La vida de Freddy Romero podría ser una película, pero Dulcinea Segura Rattagan decidió que se vuelva libro. A través de un exhaustivo trabajo de archivo y en vínculo con Victoria Herrera, una de las hijas del bailarín, la autora realiza una minuciosa retrospectiva que recuerda a Allende mi abuelo Allende, documental desde adentro de Marcia Tambutti Allende, y los biodramas teatrales. Y es que la Licenciada en Artes UBA y Maestranda en Danza Movimiento Terapia UNA, elige la prosa y la novelización por sobre la mera historización de una vida, la vida de un hombre que "no conocía de puntos medios", en palabras de la autora.
Dulcinea Segura Rattagan: "Freddy Romero fue un bailarín intenso, apasionado y entregado a la danza"
En diálogo con El Destape Web, Dulcinea Segura Rattagan, autora de Pájaro negro que danzas: biografía de Freddy Romero, recuperó cómo fue el proceso creativo para dar vida a su libro y expresó la importancia de traer al presente, cargado de un contexto de ataque cultural por parte del Gobierno Nacional, una figura como la de Freddy Romero.
¿Cómo nació el interés en la figura de Freddy Romero?
Estudie en su estudio de la calle Uriburu cuando tenía 14 años y varios años después conocí a Victoria, una de sus hijas. Con ella convivimos en Barcelona en 2005. Fue en ese momento que charlamos mucho de la vida, la psicología, Jung, el inconsciente colectivo, los vínculos, la familia. Ahí hablamos de Freddy, que no estaba muy bien de salud. Años después de su fallecimiento, ya en Buenos Aires, me incorporo a un equipo de investigación en artes del Centro Cultural de la Cooperación que dirige Jorge Dubatti, y comienzo mis primeras entrevistas sobre Freddy Romero. Me interesaba investigar por qué un bailarín profesional con una carrera internacional, se había instalado en Argentina, un país tan lejos de sus raíces afro, aunque vinculado afectivamente a través de sus parejas.
¿Cuál es la importancia de recuperar la figura de Freddy Romero en el presente?
En el 2026 se cumplen 20 años de su fallecimiento en Brasil, por lo que celebrar su vida y recorrido artístico es una manera de homenajearlo. Freddy Romero fue un bailarín intenso, apasionado y entregado a la danza, que tenía una manera muy física y visceral de enseñar a bailar, y que disfrutaba enormemente cuando veía la pasión de la danza en sus estudiantes. Fue un maestro defensor de la técnica Graham, que es una técnica de danza moderna bastante difícil. Él tuvo que esforzarse mucho para ser un gran bailarín porque venía de una familia pobre de Venezuela, y lo logró con esfuerzo, mucha dedicación y varias ayudas económicas que posibilitaron sus estudios.
Cuando llegó a Argentina y se sumó al Ballet del San Martín recientemente creado por Oscar Araiz, ya era un bailarín consagrado que bailaba profesionalmente en una compañía internacional. Acá dio clases a sus compañeros del Ballet y posteriormente del Taller de danza del San Martín. Tuvo su propio estudio y también fue profesor en la Universidad Nacional de las Artes. Cada año renovaba su contrato para continuar dando clases, situación que le preocupaba bastante. No hizo dinero en su vida, todo lo que ganó lo gastó, por lo que no contaba con ahorros.
Recuperar su memoria es una manera de valorar la danza y cultura argentinas y latinoamericanas, es traer al presente a un maestro que quizás por sus orígenes y su negritud (en una ciudad que tiene su cara fría y racista), quedó un poco en los márgenes. A la vez, es una manera de valorar lo que hacemos como trabajadores de la danza, que es poner el cuerpo para representar simbólicamente un contexto histórico y social. Escribir sobre danza es dejar una marca en la memoria de nuestras ideas de cuerpos, de relaciones de movimiento, de vínculos espaciales y temporales, a través de la materia sensible de la danza. Algo fundamental para nuestra historia cultural.
¿Cómo fue el trabajo con la fuente (relatos, archivos, notas periodísticas, etc)?
Fue un trabajo intenso, interminable. Tuve acceso a su material de archivo de años, que me dio la hija, y fui guiada a diferentes personas que compartieron momentos importantes de su vida (aunque no todas quisieron dar su testimonio). También tuve la posibilidad de viajar a México, donde desarrolló su formación e inició su carrera profesional. Ahí pude entrevistar a colegas, acceder a sus archivos personales, además de otros materiales disponibles en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón (CENIDID), como la foto de tapa que cedieron para el proyecto. También sorprenderme de su impresionante recorrido, que no era del todo conocido acá.
Por momentos en la narración pareciera que, Dulcinea, estuviste presente en la vida del bailarín. ¿Cómo lograste esta intimidad a pesar de la frontera diacrónica?
¡Gracias! Que pienses eso es maravilloso. La idea de “novelar” la biografía fue para contarla desde una perspectiva afectiva que pudiera generar empatía con la persona de quien estamos hablando. Eso nos acerca desde un lugar más sensible a la historia, nos da más posibilidades de identificarnos. Los relatos familiares, los archivos, sus cartas, así como todos los testimonios de colegas y amistades, dan cuenta de alguien muy de carne, hueso, sudor, risas y lágrimas. Traen la imagen de Freddy al presente de una manera tan visceral como era él. Esto sucedió al punto que después del homenaje de presentación del libro, un nieto que no lo conoció lloraba porque extrañaba al abuelo. Yo también me sentí hilvanada entre los relatos como si espiara su vida desde adentro.
