Raúl Rizzo volvió al teatro luego de ver la muerte de cerca -y luchar contra las secuelas de una larga internación por COVID-19- de la mano de Rojos Globos Rojos, un clásico de Eduardo "Tato" Pavlovsky. En la obra Rizzo interpreta a el Cardenal, actor de un teatrito en bancarrota que se pregunta el sentido de la existencia mientras reflexiona en torno al rol de los artistas como actores sociales. En un mano a mano con El Destape el actor reflexiona en torno a su regreso a los escenarios en medio de un clima político álgido y de profunda crisis para la cultura.
Rojos Globos Rojos parece escrita para esta realidad triste que viven los artistas argentinos.
- Sin duda, la obra de Tato Pavlovsky siempre abordó temas que tienen que ver con la actualidad, con lo político. Rojos Globos Rojos refleja con mucha rigurosidad y elocuencia el hoy de las personas que hacemos teatro y tenemos que ver con la cultura, quienes estamos padeciendo un momento difícil, muy duro. En la obra hacemos un homenaje al teatro independiente y a los actores que la pelean a brazo partido, que no pueden pagar los servicios ni el alquiler a tiempo y frente a eso responden saliendo a actuar para el público.
Después, en lo que respecta al audiovisual prácticamente no tenemos ficción en la televisión -como había en una época- y se puede decir que el INCAA y el Instituto Nacional del Teatro quedaron como sellos y nada más, porque el Gobierno los ha agredido y atacado dejándolos en una situación crítica.
En un momento de uno de tus parlamentos en la obra hacés referencia al acto de entrega de salir a actuar aunque no sea para más de 10 personas. Pienso que es una imagen poderosa y representativa de lo que está ocurriendo con el teatro: las entradas son caras, la gente no tiene dinero y lo primero que recorta es cultura…
- Es así, es muy triste. Por suerte nosotros estamos en un teatro donde las entradas no son tan caras, pero es cierto que en la situación económica tan difícil que estamos viviendo hay gente que ya está descartando los consumos culturales. Lo que propone la obra es justamente esa idea que remarcás, “hacemos teatro para no morir y por eso estrenamos todos los días”.
Teniendo en cuenta este panorama de época, ¿cómo es tu economía en este momento?
- Mi economía se basa en el teatro -he tenido un apoyo muy grande desde el Instituto de Cultura de la provincia de Buenos Aires, que me posibilitó recorrer el país con La tentación, una obra de Pacho O’Donnell en la actué, y con Rojos Globos Rojos- y en la docencia a actores. Vivo con lo justo, el trabajo ya no es lo que era en otras épocas y salvo que aparezca alguna cosa en plataformas, que es un privilegio, no estoy nadando en dinero. Lo último que hice de series fue Un león en el bosque para una plataforma, pero después nada más… se está trabajando muy poco. Antes competíamos entre nosotros, actores y actrices, y ahora competimos con todos los del mundo. Es terrible.
¿Hablar abiertamente de política te cerró puertas laborales en algún momento de tu carrera?
- Sí, hubo empresas que dejaron de convocarme… Polka en su momento. Trabajé muchísimo en la productora de Adrián Suar en series muy exitosas y cuando empecé a hablar de política en televisión no fui más convocado. Esto pasó de un día para otro… se paga un precio por decir lo que pensás. Y hoy hay una censura clara a cualquiera que opine de manera diferente o crítica a este Gobierno.
¿Pudiste hablar con Adrián Suar sobre esta situación que exponés?
- No he tenido la oportunidad de hablar con Suar sobre esto y tampoco lo iría a buscar ahora, ni loco, pero si se da la oportunidad estaría dispuesto a charlar con él. Lo cierto es que yo era uno de los actores que elegía constantemente y de pronto se cortó todo mi trabajo… y sabemos que él es gerente de un canal que pertenece a un grupo económico que apoya ampliamente este proceso actual como el de Cambiemos. Ahora Suar está sintiendo el rigor de lo que es la política de Javier Milei, pero nunca tuvo el rigor que mucha gente sentía cuando él apoyaba a Cambiemos… a su manera los apoyó. No zafó.
En tu carrera en cine y televisión sobresalen villanos notables, ¿te divierten más estos roles?
