Vivir Quintana, en Argentina: de referente del feminismo a su amor por el folklore y la terapia que le cambió la vida

La artista dialogó con este medio sobre su presente profesional y su historia. Vivir Quintana contó cómo se siente ser un referente del feminismo y habló de su recorrido como artista.

30 de marzo, 2025 | 19.46

Vivir Quintana es una artista mexicana que lleva décadas en la música pero su nombre cobró resonancia internacional por Canción Sin Miedo, un himno del feminismo que salió a la luz en 2020. En diálogo con El Destape, la cantante, guitarrista y compositora contó cuánto le costó llegar a vivir de la música, habló de la responsabilidad de ser una referente feminista y analizó el lugar del folklore en la actualidad.

¿Cómo fue tu paso por Buenos Aires, tu recital en La Tangente?

- Estuvo muy bonito, me gustó mucho. Es uno de los conciertos que más he disfrutado de la gira en general, porque la gente estaba muy receptiva. Estuvo muy bonito y lo disfruté mucho, me encantó.

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Es la primera vez que toco acá y me llamó la atención que se sabían las letras, no solamente Canción Sin Miedo -que es con la canción que más me conocieron- sino que sabían más del repertorio que traíamos.

¿Hay cantantes argentinos que admires? ¿Te gustaría colaborar con alguno?

- Sí, ya he compartido en La Tangente con Sofía Viola y colaboré en el último disco de Daniela Spalla. Y, de admirar, a Mercedes Sosa la admiro un montón; su legado está grandísimo y fuerte en todo Latinoamerica. En México ella es muy admirada.

¿Cómo ves al folklore en esta era musical, en estos tiempos?

- Al menos en México, veo al folklore y a la música de raíz renaciendo un montón. Ha permeado en los públicos más jóvenes: yo recuerdo que cuando yo tenía 20, hace 20 años, el folklore era música que escuchaba gente muy mayor. Ahora hay chicos de 17, de 20 años que toman canciones de raíz, o canciones viejas que ya no se escuchaban y las mezclan con cosas contemporáneas; creo que eso es bueno. También es importante destacar que hay más mujeres cantoras en Latinoamérica, eso para mí es algo muy enriquecedor, muy bonito y esperanzador de que la música siga creciendo.

¿Por qué elegiste el nombre artístico Vivir Quintana?

- Yo me llamo Viviana, entonces mi abuela materna también era Viviana, como la abuela de mi abuela. Entonces, cuando yo estaba buscando que las cosas cambiaran y yo poder tocar, me acuerdo que mi abuela me decía “qué bueno que tus papás sí te dejan cantar”. Yo no entendía, porque tuve la fortuna de crecer una familia que me dejaba dedicarme a lo que quisiera. 

Cuando no pasaba nada con la música, descubrí una terapia de biodecodificación, que es entender el árbol genealógico y entender a los ancestros. Entonces, descubrí que mi abuela había querido dedicarse a cantar y que mi bisabuelo no la había dejado por el simple hecho de ser mujer. Entonces mi terapeuta me dijo que me cambiara el nombre artístico porque compartía el nombre con ella. Busqué muchísimos nombres y, como me decían en casa "Vivi", agarré la R de mi mamá que es de apellido Rodríguez y quedó. Lo tomé como “voy a vivir mi propia historia” y al mes todo empezó a cambiar y justo fue cuando llegó una beca y otras oportunidades. Desde ahí, todo ha cambiado.

¿Cómo empezó tu vínculo con la música?

- Mis papás son dos profesores, ya jubilados ahora, que nos criaron a mis hermanos y a mí con música en la casa todo el tiempo. Además nos leían mucha poesía y siempre nos vincularon con la palabra y la música. Me acuerdo mucho que nos ponían a Violeta Parra, a Mercedes, canciones que eran muy de raíz, folklóricas. 

¿Y lo profesional con la guitarra y el canto cuándo llegó?

- A los 12 años empecé a tocar guitarra y estuve dos años y medio estudiando con un carpintero de mi pueblo, que se llama Francisco Madero y se ubica en la zona norte de México, y me acuerdo perfecto que pasaba ese tiempo estudiando todas las tardes en un parque con él y otros niños y niñas. 

Un día me dijo que ya no tenía nada que enseñarme y que me veía haciendo cosas más grandes, así que me fui a estudiar a Torreón, que estaba a cuarenta minutos de mi pueblo. Allí empecé a estudiar canto y guitarra y a los 16 empecé a hacer mis propias canciones. Me dediqué a ser una cantora de sucesos que pasan en la vida cotidiana. 

¿En ese momento pensabas que ibas a dedicar tu vida a la música y vivir de eso?

- Yo lo busqué muchísimo, de hecho me fui a la Ciudad de México para poder vivir de la música pero tuve trabajos de todo tipo y llegó un momento en que ya no estaba haciendo música, sino que estaba sobreviviendo para poder pagar la renta y la comida. Entonces empecé a dejar de tocar y me regresé a mi pueblo.

Estuve un año y medio y seguí buscando oportunidades, me gané una beca para compositores de música popular y es la manera en que me pude regresar de nuevo a la Ciudad de México. Y a finales del 2016 y principios del 2017 empecé a vivir solamente de la música, por fin. 

¿Qué pasó en ese momento que se dio ese cambio para bien?

- Yo estaba muy triste porque estaba buscando cumplir ese sueño y no sucedía nada. Entonces daba algunas clases, también estuve trabajando de mesera. Pero nunca dejé de componer ni de perseguir ese deseo, entendí que la música es la música y que siempre lo va a ser, más allá de si estás o no en la industria. Entonces compuse una canción que se llama Corazón de Ave, que habla de eso, y que al final dice: “Música, te pido no duelas tan fuerte”. 

Creo que lo que sucedió fue que hubo una transformación adentro, de entender que los tiempos en los que suceden las cosas son buenos y perfectos y que mientras tanto hay que estarse preparando para las oportunidades que lleguen.

Hace algunos años, con Canción Sin Miedo, quedaste como una cantante referente del feminismo. ¿Cómo se vive eso?

- Con mucha responsabilidad, al principio con mucho temor, porque creo que Canción Sin Miedo me ha hecho entenderme desde otros puntos y también aprender a ser coherente no solo en mi vida pública sino también en la privada. Tratar de entenderme mejor y aprender mucho. Cuando salió la canción, me empezaron a llegar muchos casos de violencia, pidiendo ayuda, tuve que ir haciendo una red que ahora, si me llega un caso así, me siento muy orgullosa de decir “ya sé a dónde canalizarlo”. Sé con quién hablar, cómo apoyar, aprendí mucho por esa canción y conocí gente muy linda y comprometida con las causas sociales; considero que si la vida te da un talento hay que ponerlo al servicio de las causas.