La guerra comercial que desató Donald Trump, imponiendo aranceles a todas las importaciones que realiza Estados Unidos, será el inicio de un vendaval que causará daños aún inconmensurables en la mayoría de las economías; aunque las más endeudadas, como Argentina, serán las más complicadas. El Fondo Monetario publicó este martes su informe de perspectivas globales en la previa de la reunión anual de primavera que realiza el organismo en conjunto con el Banco Mundial. En el análisis resalta que los aranceles que impone Estados Unidos reducirán el comercio global y tensionará los precios. En este contexto, las presiones de Trump para que baje la tasa de interés no tendrá asidera y es más probable que, al igual que otros bancos centrales, la suba, lo que impactará en los países endeudados.
El organismo hace mención a los riesgos del endeudamiento a escasos días de que, en medio de las tensiones comerciales mundiales, acelerara su “apoyo político” a la Argentina, monetizado con una ampliación de su préstamo al país de un 45,5 por ciento, pasando de los 44.000 millones de dólares que le dio al macrismo –y son impagables—a 64.000 millones, producto de los 20.000 millones que le dio a Caputo para rifar con sus amigos especuladores subidos a la bicicleta financiera.
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La economía mundial se encuentra en una coyuntura crítica. Desde febrero, Estados Unidos anunció una oleada de múltiples aranceles contra sus socios comerciales, algunos de las cuales dieron lugar a contramedidas. Pero el 2 de abril, cuando confirmó su aplicación, se desencadenaron caídas históricas en los principales índices bursátiles y picos en los rendimientos de los bonos. “A pesar de las importantes correcciones del mercado de valores a principios de marzo y abril, la ratio precio-beneficio en Estados Unidos se mantiene en niveles elevados en un contexto histórico, lo que genera preocupación por la posibilidad de nuevas correcciones desordenadas”, alerta el documento del Fondo Monetario.
Mercado externo versus interno
La tendencia decreciente de la inflación post pandemia se estancó en su mayor parte y en algunos casos repuntó ligeramente, con un número creciente de países que superan sus objetivos de precios anuales. Pese a la caída de precios en manufacturas y commodities, la inflación de los servicios, aunque sigue en tendencia descendente, se mantiene por encima de los niveles previos al aumento repentino de la inflación. Por su parte, la inflación subyacente de los bienes experimenta un repunte desde noviembre de 2024.
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En este contexto se inscribe la pelea entre presidente de Estados Unidos y el titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, por el próximo movimiento de tasas. Mientras Trump exige una baja para estimular el crédito y compensar los efectos recesivos de sus medidas proteccionistas, en la Fed consideran mantenerlas en los actuales niveles –e incluso corregirlas al alza—ante un incipiente rebrote inflacionario.
Luego de un comercio global estable, mantenido por la demanda china, se espera un deterioro con los nuevos aranceles estadounidenses ya vigentes. El grado de incertidumbre varía según el país, dependiendo de la exposición a medidas proteccionistas a través de vínculos comerciales y financieros, así como de relaciones geopolíticas más amplias. “La incertidumbre, especialmente la relativa a la política comercial, aumentó a niveles sin precedentes”, señala el documento del Fondo. En este contexto, los desequilibrios internos y las brechas políticas propician un crecimiento desequilibrado, a la vez que exponen posibles fragilidades. Entre esas fragilidades, el documento destaca el riesgo para los países endeudados ante un inminente aumento del costo del dinero (suba de tasas de interés).
El organismo continúa señalando como principales drivers de la inflación la emisión que hicieron los países para paliar la crisis económica y social que generó el arribo de la pandemia, pero obviamente no hace alusión a los préstamos políticos para mantener esquemas especulativos financieros, como la ampliación del crédito que dio a Milei para su carry trade.
“El apoyo fiscal durante la pandemia y al inicio de la guerra en Ucrania, en respuesta al alza de los precios de la energía y los alimentos, impulsó la recuperación. Sin embargo, las medidas fiscales incrementaron drásticamente la ratio deuda/PIB. A pesar de algunas reducciones y de los recortes adicionales previstos, los déficits presupuestarios siguen siendo elevados y ensombrecen las perspectivas”, sostiene el organismo que conduce Kristalina Georgieva. “El espacio fiscal es ahora mucho más limitado que hace una década, y el ajuste fiscal necesario para estabilizar los ratios de deuda está en un nivel históricamente alto. Al mismo tiempo, el servicio de la deuda como fracción de los ingresos fiscales está aumentando”, agrega el Outlook del Fondo.
Si bien los costos del servicio se mantienen por debajo de los niveles de la pandemia en países donde la deuda se contrajo en condiciones favorables durante la COVID-19, el organismo considera “probable que las tasas efectivas superen los niveles prepandemia a medida que se refinancia la deuda, especialmente en países de bajos ingresos y algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo”.
En Estados Unidos, una combinación de mayores emisiones, una mayor inflación esperada y primas de riesgo agravó el aumento de las primas a plazo hasta mediados de enero, cuando los tipos de interés a largo plazo se moderaron. Los recientes anuncios arancelarios los impulsaron de nuevo al alza. El gobierno de Milei, en este escenario, tendrá escaso margen de acumular reservas por la vía comercial en un mundo más proteccionista y donde la Argentina transita un sendero de déficit estructural, y solo podrá beneficiarse de nuevos préstamos políticos, del FMI y otros organismos, para mantener la ilusión de estabilidad cambiaria.