- Son personajes con mucho más juego y la actuación es jugar. Los héroes son más lineales que los villanos, no tienen muchos matices. En cambio, y a mí siempre me encantó que me pasara esto, los villanos me permitieron sugerir cosas que les venían bárbaras a los autores y participar en el desarrollo de los personajes. Lo viví con Padre Coraje y con Cosecharas tu siembra, por ejemplo. Cosecharas tu siembra fue una novela sobre la mafia italiana que se ubicó en Sicilia y fue un éxito en Italia. Tal es así que un día, mucho tiempo después de que la telenovela hubiera terminado, me llamaron por teléfono para que hiciera 6 capítulos más de la novela junto a Luisa Kuliok porque en Italia querían prolongar la historia.
¿La oscuridad de ciertos villanos puede alterar a un actor?
- Yo creo que no, siempre y cuando el actor entienda que esto es un juego. Los actores no tienen que hacer juicios morales de los personajes que llevan adelante, sino que deben actuar de la mejor manera para mostrar sus conductas y tratar de defender todas sus posturas a través de la actuación, más allá de que sean conductas que uno como persona critica y condena. Siempre pongo el ejemplo de Bruno Ganz en La Caída, película en la que hizo a un Hitler memorable y con contradicciones… incluso tiene algún momento tierno porque quiere a su manera. Un actor que puede indagar en esas zonas de contradicción es digno de mi admiración. El juicio moral de un personaje lo tiene que hacer el espectador, nunca el actor.
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"Le tengo menos miedo a la muerte porque estuve al borde, pero no vi ninguna luz blanca"
Ahora se te ve bien, pero durante la pandemia estuviste muy delicado de salud…
- Yo estuve al borde la muerte prácticamente, intubado por tres semanas, y después, a los dos días de que me volvieran a hacer el test de COVID-19 en ese estado y diera negativo, me pesqué una intrahospitalaria y volví a tener neumonía bilateral… me tuvieron que hacer una traqueotomía, fue terrible. Así que estuve cuatro meses internado. El primer mes no era consciente de nada, solo alucinaciones.
¿Qué tipo de alucinaciones?
- Me aparecieron muchas imágenes, muchas, pero creo que algunas tenían que ver con mis ganas de seguir viviendo. Cuando abrí los ojos fue un poco como volver a nacer, en el sentido literal: tuve que hacer dos meses de rehabilitación en un sanatorio, fui alimentado por sonda durante más de tres meses, perdí casi toda la masa muscular, tuve que volver a aprender cómo hablar, cómo comer, cómo ordenar las palabras, cómo moverme. La cama te devora.
¿Esta experiencia te amigó con la muerte?
- Le tengo menos miedo a la muerte porque anduve merodeando cerca, pero la verdad es que yo no vi ninguna luz blanca en mis peores momentos…
No viste luces blancas pero en una entrevista contaste que después de la muerte de Anahí, tu hija, sentiste señales…
- Sí, la verdad es que quien sintió más fuerte esas señales fue mi hija que vive en Córdoba. Acá aparece una cuestión mística con la cual yo no estoy peleado, nunca lo estuve, pero tampoco soy amigo. En cambio, ella me dijo: "Hablé y ví a Anahi, y me dijo que está bien, está tranquila, me pidió que no estés angustiado y triste porque ella no está mal”. A mí eso, en alguna medida, me tranquilizó aunque no quita que cada día yo me reencuentre con mi hija y que la extraño y me genera una enorme tristeza no poder comprender por qué a los 34 años se fue.
¿Fue muy repentina la muerte de Anahí?
- Sí. Ella tuvo una arritmia muy fuerte el día anterior a su muerte, en el trabajo. Ella falleció en la vereda de casa y no alcanzó la reanimación que le hicieron cuando la subieron a la ambulancia. Cuando fui a la morgue judicial para constatar la situación me enteré por el informe que ella tenía una patología cardíaca que no sabíamos. Nunca hubo un síntoma, nada… y se desató por cosas muy puntuales. Ella era sindicalista y luchadora, sufrió mucho durante la época de Macri y temía que con Milei pudieran echarla y no poder renovar el alquiler. Eso la angustiaba mucho.
¿Tenés algún rito para honrar la memoria de Anahí?
- A Anahí la honro recordándola todos los días. En su velorio, sus compañeros de trabajo le hicieron el canto “Anahí Rizzo Quinteros presente” y a mí me emocionó de una manera… sentí tanto orgullo por mi hija y por su sentido de la solidaridad… la honro siendo como soy, porque, evidentemente, ese granito se lo pusimos la madre y yo. Desde que pasó lo que pasó la tengo más adentro del cuerpo que nunca, está acá (se toca el corazón), ella está siempre.
Rojos Globos Rojos puede verse los domingos a las 19 horas en el Centro Cultural de la Cooperación (Avenida Corrientes 1543, CABA). Entradas en venta en boletería del teatro o vía Alternativa Teatral.