El atraso del dólar es una política deliberada del gobierno de Javier Milei y ya son pocos los que se animan a negarla. El Presidente insiste en que no se puede hablar de atraso cambiaria y, para justificarlo, alega una serie de axiomas de libre mercado, como “conocer el vector de precios de equilibrio en la economía” en distintos momentos del tiempo. Sin embargo, apenas asumió La Libertad Avanza, llevaron a cabo una devaluación que elevó el precio de la divisa en un día un 120 por ciento, de 366 a 800 pesos para el cambio oficial. Por la inflación y la política de dólar planchado, el tipo de cambio real se ubicó en un nivel comparable a la situación previa a ese ajuste. Se suman a esa situación de entonces las actuales presiones sobre la divisa, una cuenta corriente deteriorada y una demanda constante de dólares. Mientras que la oferta del agro no alcanza a compensar. La pregunta es si continuará el Gobierno con su ancla cambiaria o podrá sostenerlo hasta después de las elecciones.
El impacto en la economía doméstica de una devaluación abrupta es por demás conocida. Como ejemplo, el ajuste del dólar que realizó el equipo económico que lidera el ministro Luis Caputo en diciembre de 2023, apenas asumieron, generó una inflación de 25,5 por ciento, el nivel más alto desde 1991. Luego desaceleró algo pero se mantuvo alta y el precio del billete verde se mantuvo artificialmente bajo, lo que redundó en una apreciación del tipo de cambio real multilateral.
Según el Banco Central, el índice de tipo de cambio real se ubica en 85,99 unidades, en la zona en que se operaba en noviembre previo a la asunción de Milei (83,19 unidades). Es además uno de los mayores niveles de apreciación desde que se “reseteó” la medición durante el macrismo del índice de tipo de cambio real (15 de diciembre de 2015).
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En este escenario, la liquidación del agro es clave para anticipar si habrá acumulación de reservas y si se podrá mantener el artificio del dólar barato. Las tensiones preelectorales hasta octubre aumentarán y la especulación del sector más concentrado del agro a la espera de una devaluación se hizo presente en las últimas jornadas, pese a que se acerca el fin del plazo establecido para aprovechar la ventana de baja de retenciones.
Devaluación mata retenciones
El 30 de junio finaliza el período en que los exportadores pueden ingresar su liquidación a través de una declaración jurada especial que los beneficia con una baja del 20 por ciento en las retenciones pero los obliga a ingresar los dólares antes de mitad de año. De acuerdo con cifras del mercado de granos, el grueso de las operaciones se están pactando por la ventanilla normal (sin baja de retenciones) pero con la posibilidad de cambiar sus dólares en el plazo de doce meses. En resumen, los exportadores de granos apuestan fuerte a una devaluación.
De acuerdo con las operaciones realizadas en las últimas jornadas y relevadas por la Bolsa de Cereales de Rosario (BCR), “un 40 por ciento se corresponden a ventas para embarcar durante este mes (junio) y el 60 por ciento restante para los meses de julio hasta diciembre”.
Si bien se acelera la comercialización de soja ante la inminente suba de retenciones el 30 de junio, alcanzando máximos semanales de la campaña, son crecientes los registros para embarques post-30 de junio.
El otro foco de atención en cuanto a ingreso de divisas es el precio del combustible a nivel internacional, que podría mejorar los términos de intercambio de la balanza energética. El crudo escala un 20 por ciento por la guerra en Medio Oriente. La contraparte es que sin un valor de referencia doméstico, las petroleras definen aumentos de los combustibles en el mercado interno que podrían disparar nuevamente la inflación, profundizando el atraso cambiario.
Una posibilidad es que el Gobierno mantenga subsidios (o los aumente) hasta después de las elecciones, evitando un traslado directo a la inflación. "La cobertura tarifaria de los costos de la canasta de servicios se redujo levemente luego de crecer en los últimos tres meses. En junio es 7 puntos superior al promedio de los últimos 18 meses (47%). La explicación de la baja en la cobertura de costos en el mes de junio se da por el hecho de que el incremento del costo de generación eléctrico no ha sido trasladado en su totalidad al precio que paga la demanda a partir de mayo", señala el último informe del Observatorio de tarifas y Subsidios IIEP (UBA-Conicet).
Esto implicó que en junio todos los usuarios residenciales, inclusive los N1 de altos ingresos, recibieron subsidios en su factura eléctrica. Una especie de "plan platita" para hogares de altos ingresos que se paga con más inflación y atraso cambiario, mientras el Gobierno se apresta a vetar nuevamente un "simbólico" aumento a los jubilados.