Kendrick Lamar demostró por qué es el rapero más grande del mundo. El nacido en Compton regreso a nuestro país después de su paso por el Lollapalooza hace seis años y dio show espectacular durante un poco más de hora y media. El artista de 1,65 metros se volvió gigante en el escenario montado en la cancha de River y se despidió con la promesa de regresar.
Como si la sola presencia de Kendrick no fuera suficiente, en la previa CA7RIEL & Paco Amoroso desplegaron su talento y originalidad tras una extensa gira por el exterior. No fueron simples teloneros, pues hicieron un gran despliegue que incluyó dos globos hiperrealistas de sus rostros como custodios de un set explosivo que reafirmó su lugar como emblemas de la nueva generación musical argentina (Se presentarán el próximo jueves en el Movistar Arena y ya agotaron las entradas).
La histórica presentación de Kendrick Lamar en Argentina
Pasadas las 21 se apagaron la luces y empezó a sonar la voz de la cantante mexicana Deyra Barrera, encargada de la intro de wacced out murals, que forma parte del disco GNX, columna vertebral del show. De inmediato, Lamar lanzó una avalancha de rimas que desataron la locura de los espectadores ansiosos por hacer mosh (quizá por momentos excesivo) y que no dejaron de agitar a lo largo de la noche.
Luego siguieron N95 y King Kunta, uno de sus clásicos del album To Pimp a Butterfly del 2015, con el que se encargó de reivindicar su Compton natal, sus raíces africanas y también el característico sonido de la Costa Oeste de Estados Unidos. Todo eso con una pluma que lo destaca por sobre muchos de sus colegas y que para muchos lo vuelve el sucesor de 2Pac. De hecho, una de las canciones de la noche fue Reincarnated, que tiene un sample de Made Niggas, y al momento de rapearla quedó en medio de la oscuridad, solamente iluminado por una luz blanca, como bendecido por el propio del Shakur.
De esta forma, Kendrick dejó en claro cómo sería el resto del show: dividido en cuatro escenas con sus respectivos breves videos proyectados en las pantallas con subtítulos "argentinizados" para que nadie se quede afuera de las burlas a las demandas que inició Drake contra su discográfica después del beef (pelea en la jerga rapera) que tuvieron en 2024 y terminó con el canadiense humillado en el Super Bowl.
Lamar estuvo acompañado por un cuerpo de baile de 10 bailarines y una escenografía desmontable que fue desde una escalera hasta un Buick GNX gigante, igual que al de la tapa de su último disco. Aunque a lo largo del show hizo un recorrido casi completo de su discografía: Count Me Out de Mr. Morale & the Big Steppers; ELEMENT., DNA., HUMBLE., y LOVE. (DAMN); Family Ties; Backseat Freestyle; Swimming pools; Money Trees; Poetic Justice y m.A.A.d city del disco homónimo y Alright de To Pimp a Butterfly.
En la última parte, lanzó su manifiesto con Luther y completó TV Off, que preparó el terreno para una de las canciones más esperadas de la noche: Not Like Us. Las 65 almas que dijeron presente en el Monumental comenzaron a saltar al unísono y con el correr de las horas los videos del momento inundaron las redes, lo que sorprendió al público de países en donde el rap mucho más masivo.
Una muestra más de que no hay como el público argentino. Y aunque no agotó las entradas (por múltiples factores), las personas que asistieron se fueron con la certeza de que vivieron un show histórico y que en los próximos años muchos desearán haber formado parte.
Al igual que GNX, tras los altos voltajes de adrenalina, Kendrick cerró con Gloria en un claro gesto de vulnerabilidad y madurez, como el camino que tomó su carrera y vida personal en los últimos años. Pero no dejó el escenario sin lanzar una promesa: volver.