La dependencia de América Latina del cobre frente a la demanda china

El cobre sostiene gran parte de las economías de Chile y Perú, pero su dependencia de la demanda china plantea un dilema estratégico. ¿Oportunidad o vulnerabilidad para América Latina?

28 de agosto, 2025 | 10.00

El cobre es mucho más que un simple recurso mineral. Para América Latina, y en particular para países como Chile y Perú, representa una de las principales fuentes de divisas y un termómetro del vínculo comercial con las potencias extranjeras. Su precio, sujeto a la dinámica de la economía global, tiene un impacto directo en las cuentas fiscales, en el ingreso de dólares y hasta en la estabilidad de las monedas locales.

En los últimos veinte años, la región consolidó un modelo de exportación fuertemente apoyado en los commodities, y el cobre se volvió uno de los protagonistas de ese esquema. Pero detrás de la aparente fortaleza de las ventas al exterior, aparece una pregunta incómoda: ¿qué tan dependiente es Latinoamérica de la demanda de China, el mayor consumidor mundial de este metal?

El peso de China en el mercado del cobre

China concentra más del 50% de la demanda global de cobre, fundamentalmente por su industria manufacturera, el desarrollo de infraestructura y, más recientemente, la transición energética. La electrificación del transporte, el crecimiento de las energías renovables y la urbanización acelerada empujan a Pekín a consumir cantidades históricas de este mineral.

Para países como Chile, donde el cobre representa más de la mitad de las exportaciones, el comportamiento de la economía china se traduce directamente en los niveles de ingreso de divisas. Lo mismo ocurre en Perú, que también se posiciona entre los mayores productores mundiales.

Sin embargo, esta relación asimétrica plantea un riesgo: si la demanda china se desacelera, las economías latinoamericanas que dependen de la exportación de cobre quedan expuestas a shocks externos difíciles de controlar.

La volatilidad de los precios y su impacto regional

El precio del cobre en los mercados internacionales puede variar notablemente en cuestión de meses. A comienzos de 2020, la pandemia global provocó una caída abrupta, pero en 2021 el valor se disparó a máximos históricos gracias al rebote económico de China y Estados Unidos.

Esa volatilidad obliga a los países productores a diseñar estrategias de cobertura y diversificación que, sin embargo, muchas veces quedan cortas. Las economías latinoamericanas tienden a apoyarse demasiado en los ingresos provenientes de un solo recurso, lo que amplifica el impacto de cualquier fluctuación.

En este escenario, cada vez son más los inversores y analistas que buscan entender cómo posicionarse ante las oscilaciones del mercado de materias primas. Plataformas financieras como Exness, que funcionan como corredores de intercambio minorista y permiten también operar con criptoactivos, ofrecen una ventana para seguir de cerca estos movimientos y diversificar portafolios.

Consecuencias macroeconómicas de la dependencia

1. Ingresos fiscales atados al cobre

En Chile, la recaudación del Estado depende en gran medida de lo que genera Codelco, la empresa estatal de cobre, junto con los impuestos y regalías que pagan las compañías privadas. Cuando el precio internacional cae, las cuentas fiscales se resienten y el margen para aplicar políticas contracíclicas se reduce.

2. Vulnerabilidad cambiaria

Las exportaciones de cobre generan una entrada masiva de dólares. Una baja en la demanda china puede reducir abruptamente esa oferta de divisas y presionar sobre la moneda local, encareciendo importaciones y generando inflación.

3. Desafíos de diversificación

Pese a los intentos de promover nuevas industrias, la especialización de América Latina en recursos naturales sigue siendo marcada. Esto limita la capacidad de resistir los vaivenes externos y perpetúa la dependencia de un solo socio comercial.

El futuro del cobre: entre la oportunidad y la amenaza

Mirando hacia adelante, el cobre parece tener asegurada su relevancia. La electrificación global y la necesidad de infraestructura más sostenible prometen sostener la demanda durante las próximas décadas. Sin embargo, depender de un solo comprador –como ocurre con China– sigue siendo un riesgo considerable.

En este sentido, la diversificación de mercados y la búsqueda de nuevos destinos de exportación se vuelven estrategias clave. India y otros países asiáticos empiezan a mostrar signos de mayor consumo de cobre, lo que podría aliviar la concentración actual.

Un dilema estratégico para América Latina

La relación entre cobre y comercio exterior en América Latina refleja tanto fortalezas como debilidades. Por un lado, el mineral garantiza ingresos estables cuando los precios son altos y permite a los países productores sostener su balanza comercial. Por otro, expone a la región a la volatilidad internacional y a la dependencia de la economía china.

La clave estará en cómo los gobiernos logren administrar esta riqueza: ¿será un trampolín hacia un desarrollo más diversificado, o continuará siendo una fuente de vulnerabilidad externa?

Lo cierto es que el cobre seguirá marcando la agenda económica de la región, y que su vínculo con China continuará siendo un termómetro de la estabilidad latinoamericana en los años por venir.