lanzamiento.

20 de agosto, 2025 | 19.02

A 20 años del lanzamiento de El mendigo chupapijas, del escritor y periodista Pablo Pérez, la editorial De Parado reeditó la novela que empezó en un cine porno gay y terminó convirtiéndose en una obra de culto. La historia detrás del libro que presenta una mirada libre de prejuicios sobre el sadomasoquismo y las prácticas BDSM.

“Hay que ponerle cara a ese libro con ese título tan fuerte que tiene. Que se reedite ahora me parece un acto de rebeldía”, reveló Pablo Pérez en diálogo con El Destape, ante el título escandaloso de su novela y su relanzamiento, en una publicación que también incluye el guion de un cortometraje homónimo y un cuento de su autoría. “El mendigo chupapijas es el primer nombre que me salió, fue una reflexión sobre lo que se puede decir en literatura y lo que no. La novela es una protesta contra los escritores engolados que escribían cosas como ‘mi miembro’ o ‘la penetré’ y no llamaban las cosas por su nombre. Eso siempre me molestó bastante”, remarcó.

Tapa del libro El mendigo chupapijas (edición De Parado).

El mendigo chupapijas: todo empezó en un cine porno

Sobre la inspiración que lo llevó a escribir El mendigo chupapijas, el escritor Pablo Pérez evocó un recuerdo de la época floreciente de los cines porno en Buenos Aires y detalló: "Era el lugar donde te juntabas para coger, no había aplicaciones. Eran muy populares en la comunidad gay. Y en una de mis visitas a un cine porno me encontré al hombre en el que se inspiró El mendigo chupapijas. Un tipo un poco sucio, con un sobretodo largo, que a veces hablaba solo y puteaba, que era solitario y que chupaba pijas en el cine. Lo curioso es que después de haberlo en esa situación, otro día lo encontré pidiendo limosna en la puerta de la iglesia que hay en Rodríguez Peña y Paraguay. Me impactó mucho pensar cómo ese hombre, que charlaba con todas las señoras que salían de misa, se organizaba la vida para juntar monedas en la iglesia e ir al cine porno a chupar pijas y pernoctar, porque en ese momento algunos cines tenían continuidad las 24 horas. A veces uno no piensa que las personas que vemos en el piso, pidiendo, tienen una vida sexual”.

Pablo Pérez, autor de El mendigo chupapijas (Crédito: gentileza Pablo Pérez).

“Las primeras versiones del libro fueron unas hojitas impresas en A4 que repartía -metidas en un sobre- entre mis amigos en presentaciones de libro. Y en una inauguración de la escritora Fernanda Laguna -que en ese momento estaba por abrir Vejez y felicidad, un lugar emblemático de los ‘90- me ofreció publicar El mendigo chupapijas si escribía más. Así fue la primera publicación en fotocopias: eran cuatro hojas A4 dobladas a la mitad y cosidas con una ilustración y una tapa con papel calco, que se repartía en una bolsita de plástico con un animal de cotillón. Así empezó a circular”, recordó Pablo Pérez, también autor de la novela Un año sin amor y el libro de crónicas Positivo (que reúne sus columnas del suplemento Soy, de Página 12), sobre la vida de una persona con VIH.

"Esta el prejuicio de quienes asocian sadomasoquismo a que te caguen a palos"

En El mendigo chupapijas está muy presente la cultura BDSM y el sadomasoquismo, prácticas sexuales que luego serían características en la obra de Pablo Pérez y que guardan estrecha relación con los gustos y preferencias del autor, quien trabaja en los límites de la literatura y el testimonio: “Me interesa mucho el universo BDSM y sus prácticas. Viví unos años en París y ahí descubrí los bares leather y la sexualidad BDSM con sus códigos. Cuando publiqué Un año sin amor (1996), mi primera novela, donde toqué el tema del HIV y el sadomasoquismo, la gente estaba bastante fóbica con respecto a la enfermedad y no quería coger, y muchas personas con HIV se retiraban de la vida sexual porque no querían contagiar a nadie, ni siquiera teniendo relaciones con preservativos. En ese contexto el BDSM y el sadomasoquismo, donde hay tantos juegos eróticos que no tienen que ver con la genitalidad o con la penetración, me parecían buenas alternativas para explorar”.

La historia de El mendigo chupapijas, la novela que empezó en un cine gay (Crédito de foto: Sebastián Freire).

“El sadomasoquismo no es una práctica de ‘voy y te pego’. Hay muchos juegos que ni siquiera incluyen golpes o latigazos: lamidas, juego de velas y un montón de cosas más. Está el prejuicio de quienes asocian esta palabra a que te caguen a palos y la verdad es que no… aunque puede existir alguien más extremo que le guste que le peguen fuerte. Ahora el BDSM está mucho más naturalizado y aceptado no solamente en el ambiente gay. Hace unos diez años entré en contacto con gente del grupo Mazmorra, que no sé si todavía existe. Ahí había hombres, mujeres, trans, no binaries, y las reuniones eran bastante divertidas. No era exactamente igual que un club leather gay, porque no había tanto sexo, pero sí muchas prácticas de ataduras, de sumisión, de dominatrix y esclavo. De hecho, me acuerdo una vez hubo una subasta de esclavos”, profundizó el escritor haciendo referencia a las experiencias de las que se nutrió para su novela El mendigo chupapijas, nuevamente de yire en las librerías.